En España nos gusta ser los más chulos del mundo mundial, ir por delante del resto de países, demostrando que somos los más listos, ni los más honestos, ni los más eficientes, simplemente los más listos.
Por ello, cuando escuchamos aquello de que China había lanzado su política de un país-dos velocidades, al recuperar el control de Hong Kong, una mosca de esas de nombre procaz se nos vino encima y no nos dejó vivir hasta que descubrimos nuestra propia innovación al panorama social y económico mundial: un país-diecisiete velocidades.
Ahora, por fin, ya lo tenemos y ya nos podemos sentir satisfechos porque nadie será capaz de igualar tamaña desmesura, perdón, hallazgo de dimensiones similares porque ningún país tendrá el valor de implementarlo.
Porque el resto de países se rigen por ese concepto tan pasado de moda como es el sentido común, que aconseja financiar todas las regiones de un país sobre una mismas base estadística, es decir, financiar todas las regiones en función de su población, o de su PIB, o de la pirámide de edad de sus ciudadanos; una sola para todas ellas.
Sin embargo, en España hemos hallado la cuadratura del círculo y ofrecemos barra libre a todas las Comunidades para que ellas decidan la base sobre la que se quieren finaciar.
Así, Cataluña decide el PIB, Andalucía la población, Castilla-La Mancha la pirámide de edad, y así sucesivamente hasta que completamos un solo país con diecisiete velocidades.
Un país en el que no es lo mismo vivir en una región que en otra, porque los beneficios sociales y las obligaciones fiscales son diferentes, por lo que todos los objetivos de cohesión tan cacareados por las palabras políticamente correctas de nuestros estadistas se evaporan con la suma de millones a recibir.
Ya es hora de que el Gobierno Central imponga algo de cordura y establezca un criterio único de financiación que compense a todas las Comunidades a la vez que comience un retroceso en el trasvase de competencias, especialmente, en derechos fundamentales de los ciudadanos, como Educación y Sanidad, para que consigamos tener un país vertebrado e igualitario para todos, para que un ciudadano tenga los mismos derechos y las mismas obligaciones independientemente de donde viva.