Sociopolítica

Totus Revolution o la Ignorancia de los descontentos

  • Bajo el lema de la distorsión semántica caemos en el absurdo. No importa el contenido real de las cosas, solo las formas son válidas, disfrazadas de un porvenir glorioso.

Me explico: Nos castigamos para castigar al vecino que consideramos culpable de la situación actual.

Lenin

Foto: Pixabay

Puedo sacarme un ojo si al vecino se le sacan los dos, porque entonces el tuerto es rey. Distorsión semántica, por ejemplo es: Al aborto se le llama terapeútico. ¿Para quién? No será para el feto que es aniquilado. Progreso: ¿para quién?, si no es para la clase dirigente, con empobrecimiento para el resto.
Gobierno de progreso, ¿qué es? ¿Qué significa? ¿Significa algo más que no sea únicamente el nombre? Porque si progreso, es volver al paro, que los inversores huyan, que el mal gusto siga imperando, que la bazofia populista siga contaminando e inundando las calles no solo de suciedad física sino moral, donde el todo vale impera, donde la relativización es la ley reinante, donde en nombre de la libertad de expresión se pisan los derechos y el buen gusto de los ciudadanos, donde la religión es considerada el opio del pueblo, pudiéndose en consecuencia ultrajar y derramar sobre ella el estercolero de la blasfemia… entonces sí somos progresistas. Sí, ya, el progreso está con nosotros, y ya somos ‘guays’ y vanguardistas. Así ya, felices, podemos revolcarnos en este estercolero y gritar y reivindicar los derechos del mal gusto, del hambre, de un progresismo que camina ‘libre’ hacia una sociedad, abiertas sus puertas, de un materialismo leninista; donde la miseria sea para todos menos para la futura y ya presente nueva clase dirigente que reinará satisfecha y con prebendas a manos llenas sobre una masa, una nueva ‘suciedad’, perdón sociedad, jodida pero contenta.

Un pueblo que olvida su historia, está condenado a repetirla, pero ¡que digo olvida! Mejor decir ignora, porque no ha recibido la educación de la historia, sino el desafuero de la intoxicación mediática y el consumo de la pornografía imperante. ¿Cómo va a recordar lo que no ha estudiado, que no sea el odio separatista y el falseamiento de la historia, a conveniencia de los nuevos reinos de taifas, instalados por la ignorancia de las conciencias?

Se oyen nuevos cantos de sirena de unos nuevos Prometeos que arrastran el barco de nuestra sociedad hacia bancos de arena que nos harán encallar. Donde lo que llaman progreso acabará con el auténtico.

Y es que el ansia de poder ciega las conciencias y hace que nos abramos ‘progresivamente’ hacia el Paraíso Comunista, donde el fin justifica los medios, donde el llamado progreso aprueba la mentira, el mal gusto, la difamación y el escándalo, incluso de los más inocentes: los niños… Pero ¡ay de aquellos que escandalicen a los niños! Más les valdría ponerse una rueda de molino y arrojarse al mar de esta indiferencia, cobardía, de esta disolución progresiva de la unidad de España.

¿Por qué los valientes escupen su odio en las puertas de nuestras Iglesias? ¡Qué digo, las puertas, sino hasta adentro! Cuando las asaltacapillas entran y airean sus cuerpos serranos y piquitos de oro, valientes para difamar a los cristianos, y cobardes para no hacerlo en las mezquitas…

Las nuevas caras populistas son verdes por fuera y rojas por dentro. Bajo la excusa de llevar la justicia a los pobres, se alzan al poder, y una vez en él, éstos ya no interesan.

Lo que les ‘mola’ es el dominio de los entresijos del poder del Estado, y así controlar todas las estructuras de inteligencia, de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial.

El viejo comunismo hoy es populista

El puño cerrado sigue no obstante imperante en las formas y en las proclamas, donde la corrupción ensanchada para unos y minimizada para otros por los mass media, les ha abierto las puertas de par en par. Donde la ignorancia popular ha sido el peldaño que les ha aupado, junto a las ansias desmedidas y traicioneras de los políticos de turno.

Caminamos, estamos ya inundados de anarquismo beligerante, de ideas y de formas de mal gusto cobardes y destructoras de una convivencia sana y libre. Son fuerzas oscuras, carentes de luz trascendente. Fuerzas anárquicas, donde todo vale, que nos arrastran a la oscuridad reinante. La luz de la Verdad Trascendente ofende, denuncia, la oscuridad de esta sinrazón, y por ello hay que apagarla y luchar contra todo lo que la represente. Toda liturgia religiosa es difamada en la crítica burlesca y despiadada, donde la blasfemia cobra un especialísimo lugar.

¡Sigamos a estos Mesías del Mal! Nos llevaran al progreso de la autolisis, de la destrucción de los valores, de la miseria envolvente del rencor, de la envidia. Y cuando estemos todos inmersos en este fango de miseria, regodeados de impúdico mal gusto, ya será tarde para volver atrás. Nos quedaremos petrificados en sal como la mujer de Lot mirando a la Pobre España, rasgada y malherida.

¡Pobre España! Te quieren dividir los enemigos de siempre: son caras nuevas pero en realidad son chistes viejos. Se les ve el plumero de siempre: del totalitarismo y la anarquía históricos. La excusa de este asedio que sufrimos han sido los pobres de siempre y, además, la corrupción. Pero los pobres no importan, en realidad han sido la excusa.

Todos caminamos ignorantes hacia este progreso: la mentira, la anarquía, el totalitarismo, el desprecio de lo sagrado, de los derechos básicos.

Todos, con el puño cerrado, sigamos así este progreso, caminando ignorantes la mayoría, cantando el Himno de la Internacional.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.