Hay en el ambiente empresarial un soniquete recurrente que apunta a cambios en todos los aspectos fundamentales del ámbito productivo, desde la legislación laboral, hasta la política de incentivos y subvenciones, pasando, por supuesto, por un trabajo arduo y productivo, esperemos, en el aspecto financiero para potenciar la concesión de nuevos créditos a los particulares y empresas.
Un soniquete que parte del convencimiento de que el Partido Popular, declaradamente liberal desde un punto de vista económico, aunque conservador desde un punto de vista social, jugará las bazas del libre mercado lo cuál debería derivar en un mejor escenario para los empresarios en su conjunto y una cierta recuperación de la economía.
Sin embargo, si algo hemos aprendido en los últimos meses es que nada es lo que parece y nada parece lo que es, con un Partido Socialista tomando medidas al dictado de marcado carácter liberal y un Partido Popular haciendo honor a su nombre, populista, que no del pueblo, haciendo demagogia por doquier para intentar arañar el máximo número de votos.
Por ello habrá que aguardar hasta que Rajoy tome posesión para que podamos entender el camino que van a tomar sus medidas, porque hasta ahora poco o nada ha dicho, y aunque intuimos hacia donde pueden ir dirigidas son la velocidad y los tiempos los que se ciernen como una incógnita por desvelar a partir del mes de enero.
Porque no puede olvidar Rajoy que una velocidad excesiva en el ritmo de las reformas puede ocasionar un colapso en la economía real, con lo que será peor el remedio que la enfermedad. Para que las posibles alternativas que propondrá surtan efecto se necesita implementarlas desde la estabilidad social y económica, y para ello deben de gestionarse con la suficiente reflexión y calma para generar confianza y no el caos.
En definitiva, todo es una incógnita y nos acercamos al final del año con la única certeza de que habrá nuevo Presidente del Gobierno, nada más.