Resumen: La acción política puede conseguir alterar el modelo de sociedad existente y la libertad de las personas, conduciéndonos a posiciones extremistas. Cambios lingÁ¼ísticos, económicos, morales, jurídicos, etc., se utilizan para construir el pensamiento único. Una vez las instituciones asumen el nuevo orden, se restringen libertades y llega la exclusión de todos aquellos individuos que no lo aceptan. La historia nos muestra que todas sociedades excluyentes con una parte de su población, son el origen de conflictos que pueden terminar en rebelión o en exterminio.
El surgimiento de las instituciones es el resultado de la suma de las acciones humanas que lideradas por determinadas personas, dan lugar a un tipo de sociedad con determinados comportamientos normalizados que se reflejan en el orden político, económico, legal y lingÁ¼ístico establecido, y sin el cual no se entenderían determinadas conductas del hombre en sociedad. Así, las sociedades son distintas por la manera como han sido conducidas a través de la historia por sus propios líderes.
Carl Menger (1840-1921) primer exponente liberal del subjetivismo en la economía, sugería que no era necesaria la intervención de la voluntad común y deliberada de las personas para crear las instituciones. Así, sólo se necesitan personas creativas e intelectuales capaces de asumir el liderazgo para reconducir a la sociedad hacia cambios lingÁ¼ísticos, económicos, morales, jurídicos, etc. Aunque dichos cambios no necesariamente tienen porqué ser asumidos en un principio por toda sociedad, ni constituir un avance en positivo, una vez constituido el nuevo orden establecido. La exclusión de los nacionalismos secesionistas es un claro ejemplo de cómo una acción política liderada por determinadas personas, pueden conseguir alterar el orden preexistente y la libertad de las personas, conduciéndonos a posiciones extremas y no precisamente positivas.
El hecho está en que dichos cambios poco a poco van adueñándose de forma espontánea de las interacciones humanas, hasta convertirse en una «verdad» comúnmente aceptada, muchas veces difíciles de rebatir cuando la sociedad ya ha asimilado ese «nuevo orden», como un orden natural y espontáneo, llegando incluso los propios ciudadanos a rechazar cualquier argumento que no sea el del pensamiento único, en el sentido de que es el pensamiento común de la mayoría, que no puede o no debe ser refutado, pues de ser así podría acarrear la exclusión del individuo. Otro ejemplo de pensamiento excluyente es la ideología del feminismo radical en la actualidad, como en otras sociedades lo es el radicalismo religioso.
El problema del liberalismo en España, es que hace mucho tiempo que ha dejado de estar en el debate, cediendo posiciones a otras fuerzas, tanto de la izquierda como del conservadurismo. Si hubiera una tradición liberal absolutamente pura, se discutiría en todos los términos, desde la construcción del orden social, hasta el sentido propio incluso de las instituciones. Además, no estaríamos luchando actualmente aquí contra el nuevo paradigma económico y social que se nos avecina.
Por todo esto, a los liberales les ha llegado la hora de apartar sus diferencias. Lo que está en juego es el modelo de sociedad que nos están construyendo los actuales líderes políticos. Ha llegado el momento de construir un proyecto ideológico común para los liberales, con el fin de que pueda hacer frente a la ideología de la izquierda y al propio conservadurismo reinante. Los liberales debieran ser muy críticos con sus actuales posiciones, y al mismo tiempo estar abiertos a posibles cambios metodológicos. Después de todo, si hay algo que caracteriza a una persona que se dice liberal, del que no lo es, es precisamente su mentalidad abierta a las nuevas teorías. La economía de mercado no hubiera triunfado en el mundo si esto no fuera así.
Los liberales, tengo la impresión, han estado demasiado tiempo dormidos, porque han estado donde no les corresponde, la mayoría demasiado tiempo en un partido conservador como es el partido popular, de tal forma que han asumido como suyos unos postulados que no les pertenecen, creyendo además que éstos forman parte de la visión liberal, cuando en realidad es todo lo contrario.
Los liberales tendremos que discutir el porqué se produce este cambio en el paradigma de sociedad, como también lo solemos hacer con la economía. Pero, no desde una posición conservadora, como tampoco desde una posición socialista. Habrá que estar incluso abierto a discutir algo tan serio como la propia composición de la nación. Los liberales debemos discutir si estamos dispuestos a permitir que se reconstruya la identidad de las naciones desde el intervencionismo, y si dejamos a los líderes regionales seguir liderando la construcción de su nueva identidad nacional, aún a costa de avasallar las libertades de su propia población e incluso la de sus vecinos, como el caso de Aragón, Baleares y Valencia respecto al atropello perpetrado desde Cataluña, pero, que no sería posible si no tuviera el amparo del Gobierno socialista español.
Los liberales tenemos una gran responsabilidad, porque tenemos que evitar los atropellos a la libertad que tienen que soportar, entre otros, muchos ciudadanos en distintas Comunidades de España con el tema lingÁ¼ístico, por ejemplo. No obstante, tampoco hay que olvidar que España es heterogénea y foral, y no está representada actualmente por una única identidad nacional, pese a quien le pese.
Los nacionalistas y socialistas catalanes no sólo restringen las libertades de las personas dentro de su propia Comunidad, sino, que pretenden trasladar su modelo de nación utilizando para ello su influencia y su poder político, así como la deficiencia intelectual de algunos de los líderes de Comunidades vecinas, tanto del PP como del PSOE, como de otras formaciones regionalistas, que van permitiendo y amparando en algunos casos la expansión del nacionalismo catalán, mediante el reconocimiento de una uniformidad lingÁ¼ística y cultural, que se impone legalmente permitiendo afianzar y expandir la propia identidad nacional catalana a Comunidades vecinas, por una cuestión de pura supervivencia política y económica. El fin no sólo es crear una nación más amplia, sino también un mercado mayor y seguir extendiendo su filosofía intervencionista.
Este afán expansionista también se da algunas otras regiones nacionalistas, como la sociedad Vasca y en menor medida en Galicia. No debe resultar sorprendente, que estas naciones cuando son lideradas por los nacionalistas y/o socialistas sean partidarias del intervencionismo, y no de la libertad, no puede ser sorprendente, pues para extender su paradigma es necesario controlar todos los ámbitos de la vida privada de las personas, al menos si quieren seguir subsistiendo y poder llegar a la secesión. Así han utilizado y utilizan el idioma, como el sustrato de su identidad y como el mecanismo o la vía más fácil para uniformizar a su propia población, e incluso a las de sus vecinos.
Gunther Zevallos
Secretario Gral pCUA