Bagdad: próxima parada nuclear
A pesar del estado de ánimo inicial expresado por Bruselas y Washington en la ronda previa a las conversaciones de Estambul, no hay ninguna razón para ser optimistas sobre el dialogo que continuara el 23 de mayo en Bagdad. Durante 14 meses Teherán se negó a dialogar y cumplir con la comunidad internacional anteponiendo sus bravuconadas a la seriedad de conversaciones diplomáticas maduras y sinceras, incluso este fue el clima de la cumbre en Turquía hasta el último minuto en que Teherán sugirió Bagdad o Damasco como nuevos lugares para la próxima reunión. De hecho logro imponer finalmente que sea Bagdad donde se jugara su propio destino.
Aunque los komeinistas han aceptado conversaciones sin condiciones previas y su programa nuclear será el foco de discusión, un signo que capitales occidentales leen como prueba que está dando frutos la presión combinada de sanciones económicas y el aislamiento diplomático. No necesariamente Irán estará dispuesto a hacer concesiones. Hasta aquí no le fue mal adoptando posiciones desafiantes, y ahora existe la posibilidad de que su programa nuclear pueda avanzar mucho más rápido de lo estimado por las agencias de inteligencia occidentales. De allí la tentación comprensible de Irán en acelerar su ritmo a la luz de tres elementos que perturban a Teherán: a) la creciente amenaza de un ataque israelí; b) la presión de las sanciones económicas; y c) la advertencia expresada por el presidente Obama en relación a que esta ronda de negociaciones puede ser la última oportunidad para Irán de evitar una acción militar preventiva.
Irán puede concluir que de todas formas su régimen podría sucumbir bajo la presión de una de estas tres opciones y sólo sobreviviría si alcanza su arma nuclear antes de un ataque israelí o estadounidense. Ante este escenario, Teherán buscara utilizar las negociaciones para comprar tiempo como lo ha hecho tantas veces en el pasado. Irán no aceptara marchar hacia el abismo por lo que tratara de mostrar concesiones para asegurar la supervivencia del régimen. Pero los negociadores occidentales no deben ser demasiado optimistas. Los komeinistas perciben a Occidente como un enemigo débil en lo político, económico y militar y hasta aquí, dilatando negociaciones y denunciando un posible ataque militar contra su régimen, Teherán ha logrado pasar de enriquecer Uranio al 3% en 2008 a casi un 20% en 2012, solamente con esto le ha alcanzado a los ayatollas para no temer y creer que pueden ganarle a sus enemigos. Todo ello ante un Occidente irresoluto y políticamente correcto cuyas posiciones están poniendo al mundo en un peligro mayor al que se enfrentara a mediados del siglo XX con el ascenso al poder de la maquinaria criminal nazi.