Amanecía el sábado 16 de abril, aparentemente como cualquier otro, algo gris y lluvioso por la temporada. Hasta ese día, los ecuatorianos vivíamos un ambiente polarizado, marchas políticas a favor y en contra del Gobierno fueron la tónica de la semana que finalizaba, en medio de una crisis económica, falta de liquidez, y desempleo.
- El sentimiento de desasosiego, angustia, impotencia y frustración que nos invadió la noche de aquel sábado fue que nos llovía sobre mojado, ningún ecuatoriano se imaginó que a las 18:58 la tierra temblaría y todo cambiaría a partir de ese momento.
Terremoto de Ecuador
El sismo de 7,8 grados[1] en la escala de Richter, de más de un minuto de duración y una profundidad de 19,2 kilómetros bajo la superficie, afectó a seis provincias de la costa de Ecuador: Esmeraldas, Los Ríos, Manabí, Santa Elena, Guayas y Santo Domingo de los Tsáchilas, zonas de alta concurrencia de turistas.
Ecuador, es uno de los países del mundo con más riesgo por encontrarse en el denominado “Cinturon de Fuego del Pacífico”, el epicentro de la catástrofe fue la localidad de Pedernales, un popular balneario de la zona norte de la provincia de Manabí con un poco más de 55.000 habitantes.
El terremoto de gran fuerza, se encuentra entre los 10 más letales de los últimos 20 años en América Latina y esta tragedia ha sido calificada por el país sudamericano, como la peor desde 1949.
La solidaridad Iberoamericana y del mundo no se hizo esperar e inmediatamente contamos con el apoyo de nueve países que enviaron a sus rescatistas y especialistas, 3 expertos de Suiza, 80 de España y más 120 equipos móviles, 120 de México, 50 de Colombia, 50 de Bolivia, 48 de Venezuela, 35 de Perú, 25 de Cuba, y 49 de Chile.
Estamos cerca de cumplir las 72 horas decisivas para encontrar bajo los escombros a los sobrevivientes. Al momento se reportan según el Ministro de Defensa Ricardo Patiño: 443 de fallecidos, 4.027 personas heridas, y 231 personas están desaparecidas, y 150.000 niños se encuentran afectados[2], además de un gran número de edificios en ruinas, carreteras destrozadas y miles de personas perjudicadas.
Se necesitaran miles de millones de dólares para reconstruir físicamente las zonas afectadas, pero también tiempo para cicatrizar las heridas emocionales que este tipo de eventos naturales dejan.
Sin embargo dentro de la profunda tristeza y de la azarosa situación, de las crisis se sacan cosas positivas. En cuestión de horas nacieron los sentimientos más nobles de todos los ecuatorianos, nos hemos reconocido y reencontrado, la dimensión de la solidaridad, el amor y la compasión frente a la fragilidad es extraordinaria, dejamos aún lado las “divisiones estériles” que a diario parecen insuperables para concentrarnos en lo realmente importante.
Ecuador es un país fuerte y combatiente, pequeño de tamaño pero de grandes personas. Con un corazón pintado de amarillo, azul y rojo que no se deja vencer por la complejidad de las circunstancias sino que se ha volcado a movilizarse y que está decidido a LEVANTARSE!
Gracias de corazón a todos los hermanos del mundo que se solidarizan con nosotros y envían ayuda de diferentes maneras #EcuadorALevantarse :
[1] Según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés)
[2] Según UNICEF.
[1] Según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés)
[2] Según UNICEF.