Esta crisis es un aliciente a las ‘mentes pensantes’ para descubrir cómo intervenir en las cuestiones sociales, en especial, de la economía por medio de los instrumentos de la política pero también, además de este claro y básico objetivo se destilan muchos otros ocultos tras el velo de las ideologías. Los valores acompañan con firmeza a las ideologías y dictan lo que aceptable o no aceptable y reprobable, muchas veces, cuando se tratan de abstracciones mayores como los que incumben a las sociedades a nivel ‘macro’, los valores se conforman bajo la silueta de moldes fabricados por FashionIdeology I.n.c. Esta ‘empresa’ pone de moda sus productos en el mercado ideológico y todo aquel que no los adquiere es considerado un retrógrado, alguien ajeno al mundo, un ‘raro’ y no sé qué más. Cabe analizar no sólo cuál es el fundamento de la ideología imperante y cual es su alcance, qué comprende si no también cuales son los marginados de todo esto como las consecuencias de abundar el camino trillado y trendy del momento tanto para actuar como para criticar, pues las dos son la cara y la cruz de la misma moneda.
Me ha llamado la atención la denominación de ultracentrismo para aludir a aquellos tan cómodos con lo que hay, o que lo defienden casi como los fundamentalistas religiosos su credo ¿Y qué es lo que hay? Primero una línea que apuesta tan fuerte que avasalla con el control rigurosos del déficit y que, por tanto, culpa de los males a este elemento producto de los desbalances de los presupuestos estatales. La segunda línea son los conservadores de izquierda, aquellos que lejos de pedir el cambio claman a regresar al punto de partida aun a sabiendas de su coincidencia con el inicio de los problemas. Rechazan de pleno los ajustes porque desbarata los derechos sociales adquiridos y atacan con medidas de crecimiento tan imprecisas cuya máxima ocurrencia es el subvencionismo sin preocupación de la financiación. Estos dos grupos, cuando son inflexibles en su lucha, en sus justificaciones, etc. urden finamente el conglomerado del ultracentro, la facción política caracterizada por el conservadurismo atroz de las recetas de siempre, tanto por la derecha o por la izquierda; son los que plantean inteligentes debates sobre si subir impuestos es de zurdos o de diestros. Ellos desentiman todo lo diferente a su mundo dual de dos lados irreconciliables con unos estándares sólidos producidos en serie y reproducidos en los debates políticos como en los congresos por los actores de los bipartidismos de turno en cada país.
La gente que, siendo técnico en la materia (o no), quiere tener trascendencia, que se prueben sus medidas o, por lo menos, tener la deferencia de ponerlas sobre la mesa es víctima del rechazo de los conservadores de la izquierda y de la derecha, cuando no de los centristas propiamente nombrados, es decir, los llamados ‘moderados’, los ‘razonables’. El batiburrillo del ultracentro vuelve a demostrar su xenofobia ideológica porque las propuestas que usted pone en debate no han sido llevadas a cabo en los últimos 100 años o, más bien, son propias de la Alemania entreguerras, o de la Inglaterra de la revolución industrial, o de la España de la República e incluso del régimen de Franco. Así que si proponemos nuevas figuras tributarias, nuevos instrumentos en política económica, todos ellos, son rebatidos hasta dejarlos a la altura del betún. “Pero que se ha creido usted que va a revolucionar el mundo. Mira los iluminados de la URSS con sus utopías y donde les llevaron”.
De esta forma, la guerra dialéctica por la teoría económica del Todo, donde se debaten los principales representates del Keynesianismo clásico, el post-keynesianismo, los neoliberales, los liberales y alguna teoría más por ahí menos conocida podría desentrañar los errores del sistema-mundo y sugerir los remedios para las crisis cíclicas, además de cómo afrontar los retos del siglo XXI -pobreza, medio ambiente, etc.-. La batalla académica muere en las universidades mientras el mundo cree en sus tecnócratas, como ajenos a sus alineamientos economico-políticos, tienen en exclusiva las soluciones inmediatas como las sopas Avecrem y que todo es cuestión de plantar la semilla y dejar que crezca, con cuidado de regarla de vez en cuando. ¡Oye! ¿dónde están esos científicos sociales como sociólogos o politólogos? Se refugían en las academias o los medios los apartan para no oir sonidos estridentes que desentonen con el ambiente ideológico. Nadie ha planteado reformar las instituciones europeas, salvo como anécdota para reirse un poco porque como se insista y se insinue que se va en serio te censuran como mínimo los mimebros del clan de ultracentro.
En fin, sabemos pues que el liberalismo (que no con el prefijo ‘neo’) ha sido despachado de la política, también los neomarxistas, también los apoyos de la tercera vía de Giddens, los nacionalistas, los anti-globalización, los… Da igual, si todos son extranjeros a los ojos de los centristas xenófobos ideológicos. Después es Le Pen el terror de la política en Francia. No sé quién es peor, perdón, sí lo sé…