En el periódico EL PAÃS de fecha 11.11.2013, el abogado José MarÃa Ruiz Soroa escribe lo siguiente: «Las vÃctimas del terrorismo nacionalista ostentan una condición peculiar que no concurre en ninguna otra clase de vÃctimas de cualquier otra violencia. Ello se debe a que a su circunstancia personal de haber sufrido un daño ilegÃtimo (en lo que coinciden con cualquier otro perjudicado por un delito) añaden la de que esa violencia no se dirigÃa personalmente contra ellas en cuanto concretos seres humanos, sino que se dirigÃa contra la sociedad polÃtica. No por su voluntad (nunca quisieron ser vÃctimas de nada), sino por el designio de sus victimarios que usaron su sufrimiento como un medio para doblegar el Estado de derecho, se convirtieron en vÃctimas públicas, en el más noble sentido de este adjetivo….»
Evidentemente, escribe muchas más reflexiones que pueden leer en su artÃculo de opinión completo Privatizar las vÃctinas, pero quiero detenerme en el párrafo inicial que les he transcrito arriba al principio porque, en mi opinión, lo dicho por José MarÃa Ruiz Soroa es un error mayúsculo, de bulto, impropio de su singladura académica y profesional.
¿Por qué yo, vÃctima del terrorismo islamista –que no del terrorismo nacionalista vasco al que hace referencia en su artÃculo– no puedo «ostentar la condición peculiar» de la que habla? ¿Es que acaso la violencia ejercida contra mà–mejor dicho, contra mi hijo asesinado–no la dirigieron los terroristas islamistas contra la sociedad polÃtica?
Este, a mi modo de ver, error de concepto de José MarÃa Ruiz Soroa es el que explica que –más allá de las teorÃas conspirativas obsesivamente empeñadas en buscar tres pies al gato–, hay gentes, como Ruiz Soroa, que aún no han entendido el 11-M. No ha entendido aún que si en 50 años ETA ha matado a 829 personas, el terrorismo islamista mató 191 personas en un sólo dÃa, como se suele decir ‘de una sola tacada’ (casi la cuarta parte), amén de los cerca de 1.841 heridos, siendo el mayor atentado terrorista de la historia de España y de Europa. Me resulta desagradable realizar operaciones matemáticas con este asunto, pero no tengo más remedio que hacerlo para replicar a Ruiz Soroa.
Este, a mi entender, grave error de José MarÃa Ruiz Soroa es el que permite que haya gente que siga percibiendo que hay dos clases de vÃctimas: las de ETA, de primera clase; y las del 11-M, de segunda clase.
Este, en mi opinión, enorme error de José MarÃa Ruiz Soroa es el que lleva a la confusión de la gente –a la que se deje confundir, claro– y más cuando se hace desde una tribuna de Opinión como la del periódico El PaÃs.
Este, creo yo, desatino de José MarÃa Ruiz Soroa es la consecuencia de que en este paÃs se habla, se escribe, se discute, se opina en definitiva, como si el único terrorismo de grandes proporciones sufrido fuese el del terrorismo nacionalista vasco, olvidando, ninguneando el terrorismo islamista del 11-M.
La sociedad española no acabará de integrar totalmente el 11-M en su memoria –al margen, ya digo, de la conspiranoia mediática y polÃtica– mientras no aleje de su conciencia personal y colectiva opiniones como la de José MarÃa Ruiz Soroa, que, al menos a mÃ, me resultan del todo equivocadas, no ya desde mi mayor o menor significación personal –a estas alturas eso ya importa poco–, sino desde la perspectiva del lugar, el momento y el contexto en el que se da lo acontecido.
La «desprivatización de las vÃctimas del 11-M» pasa ineludiblemente–es mi opinión– por desprivatizarlas del terrorismo nacionalista vasco, porque sea reconocida su «condición peculiar» y porque queden inmortalizadas en la memoria histórica que les corresponde, y no en otra.