Quién nos iba a decir a todos aquellos que tuvimos ocasión de presenciar el pasado 19 de abril aquella rueda de prensa, que más bien parecía un funeral si tenemos en cuenta lo que se reflejaba en el rostro de sus protagonistas, Soraya Sáenz de Santamaría, Luis de Guindos y Cristóbal Montoro, comparecencia ante los periodistas que tuvo lugar después de la reunión del consejo de ministros, que un futuro tan negro como nos anunciaron los comparecientes se iba a ver tan claro solamente seis meses después. Se podría decir que el Gobierno ha escalado el Himalaya con la misma facilidad y rapidez como si de subirse a un banco de un parque se tratara. Han pasado poco más de seis meses y esa crisis tan brutal que ¿estábamos o estábamos pasando? ya es historia porque a la vista de los mensajes de alegría y de optimismo que nos transmiten desde el Gobierno el pronóstico del 19 de abril que nos dio ha pasado de ser gravísimo a leve. No sé, pero si lo que dice el Ejecutivo es cierto, tengo mis dudas pues sabido es que las personas depresivas y los miembros del Gobierno lo están, suelen pasar de un estado de hundimiento total a un estado de euforia que causa el asombro de quien está siguiendo su estado anímico, si es cierto lo que dicen hay que reconocer que Montoro tiene razón cuando asegura que somos un ejemplo y un referente para el resto de países europeos, el Gobierno ha devuelto la vida a España con solo chasquear los dedos, lo que ha dejado como un milagro de segundo orden el hecho de que Jesucristo resucitara a la hija de Jairo. España, según Montoro, es el asombro de todos, de propios y extraños, aunque creo que somos los españoles, los propios, los más extrañados y sobre todo los más sorprendidos.
Dice Montoro que en este último trimestre la economía española ha crecido un 0,1%, es decir una décima, poco, muy poco, pero algo es algo, cuando un hambriento coge un mendrugo de pan por duro que este pueda estar siente la misma sensación que si estuviera dándole un mordisco a un blando y exquisito bizcocho. La recesión, según Montoro, ya es historia, lo que no entiendo es cuando añade que la “recesión técnica” ya no existe ¿es que la “no técnica” sigue existiendo todavía? Este lenguaje de los políticos es para gente como ellos, para individuos que oyen decir algo pero que no lo entienden. Montoro dice que ya no hay que hablar de recesión que ahora “el debate es cuánto vamos a crecer”, cuando va a dar el “estirón”. Yo sobre esto de crecer, bien sea porque soy una persona de baja estatura física nunca he perdido la esperanza, los jóvenes menos aún, pues están en continuo crecimiento hasta que llegan a ser adultos, llegado a este punto siempre nos queda un último “estirón”, es la esperanza que nos queda a los bajitos pero es este un hecho que nadie desea que se dé ya que después de ese “estirón” queda la nada, aunque eso sí, nos ahorraremos el martirio ¿o la continua risa? de escuchar a este Gobierno con sus delirios catastróficos como el que sufrió aquel 19 de abril y los delirios de grandeza que padece actualmente. La economía española puede dar un “estirón” es de esperar que este no sea de la misma naturaleza que el que damos los humanos.
Pero hay que reconocer también que, como dicen desde el Gobierno, es un buen momento para invertir en España, sin ir más lejos el 21 de agosto de 2012 un periódico daba la noticia de que el ministro de Economía Luís de Guindos, que nos anima a todos a invertir, se había gastado cerca de 600.000 euros en un ático de lujo en La Moraleja cuyo valor en 2007 era de 1.658.000 euros (sin IVA) antes de que se iniciara la crisis inmobiliaria, efectivamente, lo sabemos, es un buen momento para invertir para todo aquel que disponga de dinero o de crédito en los bancos, algo que no tienen la mayoría de los españoles. El periódico que daba esta noticia informaba de que De Guindos había hecho esta inversión barajando dos alternativas: considerarlo como una inversión, cederlo a su hija o alquilarlo.
Este Gobierno pasa del más hondo pesimismo a la más alta cota de la euforia, lo cual no deja ser preocupante y desde luego le resta credibilidad y genera desconfianza entre los españoles.