«Los buenos lectores aprenden de las señales auditivas repetitivas, los malos lectores no». Así lo indica una nueva investigación, publicada esta semana en la revista Neuron, que muestra cómo los niños y niñas con dislexia evolutiva tienen dificultades para separar la información auditiva relevante de los ruidos de fondo.
La mayoría de los niños y niñas en edad escolar son capaces de centrarse en la voz del profesorado entre la cacofonía de un aula gracias a que el cerebro se concentra automáticamente en la información auditiva relevante, predecible y repetitiva.
Sin embargo, en el caso de estudiantes con dislexia evolutiva, la voz de quien imparte clase se puede perder entre el ruido de fondo que producen los golpes en los casilleros, los niños que susurran, los gritos provenientes del patio y el roce de las sillas.
“La habilidad para aguzar o sintonizar de forma precisa los elementos repetitivos es crucial para oír el habla con ruido, ya que permite el ‘etiquetado’ superior del tono de la voz, una indicación importante para lograr distinguir una voz en particular de entre el ruido de fondo”, afirma Nina Kraus, primera autora del artículo.
El estudio, realizado por investigadores del Laboratorio de Neurociencia Auditiva de la Universidad de Northwestern (EE UU) y publicado esta semana en la revista Neuron, confirma que los niños y niñas con este trastorno neurológico (que afecta a la capacidad de lectoescritura de entre el 5 y el 10% de los escolares) tienen dificultades para separar la información auditiva relevante de los ruidos que compiten con ella.
La investigación no sólo confirma esos trabajos, sino que presenta evidencias biológicas de que los niños que tienen problemas para oír el habla con ruido de fondo, también sufren una incapacidad neuronal medible que afecta de forma negativa a su habilidad para usar las regularidades en el entorno sonoro.
Además, los investigadores encontraron que los niños disléxicos mostraron una mejor actividad cerebral en la condición variable, lo que podría permitir a estos niños representar su entorno sensorial de una forma más amplia y, posiblemente más creativa, aunque a costa de la habilidad para excluir los sonidos irrelevantes como por ejemplo el ruido.
“El estudio nos permite acercarnos más a comprender el procesamiento sensorial en niños que experimentan dificultades para excluir el ruido irrelevante, y proporciona un índice objetivo que puede ayudar en la evaluación de los niños con problemas de lectura”, sostiene Kraus.
Tecnologías inalámbricas para malos lectores
El experimento consistió en que «buenos» y «malos» lectores vieran un vídeo mientras se les presentaba el sonido ‘da’. En la primera sesión se repitió constantemente el sonido “da”. En la segunda, el sonido “da” se presentó de forma aleatoria entre otros sonidos del habla. En una sesión adicional, se pedía a los niños que repitieran las frases que se les presentaban entre niveles crecientes de ruido.
“El sistema auditivo de los buenos lectores ‘sintonizaba’ el contexto de sonido del habla presentado de forma repetitiva y aguzaba la codificación del sonido. Por el contrario, los malos lectores no mostraron ninguna mejoría en la codificación con la repetición. Asimismo, encontramos que los niños con un sistema auditivo adaptativo obtuvieron un mejor rendimiento en los tests en los que debían percibir el habla en entornos ruidosos”, explica Bharath Chandrasekaran, autor principal del estudio.
Además de las intervenciones convencionales centradas en la lectura y la escritura, el estudio sugiere que los malos lectores que tengan dificultades para procesar información en entornos ruidosos se podrían beneficiar de estrategias relativamente sencillas como colocar al niño delante del profesor o usar tecnologías inalámbricas para mejorar el sonido de la voz de profesores y profesoras para un solo estudiante.
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Referencia bibliográfica:
Nina Kraus, Bharath Chandrasekaran, Jane Hornickel, Erika Skoe y Trent Nicol. «Context-dependent encoding in the human auditory brainstem relates to hearing speech-in-noise: Implications for developmental dyslexia». Neuron, 12 de noviembre de 2009.