¿Son buenos los datos de desempleo que hemos conocido hoy? Ni sí, ni no, sino todo lo contrario. Se pueden hacer tantas valoraciones como se quieran y todas llevarán parte de razón porque, como cualquier estadística, todo depende de la perspectiva con la que se quiera analizarla y la serie con la que se quiera comparar.
Si analizamos la senda de evolución del desempleo en los últimos meses y la comparamos con las cifras de marzo del año pasado, no nos queda otra que aceptar que los datos que hemos recibido hoy son buenos, en el sentido de que se aprecia un freno evidente en la destrucción de empleo.
Por otro lado, si analizamos los datos desde un punto de vista puramente objetivo, no nos cabe otra que reconocer que es un mal dato porque arroja 36.000 nuevos dramas en un mes que se ha comportado, tradicionalmente, bien en términos de empleo, gracias al tirón hostelero de la Semana Santa.
Sin embargo, aún reconociendo las dos vertientes del análisis, hay que aceptar que el dato es bueno porque se empieza a notar cierta mejoría en la economía, con sectores que se empiezan a recuperar y actividad económica que comienza a renacer de sus cenizas.
Nada para echar las campanas al vuelo, sólo un punto de partida, unos cimientos endebles en los que basarse para intentar levantar un nuevo edificio de creación de empleo, la asignatura pendiente del Gobierno, que no está siendo capaz de apoyar la recuperación del mercado.
Porque el mercado está dando pequeños pasitos, pero necesita el empujón definitivo del Gobierno para recuperarse de manera definitiva. Hasta ahora el Gobierno no ha hecho nada, nada provechoso quiero decir. Hay que reconocer que en ocasiones lo ha intentado, equivocándose casi siempre, pero también hay que criticar que otras muchas ha optado por ignorar los problemas como solución de emergencia. Ahora no puede mirar hacia otro lado.
Debe olvidarse del diálogo social, que no está yendo hacia ningún lado, ni hacia adelante ni hacia atrás, y comenzar a legislar el mercado laboral, comenzar a flexibilizar los contratos, los despidos y eliminar, de una vez por todas la dualidad contractual entre trabajo temporal y trabajo indefinido que lo único que hace es generar empleo precario y dificultar el acceso de los jóvenes al mercado.
Ahora es el momento, ahora es cuando Zapatero puede recuperar el crédito que ha perdido de todos nosotros o demostrarnos lo que creemos que es, un político brillante pero un Presidente mediocre.