No había sustancia, no había conocimientos y esta persona está bien para adorno de sala, no para resolver problemas.
Mi trabajo es hablar con alumnos, profesores, padres de familia. Cada día se aprende algo nuevo de todos, desde un chico de séptimo grado a un padre de familia que repentinamente ha notado cambios en la vida de su hija o un docente que se cuestiona sobre la validez de la opinión negativa de un alumno sobre su trabajo.
Y en el campo educativo se manejan paradigmas con los cuales se debe pelear diariamente, el primero y más importante es si el éxito depende de lo brillante académicamente que es un alumno.
Otro paradigma es “Si una persona maneja bien las relaciones interpersonales tendrá éxito”.
He observado durante muchos años y he aprendido que ninguno de esos paradigmas resulta válido, por supuesto, relativamente.
Los estudiantes que tienen un récord brillante no siempre tienen éxito. La explicación es sencilla y debemos buscarla en la teoría de las inteligencias múltiples de Gardner. Y yo parto de una simple aseveración: Las múltiples facetas en que se desenvuelve una persona obligan a tener una relación de más de una inteligencia. Elegir amigos, relaciones con el sexo opuesto, relaciones sociales y algo sumamente importante: valorar adecuadamente los conocimientos adquiridos para transformarlo en herramientas para resolver problemas, sólo son algunos roles de la persona.
Es decir, ser brillante en el colegio no garantiza el éxito. Sacar una nota alta explica que se esforzó para resolver problemas académicos. En tanto, en los otros ámbitos: personales, familiares, sociales –interpersonal en general- se requieren aprendizajes de otro tipo que tienen que ver con la formación familiar y social.
No debe llevarse esto al extremo. Las personas que son brillantes en la escuela y tienen una inteligencia reflexiva deben aprender a convivir socialmente, pero no deben renunciar a su capacidad: deben buscar entornos laborales donde se sientan realizados y felices con su desarrollo.
En el reverso de esta discusión se encuentra el paradigma planteado en sentido contrario: ¿las personas con buenas relaciones interpersonales siempre son exitosas? Veamos, no hay que confundir al buen conversador que se mueve como pez en el agua en las fiestas y en las reuniones sociales en general. Es fácil confundirlo con un charlatán.
Para tener éxito en las relaciones laborales se requieren competencias y estas se adquieren en el colegio o la sociedad. Por ello si un chico muestra inteligencia interpersonal, es importante que adquiera conocimientos que le permitan resolver problemas. Uno es complemento del otro.
No conozco ningún caso, permanente, salvo los fugaces fuegos, donde una persona solo con su buen conversar y moviéndose en ambientes sociales, haya tenido éxito laboral, pues al cabo del tiempo, sale desechado… No había sustancia, no había conocimientos y esta persona está bien para adorno de sala, no para resolver problemas.