Joaquín Araujo, naturista y escritor, tiene el compromiso personal de plantar 1.000 árboles autóctonos cada año. Para rendir culto a las personas fallecidas que admira, siembra tantos árboles cómo años tenía el homenajeado al morir. Con acciones individuales como esta, se puede hacer frente a graves problemas globales como la deforestación.
El 5 de junio se celebra el Día Mundial del Medioambiente. Se emplean 24 horas para sensibilizar a personas de todo el mundo, de que cada minuto de su vida depende del oxígeno que producen las plantas. Un sólo árbol de una selva tropical genera el suficiente para dos humanos. Salvar los grandes bosques y selvas no sólo significa salvar los “pulmones del planeta”, sino los nuestros también. Todos podemos, con nuestros actos, luchar contra la desaparición de la masa forestal.
La deforestación libera del 25 al 30% ciento de los gases que destruyen la capa de ozono. Vegetación y atmósfera tienen una relación muy cercana. Toda acción que contribuya a conservar selvas y bosques ayudará a mantener y recuperar la capa de ozono. Las autoridades son conscientes de ello. Desarrollan programas ambientales que engloban estos dos problemas.
“Trabajamos para resolver al mismo tiempo dos de las principales cuestiones ambientales: la deforestación y el calentamiento del planeta”, afirma el Oficial superior forestal de la FAO, Dietr Schoene.
La Organización de Naciones Unidas (ONU), gobiernos estatales y ayuntamientos han emprendido en los últimos años proyectos para proteger la vegetación e incluirla en el paisaje urbano. En la pasada Cumbre de Cancún, celebrada por la ONU, se llegó a un acuerdo para desarrollar un fondo 75.500 millones de euros para la protección de bosques tropicales y el desarrollo de energías ecológicas. Santiago de Chile planea aumentar su número de árboles por habitante de 1,3 a 2,19 para 2018. Incluso algunas industrias han tomado iniciativas para proteger la naturaleza. Las empresas brasileñas del sector de la soja han decidido no comprar granos producidos en tierras deforestadas.
Todas estas iniciativas institucionales, aunque útiles y esperanzadoras, no son suficientes. Cada año, más de 13 millones de hectáreas de bosques son arrasadas, según el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de Naciones Unidas. Se trata de un área del tamaño de Inglaterra. Juan Carlos del Olmo, secretario general de WWF en España, afirma que “cada año desaparecen el equivalente en superficie forestal a 130.000 parques del Retiro de Madrid”. Además de exigir mayor esfuerzo por parte de los gobiernos, son necesarias acciones personales que contribuyan a frenar la desaparición de la masa forestal del planeta. ¿Tiene alguien que pedirnos que defendamos la tierra en que habitamos y de la que dependemos para sobrevivir? ¿Es necesario que nos obliguen a cuidar y respetar la naturaleza y a velar por su supervivencia?
Joaquín Araujo defiende los lazos que unen a las personas con la naturaleza. “Humano quiere decir, de una forma más lejana o más cercana, originario del bosque, el bosque es el creador del humus, y nosotros nos hemos dado el nombre de humanos”, explica. Necesitamos montes y selvas para vivir, por ello debemos contribuir a frenar la deforestación. Debemos convertirnos en parte activa de la solución. No es necesario un gran esfuerzo, ni una dedicación absoluta. Plantar un árbol está en la lista de cosas que la mayoría de personas quieren hacer antes de morir. No es necesario esperar al tramo final de la vida para realizar esta tarea. Además, debemos luchar por el desarrollo sostenible y equitativo y tomar conciencia de la importancia de preservar el medioambiente. Una simple acción nuestra puede contribuir a mejorar la vida de los demás. Con la repoblación de los bosques aseguraremos el flujo regular de agua, y nos protegeremos frente a inundaciones, sequías y otras catástrofes “naturales”. Conseguiremos un futuro más próspero para nosotros y para las generaciones venideras.
Todos somos necesarios para vencer la deforestación. Debemos tomar la iniciativa y permanecer alerta ante los ataques que se realizan contra la masa forestal del planeta. Una acción personal sencilla y una actitud crítica combaten graves problemas globales.
Javier Fernández Díaz
Periodista