EL CRISOL – Pascual Mogica Costa
En la apertura de las fiestas de Castellón, Francisco Camps se ha inspirado en el Caro al Sol y ha dicho que los valencianos son “muy especiales” y “únicos” para celebrar “que los malos tiempos” y el ·frío” van “pasando” y “que empieza la etapa de la abundancia, del sol (“Cara al sol con la camisa nueva…”) del optimismo y de la apuesta por el futuro” (Todo tiempo pasado fue anterior). Camps, dijo también que la Comunitat Valenciana vive ahora “un momento muy especial” porqué inicia la primavera (“Volverá a reír la primavera…”) y el verano, una etapa que a su juicio es “un ciclo mágico de fiestas” (Con tanta fiesta va a ser más aburrido divertirse que trabajar, pero eso sí habrá muchos protagonistas “reales”, no ficticios, de “Los lunes al sol”.
Esperancita Aguirre, la heroína de Bombay, respaldada por Rajoy, esto es muy poco serio en un político que aspira a gobernar, ha llamado a los empresarios a la rebelión para oponerse a la subida del IVA. Ha dirigido su grito de protesta precisamente para arengar a aquellos que no pagan IVA, los empresarios, que como es sabido se limitan a ser meros recaudadores, es decir, cobran el IVA a sus clientes y después de descontarse el que ellos han pagado el resto de lo cobrado (IVA repercutido-IVA soportado=IVA a ingresar) lo ingresa a la Hacienda Pública. Claro que hay que tener en cuenta que muchos empresarios no ingresan el IVA que previamente han cargado a sus clientes, es decir que se quedan con algo que no es suyo. Como también hay que señalar que existe la picaresca de que muchos gastos que no son propios de su actividad empresarial sino más bien lo son de carácter doméstico suelen pedir a sus proveedores que los facturen a nombre del negocio. Esto ocurre, pero no debe tenerse muy en cuenta si tenemos presente aquello que dice que “los honestos son inadaptados sociales” y está claro que hay que adaptarse a lo que la sociedad demanda.
Díaz Ferrán, el presidente de la CEOE, pedazo de empresario, ha hecho una propuesta, esta vez parece ser que va de propuesta y no de “ejemplo”, en el sentido de que habría que establecer un contrato laboral para los jóvenes por dos, tres o cinco años, y que al cumplirse cualquiera de estos ciclos el joven podría ser despedido “con algún tipo de indemnización”. Yo le sugiero Díaz Ferrán, para que ese “algún tipo de indemnización” no le fuese al empresario muy gravoso, que al despedido se le indemnizara con lo siguiente: Dos kilos de arroz, dos de lentejas, dos de alubias, dos paquetes de fideos, dos de macarrones, seis kilos de patatas ( 3 para freír y 3 para cocer), dos envases de caldo (uno de carne y otro de pescado), ocho yogures, a elegir natural, de frutas o de distintos sabores, seis latas de conservas, ninguna de anchoas porque están muy caras, seis envases de a litro de leche, de la normal que es más barata que la que lleva calcio y está desnatada, todo esto es importante señalarlo porque si no la “indemnización” puede subirse a las nubes. Y, si esto no “desborda” la indemnización se le podría añadir una botella de dos litros de cola y otra de zumo de naranja. ¡Ah! y algo que no puede faltar en la compra: el papel higiénico, pongamos diez rollos. No creo que esto suba más de allá de los 40 o 50 euros, con lo cual al empresario le sale bastante asumible el despido de un trabajador joven. Pero usted se preguntará: ¿Y cuando al “indemnizado” se le acabe todo esto? Tranquilo, todo está previsto. Junto con la indemnización se le entregará un certificado en el cual constará su situación laboral –parado- para que pueda presentarlo en cualquier comedor social para que le atiendan sin problemas. “Felices los que nada esperan, porque nunca serán defraudados”
No, no es que Camps, Esperancita y Díaz Ferrán nos tomen por tontos, todo lo contrario, nos hacen justicia y nos tienen muy bien considerados, no hay más que recordar aquello que dice: “Ningún tonto se queja de serlo. No les debe ir tan mal”.