Quien habló alguna vez de la bondad del capitalismo, ¿ se asombrará hoy de la falta absoluta de conciencia de sus banqueros, políticos y ejecutivos y de su desmedida desvergÁ¼enza y altanería con la que arremeten contra quienes crean la riqueza de la que viven como vampiros? Y quien alguna vez creyó en la Iglesia, ¿ se asombrará hoy de cómo ésta recibe nada menos que 15 mil noventa y dos millones largos de diferentes fuentes y organizaciones que maneja a su antojo y para su beneficio? Estos son los que creímos un día dignos de nuestra confianza, pero ahora se han quitado la máscara y muestran su rostro verdadero.
El capitalismo significa inseguridad en lo económico; se ampara, enmascara y justifica en el fundamentalismo católico, protestante y ortodoxo. Es agresivo y competitivo en todos los aspectos (militares, sociales, culturales, educacionales y científicos) y es por su fanatismo en estos aspectos por lo que deviene en destructivo tanto como en autodestructivo. Al carecer de moral, no reconoce otros valores que los del poder, el prestigio y el dinero. Por tanto, quien por alguna razón posea en alto grado estas cualidades no sólo pertenece al mundo de la gente como debe ser, sino que hasta puede llegar a tener el dudoso mérito de liderar esta sociedad. Precisamente a esta sociedad que en su afán destructivo está acabando hasta con las condiciones de vida en el Planeta, ¿quién se atrevería a llamarla ?civilización?? Solo un ignorante, un loco o uno de muchos abducidos por el Sistema se atreverían a afirmar en serio que existe en Occidente hoy una verdadera civilización. Y con sus valores hipócritas, – llamados democracia, libertad, religión, derechos humanos y todo eso, convertidos en elementos anticivilizadores con el nombre de Globalización, se introduce en los pueblos del mundo como lo hace cualquier virus en los organismos: destrozando a los débiles y enfermando crónicamente hasta su claudicación a los que ofrecen resistencia. El caso es que Occidente actúa como un factor desestabilizador allá donde pone sus inversiones, sus diplomáticos, sus curas y sus tropas. Todos ellos son los órganos vitales del monstruo sin los cuales moriría. La sangre la ponen los pueblos.
OTORGA EL QUE CALLA, Y EL QUE DICE LA VERDAD ¿ ES ANTISOCIAL?
Algunos pensarán que en estos escritos soy muy radical desacreditando las bases en que se apoya el mundo en que vivimos. Pero ¿acaso alguien ha desacreditado tanto al capitalismo como lo están haciendo los propios capitalistas? ¿Acaso ha desacreditado alguien tanto al sistema democrático como lo están haciendo los que se llaman demócratas? ¿Acaso alguien ha podido desacreditar tanto a los políticos como ellos mismos lo hacen cada día? ¿Acaso alguien ha desacreditado a las iglesias más que el comportamiento de los curas y de sus jerarquías? Algunos pensarán condicionados por la pedagogía del Sistema: ya tenemos aquí a un marxista. Voy a sacarles del error, pues ¿no han sido los propios marxistas la tumba de Marx al olvidarle desde las poltronas del Poder? ¿Y qué decir de la Iglesias que prefieren la imagen de Cristo muerto y clavado en la cruz antes que resucitado? ..De modo que no me digan los abducidos que desacredito lo ya desacreditado: sólo lo menciono. Y por mencionar, no me olvido del profundo descrédito del sistema capitalista a la vista del derrumbe de su sacrosanta economía de mercado dirigida por gentes sin escrúpulos ni vergÁ¼enza, pero socorridos con nuestros ahorros cuando los banqueros pierden en sus juegos y tenemos que servirles de banca nosotros, invirtiendo los papeles. Piensan ellos y sus mayordomos los políticos, que nunca nos roban lo suficiente. Y en ello están hasta que les dejemos.
¿A quién puede extrañar que ante semejante estado de cosas existan voces alternativas que reclaman un mundo mejor, más justo, más solidario, más feliz, más pacífico y amoroso? Un mundo que a toda luces no puede ser el que estamos soportando.Y lo mismo que este es obra nuestra- porque todos hemos puesto en él alguna de nuestras miserias personales- también tenemos los conocimientos suficientes en este momento de la historia como para dejar a un lado lo que nos va mal en todos los sentidos y comenzar a dar la vuelta con nuevas perspectivas hacia ese otro mundo que deseamos, tan distinto al de hoy.Y en ese otro mundo que nos aguarda ya no tendrán cabida los vampiros de los pueblos.