Es la noticia del día, del mes, del año y puede que del siglo, o no, no sé, eso se lo dejo a los periodistas, a los de verdad, a esos que sufren las directrices corporativas y la confluencia de intereses en pos de una verdad, u otra.
Se trata de una noticia prefabricada para llenar portadas de periódicos, aglutinar minutos de telediarios y centrar todas las tertulias radiofónicas, se trata de la noticia del patrimonio de los miembros del Gobierno, que hoy ha publicado el Boletín Oficial del Estado (BOE).
Si no entramos en las cifras que a mí, particularmente, no me interesan, aunque seguro que por ahí habrá gente que centre sus comentarios en ello, hay que reconocer que esta es una medida excelente y que debería de expandirse a todos los ejecutivos nacionales, ya sea a nivel nacional o a nivel autonómico y municipal.
Cada político que accede a un cargo público debería de hacer saber a los ciudadanos que lo han elegido el patrimonio que posee al entrar. De la misma forma haría público el patrimonio al salir y se podría hacer una comparativa que permitiera determinar la existencia, o no, de variaciones sustanciales en el mismo.
De esta manera cada político tendría que responder ante su electorado y no podría enriquecerse ilícitamente ya que su patrimonio sería siempre público. No hay que olvidar que al acceder a un cargo público se pierde la privacidad propia de cada individuo.
No importa el valor absoluto de cada patrimonio, ya que eso depende de la fortuna familiar de cada uno y de la buena gestión que haya realizado a lo largo de su vida, sino de las posibles variaciones que pudieran aparecer.
No se juzga el valor sino la variación. Por ello el valor del patrimonio de Zapatero no es importante, sólo importa la diferencia con el patrimonio que tenga el Presidente al salir del Gobierno.
Sólo es una pequeña gota en un inmenso océano, una forma de poder controlar la gestión de los cargos públicos de manera objetiva, porque todos sabemos que existen otras miles de maneras de caer en las redes dle amiguismo, de las corruptelas, y de la prevaricación, aunque es un buen comienzo.