A raíz del conocimiento de las cartas escritas por la Madre Teresa de Calcuta, la prensa destacaba hace unos meses que había pasado por difíciles momentos de crisis de fe. Muchos artículos discutieron en su momento que la santa se había planteado asuntos como la existencia del cielo, o otros aspectos que interpretados del modo que se hicieron podrían cuestionar la santidad de esta mujer. Los juicios premeditados, junto a la carencia de objetividad, cuestionaron a una mujer que, diminuta de tamaño, ha pasado a la historia por ser una mujer grande.
Ya se han cumplido los diez años de su muerte, y hace unos días se presentó en la Universidad CEU San Pablo de Madrid el libro “Madre Teresa: Ven, sé mi luz” donde se recogen las cartas que durante más de setenta años la religiosa envió a un reducido número de confidentes. En total se publican cuarenta de estas cartas que reflejan con gran profundidad su vida en Calcuta. El padre Brian Kolodiejchuk, misionero de la caridad, es el artífice del libro, por lo que ha expresado en declaraciones recientes: “Decidimos publicar las cartas porque expresan su inmensa capacidad para afrontar las situaciones más difíciles, su fidelidad, su coraje y su alegría, prueba del grado de santidad que tenía”.
De este modo, después de las noticias publicadas en diversos medios sobre las incertidumbres de la santa, podremos leer exactamente a qué se refería sobre esta “oscuridad” por la que atravesó durante una etapa de su vida. Mientras algunos medios aprovecharon los escritos de Teresa de Calcuta para poner en tela de juicio su santidad, la lectura del libro confirma la heroicidad y ejemplaridad de vida que llevó la Madre Teresa. La lectura de las cartas refleja que, ciertamente, la santa vivió durante largos años una constante “oscuridad”, pero que nada tenía que ver con una falta de credibilidad hacia Dios o la existencia del más allá, sino que era fruto de una sensación de no ser amada, querida y apreciada. A esta sensación ella la denominaba la “dolorosa noche del alma”, que dio comienzo cuando comenzó a trabajar con los pobres y que la acompañó a lo largo de su vida. Sin embargo las cartas reflejan que en ningún momento la santa puso en duda la existencia de su Creador, sino que esta experiencia la condujo a una siempre más profunda unión con Dios. Esta experiencia mística ya la atravesaron con anterioridad otros santos como Juan de la Cruz, Teresa de Ávila, Paúl de la Cruz o Juana de Chantal, entre otros.
La publicación de este libro servirá, de bien seguro, para aclarar las dudas que surgieron en su momento alrededor de esta gran mujer. Además el libro sirve para descubrir, una vez más, que Teresa de Calcuta realmente fue la “madre de los pobres”, y su gran compasión que sentía por aquellos que eran rechazados y despreciados, por los padres abandonados en residencias de ancianos, por los jóvenes solos y desatendidos por sus familias, y de manera especial por los niños no nacidos. Recordemos que, al recibir en 1979 el Premio Nobel de la Paz, la monja albanesa declaró: “Pienso que hoy día el más grande destructor de la paz es el aborto, porque es una guerra directa, una matanza directa, un asesinato directo hecho por la misma madre”.
Una de sus máximas preferidas era “servir a los pobres para servir a la vida”. El libro servirá para desdecir algunas interpretaciones erróneas sobre sus misivas, pero a la vez no deja de ser un buen baldazo de ejemplaridad en medio de la sociedad hedonista en la que nos encontramos. Y aún así, hay quienes tienen la osadía de no querer reconocerlo.