Una norma no escrita hizo que, durante mucho tiempo, el suicidio no apareciera en las informaciones. El miedo a un efecto contagio llevó a los medios de comunicación a evitar informar sobre casos de suicidio; y quienes informaban de ellos, lo hacían de tal manera que, sólo entre líneas, se podía leer que la persona en cuestión se había quitado la vida.
Algunos expertos en psiquiatría advierten de que se corre un importante riesgo de que se produzca una “inducción al suicidio” con la proliferación de noticias sobre casos de personas que se quitan la vida por problemas relacionados con la actual crisis, como en los casos de desahucio. Algunos de estos psiquiatras comentan que no se puede transmitir la imagen de una España con elevadas tasas de suicidios, cuando se encuentran entre las más bajas de Europa.
Si un desahucio es noticia, ¿lo es más si lleva aparejado un suicidio? Los medios no pueden –ni deben- ocultar la realidad a la sociedad. Entre lo que pasa está el suicidio de una persona que es desalojada de su casa. Hablamos de informar, no de “hacer sangre”, no de aumentar la herida, sino de tratar de evitar nuevos casos de suicidio.
Otro caso que puede acabar en suicidio es el del acoso escolar. A finales de 2012 se conocía el suicidio de una adolescente que sufría acoso por algunos de sus compañeros, según denunció su familia. No ha sido el primer caso. Si el suicidio de un adulto es delicado, el de un menor lo es aún más. Pero fue noticia de gran repercusión en los medios escritos, audiovisuales y digitales.
En casos como éste, la información debería centrarse en los problemas que afectan a los escolares, en las razones (si es que se pueden llamar así), que llevan a un grupo de alumnos a arremeter contra un compañero suyo. Enfocar la información desde un punto de vista pedagógico, tratando de quitar a los acosadores esas ideas que les llevan a machacar al del pupitre de al lado. Esta sería la mejor forma de hacer llegar estas informaciones a la sociedad, especialmente a padres y profesorado. El objetivo: evitar nuevos casos.
Hay otra pregunta importante a la hora del tratamiento de los sucesos en los medios: ¿por qué un suicidio no hay que publicarlo porque puede ser imitado, y sí se puede informar sin problemas y con todo lujo de detalles sobre una matanza como las ocurridas en centros escolares y universitarios de Estados Unidos, con cientos de muertos y, en ocasiones, el suicidio del o los asaltantes; o los casos de violencia de género? ¿Estos sucesos no son imitables al verlos en los medios?
Hay que informar de estos tipos de sucesos evitando lo escabroso, lo amarillo, lo que pueda llevar a otros a hacer lo mismo, lo que afecte al entorno de los protagonistas de un suicidio o de una matanza.
La información sobre un suicidio publicada de forma correcta, seria, siguiendo los cánones del periodismo, puede ser un ejemplo para evitar que otras personas acaben con sus vidas y para hacer visible un grave problema de nuestra sociedad.
El tratamiento del suicidio en los medios de comunicación llevó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a publicar unas recomendaciones sobre cómo se debe tratar este tema en la prensa. En estas recomendaciones, la OMS señala que “los medios de comunicación también pueden jugar un rol activo en la prevención del suicidio”.
Entre las recomendaciones que la OMS da a los medios de comunicación destacan interpretar de forma cuidadosa y correcta las estadísticas sobre suicidios, usar fuentes auténticas y confiables, evitar el sensacionalismo y descripciones detalladas del método usado. Recomiendan no informar acerca del suicidio como algo inexplicable o simplista. Es útil reconocer que una variedad de factores contribuyen al suicidio, sin describirlo como un método para enfrentar problemas personales.
Los medios de comunicación tienen la responsabilidad de tratar el tema del suicidio para crear debate y conciencia, y evitar así nuevos casos.