En el titular pensé poner primero al hombre… pero visto el comportamiento general del hombre, lo he pensado mejor y en puesto en primer lugar a los perros; puesto que el perro es siempre perro y por ende… el mejor amigo del hombre; aunque este hombre muchas veces no merezca el cariño de su perro.
Y es el inicio de un pequeño gran relato y que le cuento al viento… y a ustedes si es que lo leen y les interesa.
Vengo observando hace años y en mis paseos matutinos, a un hombre ya anciano, que cojea y se ayuda con un bastón o garrota para andar mas seguro; siempre llevaba con él a un viejo perro de buen tamaño. Como coincidÃamos en unos jardines, observé que «perro y hombre» ya eran uno sólo, puesto que observé le hablaba en plena calle y sin importarle nada de lo que ocurriera a su alrededor. Un dÃa le oà decirle… «yo soy tu amigo; y más cosas»… cuando llovÃa lo aparejaba con un burdo impermeable, realizado con algún trozo de plástico transparente; le llevaba una bolsita con algo de alimento, limpiaba sus deposiciones recogiendo sus excrementos y en definitiva, lo tenÃa muy bien cuidado, como luego y esta misma mañana me ha confirmado; puesto que lo he abordado al observar que hace varios dÃas que ya va con otro perro, este de mucho menor tamaño y que también lo lleva de bien cuidado como al anterior.
-Buenos dÃas… ¿qué ha pasado con el otro perro?… me mira con ojos tristes y me dice… hace unos dÃas que se me murió… lo siento, le digo; yo también tuve que enterrar a dos perros y ambos me ocasionaron lágrimas y cierto dolor y también tengo mi tercer perro… él me dice… sÃ, yo también es ya el segundo que se me muere; este ya era viejo, casi quince años tenÃa… y me cuenta el último dÃa vivido por ese para él… entrañable amigo.
-Ya lo notaba muy débil, estuve tres años medicándolo para el fortalecimiento de sus huesos, pero ya se iba apagando… el último dÃa, me pidió que lo sacara (me ladraba de forma especial cuando querÃa salir) y salimos de paseo, pero en un traspié se debió hacer daño y lo tuve que llevar en brazos a casa; allà fue andando hacia su cama y se acurrucó; lo dejé descansar tras acariciarlo y hablarle… luego me fui a cenar y como siempre, le llevaba algo de lo que yo ceno… pero no quiso comer nada… me miró y luego recostó su cabeza en el lecho… me fui de nuevo al comedor y cuando volvÃ, me lo encontré «ya tieso»… habÃa muerto silenciosamente, tranquilamente, no hizo ningún ruido… quizá no quiso ni molestarme… lloré mucho, pero reconocà que era ya muy viejo y habÃa llegado su hora… lo he enterrado en una tumba de mármol (no me dijo donde ni la descripción de la tumba)… este (añadió) he querido que estuviese asÃ; el anterior, lo llevé a una pequeña gruta que hay cerca del barrio donde antes yo vivÃa (San Felipe ) y en la vertiente del cerro se encuentra. La gruta la tapié… asà uno descansa en forma de la época troglodita y este en la moderna… a los dos los cuidé muy bien… y este que llevo ahora, proviene de un asilo de perros y me han dicho que habÃa sido muy maltratado… lleva sólo cinco dÃas conmigo y ya se me quiere subir a la cama.
Terminamos y lo veo con los ojos llenos de lágrimas… no me extraña ello, yo sentà algo similar (ver en mi web relato «Adiós a Ciro»); le sonrÃo le digo algunas palabras de ánimo y les deseo largos años de vida feliz a ambos… perro y hombre… y me despido de él… y de inmediato me pongo a escribir esto que usted ha leÃdo.
Después me siento mejor y medito… sÃ… quizá no todo está perdido, aún hay muchos hombres en este pobre planeta, que sienten de esta forma que este anciano (y cuyo nombre ni sé)… me ha demostrado. Quizá alguna vez aprendamos a querer a los hombres, de similar forma a que muchos hombres y mujeres, quieren a sus perros. Los perros son mucho más limpios que nosotros… ellos quieren hasta a sus malos amos y que los maltratan.