La sociedad devalúa la formación profesional (FP). Durante años se ha pensado que fue creada para aquellos que no tienen capacidades para ir a la Universidad. Se ha puesto el énfasis en el título, cuando lo importante es el trabajador y sus características. El mercado laboral sufre las consecuencias.
El Gobierno de España pretende ampliar a 62.000 el número de alumnos matriculados en estudios de módulo medio y superior a distancia, el doble que en 2010. Ha elaborado un plan de convalidaciones para superar la parte práctica de los cursos con experiencia laboral. Esta modalidad de enseñanza está pensada para trabajadores en activo o con experiencia previa y se realizará a través de cursos online. Ángel Gabilondo, Ministro de Educación español, sostiene que se trata de una educación de alta cualificación y sirve para el desarrollo personal y para acceder al mercado laboral. El sector que más se pretende beneficiar es el de la construcción, uno de los más castigados por la crisis.
Se necesitan miles de técnicos de grado medio y superior para mejorar la productividad de las empresas y su rendimiento. El 68% de los estudiantes alemanes escogen FP cuando terminan la educación secundaria obligatoria, según datos de la Oficina de Estadística de la Unión Europea (EUROSTAT). No es casualidad que Alemania haya logrado el pleno empleo en época de depresión económica. Las transformaciones que el mercado laboral ha sufrido en los últimos años han llevado a una educación enfocada a áreas profesionales en lugar de a puestos de trabajo. Se precisan técnicos capaces de trabajar en las distintas fases de un servicio o proceso productivo. Desde la construcción de máquinas hasta su reparación, desde la atención al cliente a la contabilidad.
Enseñanza profesional y Universidad son sistemas distintos, preparan para empleos diferentes. Uno no es mejor que el otro. En función de sus deseos y capacidades el alumno debe decidir con el apoyo y asesoramiento de su entorno, cuál se adapta mejor a sus posibilidades.
Los incentivos sociales basados en el prestigio y la intención de cumplir con los deseos familiares empujan a miles de personas a matricularse en facultades donde no encontrarán su sitio. Se ha olvidado que lo más importante es la felicidad. La formación académica abre puertas al mercado laboral. Si no se encuentra una educación adaptada al alumno, éste se verá atrapado durante años en un trabajo que no da sentido a su vida. Un estudiante que desea construir rascacielos puede convertirse en el más feliz de los delineantes o en un arquitecto frustrado.
Con la llegada del siglo XXI nueve de cada diez niños tienen acceso a la educación en América Latina según Ernesto Espíndola y Arturo León, de la división social de la Comisión Económica para América Latina de la Organización de Naciones Unidas. Sin embargo, la mayoría de estos niños abandona los estudios muy pronto, cuando aún no han adquirido el capital educacional mínimo para mantenerse fuera de la pobreza. Espíndola y León sostienen que la deserción escolar genera elevados costos sociales, como disponer de una fuerza de trabajo menos competente y más difícil de calificar. Estudios primarios enfocados al mundo profesional podrían alargar la permanencia de los escolares en las aulas, que en muchas ocasiones abandonan los estudios para trabajar. Se percibiría la enseñanza como algo más que números y letras, como una vía laboral que permita obtener los ingresos necesarios para ganarse la vida con dignidad. Además permitirían al Estado sacar más rendimiento a sus inversiones en educación.
Worldskills es una organización internacional no gubernamental que busca promover las capacidades de los estudiantes de reparación de carrocería de vehículos, cocina, control industrial o servicio de restaurante y bar entre otras modalidades. Celebra todos los años impares el Concurso Mundial de las Profesiones en que participan representantes de los 52 países miembros. Entre sus objetivos se encuentra el desarrollo de acuerdos con empresas y organismos gubernamentales con el fin de promocionar el valor de los trabajadores cualificados a nivel mundial.
Miles de alumnos ocupan aulas universitarias a las que no desean acudir. Mientras, las empresas necesitan técnicos y trabajadores cualificados que ocupen sus áreas productivas. El debate social sobre la superioridad formativa de la Universidad no tiene sentido. Un Catedrático en biología nunca despreciará el trabajo de un jardinero.
Javier Fernández Díaz
Periodista