En el estudio más exhaustivo realizado sobre los vínculos entre forestería y medios de vida, investigadores desafiaron la sabiduría convencional acerca de áreas clave, como la importancia de los ingresos ambientales, los roles de hombres y mujeres en el uso de los productos forestales y la función de los bosques como redes de seguridad.
“Es fácil crear estereotipos acerca del mundo”, dijo Arild Angelsen, profesor de economía en la Universidad Noruega de Ciencias de la Vida y coordinador del estudio global. “Dentro de ciertas narrativas establecidas, hay muchas variaciones y matices”.
El estudio fue llevado a cabo por la Red de Pobreza y el Medio Ambiente (PEN, por sus siglas en inglés), un esfuerzo colaborativo liderado por el Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR). Cinco trabajos de investigación complementaria abordan los temas de generación de ingresos y medios de vida rurales, redes de seguridad durante periodos de escasez, género y uso del bosque, aclareo de los bosques y medios de vida, y tenencia e ingresos forestales. Los trabajos figuran en una edición especial de la revista World Development junto con un estudio de caso de PEN y otros seis estudios no realizados por PEN, que van desde estudios realizados a nivel local hasta análisis a nivel nacional.
Entre los aspectos más sobresalientes de los resultados del estudio, que abarca una muestra amplia de aproximadamente ocho mil hogares en 24 países, figuran los siguientes:
- Los ingresos obtenidos a partir de los bosques naturales y otras áreas naturales representaron el 28 por ciento del total de los ingresos del hogar, casi tanto como los cultivos.
- Los bosques estatales generan más ingresos que los bosques privados o comunitarios.
- Hombres y mujeres generan los mismos ingresos a partir de los bosques, lo que contradice algunas creencias que han prevalecido por largo tiempo.
- Como “redes de seguridad” en respuesta a épocas de crisis y como fuente de ingresos alternativos entre cosechas estacionales, los bosques parecen ser menos importantes de lo que se creía anteriormente.
- Si bien se responsabiliza frecuentemente de la deforestación a los segmentos pobres de la población, ellos desempeñan un rol modesto en el aclareo de los bosques en esta muestra.
“Confieso haberme sorprendido al ver que los ingresos derivados del medio ambiente fueran tan elevados”, dijo Sven Wunder, director de la oficina de CIFOR en Brasil, y editor principal invitado del número especial de la revista. “Nuestros resultados muestran que, incluso después de 10 mil años, desde el inicio de la Revolución Agrícola, los pobladores rurales en los países en desarrollo todavía dependen fuertemente de la naturaleza para obtener sus medios de vida.”
Las raíces del estudio son profundas
En el 2000, un estudio de caso histórico en Zimbabue, realizado por William Cavendish, argumentó que el análisis de hogares y recursos ambientales adolece de datos adecuados. “Ese estudio nos dio el impulso para llevar a cabo nuestro trabajo”, dijo Angelsen. “Queríamos obtener una visión más representativa del papel de los bosques y los ambientes naturales en las áreas rurales, no solo en Zimbabue sino también en otros países”.
Pero ¿cómo hacerlo? Un proyecto de tan amplio alcance totalmente financiado resultaba prohibitivamente costoso. Los investigadores de PEN se dieron cuenta de que los estudiantes de doctorado altamente motivados, frecuentemente dan lo mejor de sí en el trabajo de campo, pero operan en forma aislada, con poco apoyo financiero, institucional o emocional. Por ello, PEN procuró crear una red de colaboración de alumnos de doctorado, ofreciendo cierto apoyo financiero, acceso a talleres de trabajo y supervisión, generando al mismo tiempo datos comparativos para el estudio global.
“Siempre digo que el modelo de negocio de PEN consiste en explotar la soledad de los alumnos de doctorado dándoles cariño y atención” dijo Angelsen bromeando. “Y funciona. Ellos reciben respuestas a sus correos electrónicos y preguntas al día siguiente. Sienten que no están solos en el campo”.
A partir de talleres que trabajaron con tres métodos entre 2004 y 2006, 33 socios de PEN y sus equipos recolectaron datos de campo entre 2005 y 2008. Durante 12 meses entrevistaron a más de 8,300 hogares en 333 aldeas de 58 localidades, en 24 países en desarrollo. Al hacerlo, realizaron unas 36 mil visitas a hogares, generando alrededor de 250 mil páginas de cuestionarios. Con más de 2,300 campos de datos, la base de datos global de PEN tiene ahora 15 millones de celdas de datos.
“No es una muestra aleatoria”, dijo Wunder. “Tuvimos que encontrar socios dispuestos a participar y aceptar los lugares que ellos habían elegido, luego aportamos recursos para llenar algunos de los vacíos, particularmente en Africa occidental. Aún así logramos alcanzar un balance en cuanto a tipos de bosque y áreas rurales en los países en desarrollo de estos tres continentes. Este es el contexto en el que podemos extrapolar los resultados razonablemente”.
Dentro de esos países, la muestra está algo sesgada a las áreas con grandes cantidades de bosques. “No está en el medio del bosque con una cobertura cercana al 100 por ciento”, dijo Wunder. “Está en una extensión donde ha ocurrido algún desarrollo –no totalmente aislado de los mercados– pero todavía con una cubierta forestal considerable”.
Al inicio del proceso, los investigadores estaban intentando publicar los resultados en una edición especial de World Development. En 2005, la revista había lanzado una publicación temática sobre “medios de vida, bosques y conservación” que reconocía la necesidad de llevar a cabo mucho más trabajo empírico para generar datos comparables. Tanto Angelsen como Wunder contribuyeron a la publicación como coeditores, incluyendo el artículo de información general.
“En ese momento, identificamos claramente un vacío de datos comparativos de alta calidad en muchos temas sobre bosques, pobreza y política”, dijo Wunder. “Por lo tanto, nos pareció lógico hacer un seguimiento a esas necesidades expuestas en la misma publicación una década después”.
Los artículos incluidos en el número especial de 2014 se basan en información recogida en un taller realizado en 2011 en la Universidad de East Anglia en Norwich, Reino Unido. “Los investigadores de PEN se reunieron con personas que estaban llevando a cabo actividades similares en otras organizaciones y redes”, dijo Wunder. “Algunos de sus trabajos están incluidos en la edición especial. Esos trabajos son interesantes porque complementan el estudio global, al analizar intervenciones específicas que afectan la dinámica de los medios de vida”. Bauch, Sills y Pattanayak, por ejemplo, emplean datos de panel para examinar los impactos de los Proyectos Integrados de Cooperación y Desarrollo (ICDP, por sus siglas en inglés) en la Amazonía brasileña, en tanto que Clements, Suon, Wilkie y Gulland analizan los impactos de las áreas protegidas en los medios de vida locales en Camboya.
Mirando al futuro
Angelsen y Wunder ven el trabajo de PEN como un catalizador para realizar mayor investigación. “Es lógico usar lo que hemos hecho como una línea base”, dijo Wunder. “Podríamos regresar a algunos de esos hogares y familias dentro de cinco o diez años para ver cómo han cambiado las cosas”. Y explica que este enfoque está alineado con el programa Bosques, Arboles y Agroforestería de CGIAR –del que CIFOR es socio– el cual estudia “sitios centinela” durante períodos largos para obtener una perspectiva amplia.
“Cultivos, ganadería, trabajo agrícola, negocios – hay una amplia gama de análisis que se pueden realizar empleando el conjunto de datos de PEN”, dijo Angelsen. Por ejemplo, las encuestas registraron si las personas sonreían al dar las respuestas. Usando las sonrisas como un indicador, un investigador probará la relación entre la igualdad de ingresos y la felicidad. Los investigadores también quieren vincular los datos de PEN con los datos de los sistemas de información geográfica (SIG) para evaluar en qué medida los ingresos (generados a partir del medio ambiente) dependen de las condiciones naturales y del acceso al mercado. Angelsen dijo que quiere probar la hipótesis de que los agricultores de medianos ingresos, y no los ricos o pobres, participan en grupos de gestión forestal. Sin embargo, otro trabajo podría enfocarse en el papel del capital social, por ejemplo, si las familias tienen fe en que un vecino puede brindarles dinero en efectivo en caso de emergencia.
Más aun, debido a que el conjunto de datos se está poniendo a disposición del público, los investigadores que no pertenecen a PEN podrán explorar sus propias inquietudes. Angelsen espera que muchos trabajos utilicen los datos: unos 50 trabajos en los próximos cinco años lo harían feliz.
“Espero que alguien analice la dinámica de la pobreza”, dijo. “La idea de que las áreas rurales son estáticas y que las personas pobres son pobres siempre, es errónea. Trabajando con datos en series de tiempo, uno puede ver quién es pobre de un año al otro. La variación en el tiempo es una fuente adicional de información. Uno no obtiene ese tipo de datos con una sola medición. Todavía hay mucho trabajo interesante por hacer en base al seguimiento de las encuestas en algunos de los lugares de PEN”.
El estudio mundial contó con el apoyo financiero de ESRC-DFID, DANIDA, USAID (BASIS-CRSP), IFS y CIFOR.
POR Mark Foss
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