Niñez, juventud, madurez, ancianidad.
Ancianidad, el último eslabón de la vida del ser humano en el cual, se recoge toda la vida pasada con sus diversas experiencias y se aglutina en los años en los que, físicamente el cuerpo empieza a cansarse y la mente experimenta todos los recuerdos del pasado volcándolos muy a menudo, como si de un volcado de memoria se tratase, lo hecho, hecho está, ya el futuro se ve por días y por horas, la perspectiva de nuestra vida da un cambio radical, se está llegando al final de una etapa y las personas nos apegamos a la vida y a los recuerdos como si de un salvavidas se tratase, no dándonos cuenta de la degeneración en la que estamos inmersos, todo se ralentiza, vivimos de la memoria pasada porque el presente, en la mayoría de los casos, es difícil de memorizar, ya nuestra máquina empieza a fallar y nos es muy difícil recuperarnos con la misma alegría que en tiempos pasados.
Tiene que ser duro el mirarnos en el espejo y observar nuestras carnes arrugadas y caídas, sin el brillo de antaño y que en tiempos pasados tuvieron, nuestros cabellos se tornan quebradizos y blancos, no nos gusta vernos así y la lucha o conflicto interno que se tiene que crear, en algunos, casos debe de ser horrible. Ya los días son victorias, el acostarse y el levantarse es un logro, es un día más de vida, es una lucha cotidiana por ralentizar el paso del tiempo.
Tiene que ser difícil dar ese paso atrás y dejarse cuidar en todos los sentidos, porque como seres humanos que somos, nos negamos a envejecer y esa idea, digamos lo que digamos, nos aterra.
Ya no hay futuro, la vida es un corto plazo en el cual vamos hacia atrás pues, como máquinas gastadas por el tiempo, las averías cada vez son mayores y de más difícil reparación.
Nadie nos educa para los últimos tiempos, la sociedad aparta lo viejo y solo quiere lo nuevo, no nos gusta lo obsoleto, de ninguna manera nos gusta lo viejo.
Quiero pensar y desde el punto de vista de la edad actual que tengo, 50 años, que la naturaleza obrará en mí a su antojo, el Señor dispondrá de mi vida y de mis años como desee, pero como ser humano veo la ancianidad y los tiempos en que empiece a notar los años con un respeto inusual, muchas veces decimos: «yo no quiero tener una vejez como fulano o como mengano», y yo, realmente no sé cuando llegue a esos años en qué estado me encontraré, solo espero llegar dignamente y con orgullo al haber cumplido todas las etapas de mi vida y dando gracias a Dios por dejarme llegar a esa época de mi vida con conciencia y dándome cuenta de ella, porque señores, quisiera vivirla y sentirla, ¡y a saber1 después de estar con tantos ancianos como he estado y el Señor me ha dejado estar, no sé todavía qué conclusiones sacar, el tiempo me lo dirá.
Hoy en día, que sólo nos preocupa el retrasar el lógico proceso de la naturaleza, ¿en qué se está convirtiendo el ser humano?, en viejos jóvenes, cuerpos estirados y operados pero mentes y espíritus mayores.
Es un proceso lógico de la vida y tenemos que ser conscientes de ello, llegado ese momento, hay que parar y dejar que los demás te ayuden y descansar pues es lo que toca, la vida llega a su fin y eso es el proceso natural, no podemos estar eternamente aquí, cada cosa en su momento, cuando algo empieza por lógica tiene que acabar pues otros tienen que ocupar nuestros lugares y esos otros tendrán otros que ocuparán el suyo, de eso tenemos que ser conscientes.
No eres niño eternamente, ni joven, ni maduro, todos, todos dentro del proceso natural llegamos a viejos, cada etapa tiene su función y debemos educar a las generaciones venideras en que la vejez es algo que nos alcanzará a todos y no pensar que, ahora que soy joven, pasaran muchos años hasta que me toque a mí, porque un día te acuestas y al día siguiente te levantas y te das cuenta del montón de años que han pasado y nos entra vértigo y queremos parar cosas que son imparables.
Cada etapa tiene su momento, avanzamos y no retrocedemos, así es la vida y no queda mas remedio.
La vejez es difícil y muchos ancianos son difíciles, pero hay que intentar ponerse en su lugar, porque a nosotros también nos llegara y no sabemos en qué estado llegaremos.
No me gustan esas gentes que no quieren ver el problema de los mayores porque piensan que no les toca o no quieren problemas.
Yo fui joven y ahora soy maduro y lo siguiente será la última etapa que quede por cumplir y no tengo más remedio que continuar avanzando hasta el fin de mis días, cuando el Señor disponga de mí, aquí me tendrá, peor o mejor pero aquí me tendrá.
Cuando uno vive siendo consciente que llegará a mayor absorbe el tiempo de otra manera, le da el valor a las cosas que antes no le daba y es consciente, muy consciente, de que el tiempo pasa y no se detiene, sabe que un hoy trae un mañana y que todo pasa y nada se queda estático en este mundo y le gusta disfrutar más de las cosas y ya no nos gusta desaprovechar o malgastar los días, con sus momentos malos o buenos, nos angustiamos menos por la mejor consciencia del paso del tiempo y nos aflora el sentido común que en la juventud, y en algunas personas, nunca le llega a aflorar.
Cuento lo que siento en estos momentos y lo que he vivido con ancianos, no soy científico, ni doctor en nada, solo tengo experiencia de vida y a ella me agarro.
Como cualquiera pierdo los nervios con las cosas de los ancianos, con su intransigencia, con su testarudez, con su soberbia, etc….. y también me gusta su ternura, su cariño, su sinceridad y su modo de ver la vida desde sus experiencia. En cualquiera de los casos ellos también vivieron una vida a su manera, llena de alegrías y de tristezas, de dudas y amarguras porque no siempre fueron ancianos y, aquellas personas que no les gusta lo que huele a viejo, que sepan que también pasarán por ello, que recuerden que la vida avanza para todos y que no perdona a nadie.
No me gustan aquellos que se meten con los mayores desde la prepotencia de su juventud y su falta de respeto, hay que cuidarlos como adultos que también son, pero no menoscabando su ya (en algunos casos) hundida personalidad, pues todos perderemos mucho en este largo camino de la vida y, físicamente muchísimo más, y los que en su día fueron jóvenes, soberbios y prepotentes, se volverán ancianos caducos y cansados y, entonces ¿que sucederá? ¿qué aplicaran a su vida? ¿de qué se acordarán?, de lo que en su día dijeron a otros y que ahora, ellos delante del espejo, se van marchitando también.
La vida pasa y hay que ser consciente de ello, educar en valores y respeto y sobre todo, conciencia de vida y de sus etapas, todos nos vamos envejeciendo, y cuando digo todos es todos en general, porque yo soy muy consciente del paso del tiempo, de las etapas pasadas y vividas y sé que el tiempo no para a esperarme, no sé si como yo hay muchos, pero cómo afronto la vida y cómo la vivo, es algo que me gusta y quiero disfrutar, deleitarme en los años y lo que acontezca en cada uno de ellos y, cuando llegue el momento, retirarme con el ser que quiero, si Dios lo permite, y disfrutar de esos años que a mi se me antojan llenos de emociones, vida y muchas, muchas sensaciones que me harán sentir pleno y lleno de vida.
Gracias Señor, por dejarme llegar a mis 50 años con la sensibilidad, sentido común y buen hacer. Gracias por dar un giro a mi vida, y gracias por ser quien eres y escucharme. Gracias por rodearme de buena gente y de mala también, gracias por hacerme sentir la vida como la siento, siempre me tendrás a tu lado para todo y siempre, me acordare de Ti, dándote gracias por las cosas buenas y malas de la vida porque todas tienen algo que aportarnos. Cuando quieras disponer de mí, aquí me tienes, no hay miedos, sino curiosidad, porque Señor, te siento a mi lado y confío en tí.