Imagina que yo tengo un papel en blanco con 10 rayitas pintadas a boli, y tú tienes otro papel en blanco con otras 10 rayitas. Yo te vendo, por ejemplo, una barra de pan por 1 rayita. Con lo cual, tú te tachas una rayita en tu papel. Y yo me pinto una rayita en el mío.
Pues bien, así es como funciona nuestro sistema financiero actual. Todos tenemos ese papel con rayitas pintadas, que se llama cuenta corriente. Pero claro, no hay nada que lo respalde físicamente. Lo único que lo respalda es la confianza de todos los ciudadanos en este sistema. Si todos confiamos, funciona. Si no, no funciona.
Lo que ahora está en juego es precisamente eso: que perdamos la confianza en este sistema, y de pronto, queramos tener algo que lo respalde físicamente. En este caso querremos billetes físicos, por ejemplo, o hace ya bastantes años, oro o plata.
Este sistema financiero del que se ha dotado la Unión Europea funciona de esta manera: los gobiernos, es decir, los políticos, ordenan al BCE que haga «más dinero y lo ponga en circulación». Para ello, la autoridad monetaria, o sea, el Banco Central Europeo, le dice a los bancos: píntate 1.000.000 rayitas en tu papel. Y los bancos, se las pintan.
Para ponerlo en circulación, el gobierno pide un préstamo a los bancos y les dice: tacha 100.000 rayitas de tu papel, que yo me las anoto en el mío, y dentro de un año, te anotas 104.000 rayitas, las mismas que yo me tacho en mi papel. De esta manera, el gobierno le pagará un 4% de interés al banco. Esto es la deuda soberana. Con todas estas rayitas el gobierno incurre en gasto público, es decir, les dice a las empresas: os compro cosas y servicios (para el funcionamiento del estado) y yo me tacho esas 100.000 rayitas y os las pintáis vosotros en vuestro papel.
Y luego las empresas pagan los sueldos a sus trabajadores de la misma manera: se tachan rayitas en su papel y cada trabajador se pinta, por ejemplo, 100 rayitas en el suyo.
Al mismo tiempo, los trabajadores guardan el papel con sus 100 rayitas pintadas en un banco (la cuenta corriente). El banco además sabe que no te las vas a tachar todas de golpe (es decir, a gastarlas de golpe), sino poco a poco.
Entonces el banco coge tu papel con tus rayitas pintadas, y las presta al gobierno así: toma, píntate 97 rayitas en tu papel (¡ojo, las tacha de tu papel!) y dentro de dos años te tachas 100 y yo me las pinto. Cuando se cumple el año, te volverá a pintar esas 97 que te tachó sin tú saberlo, pero él se pintará las 3 nuevas rayitas en su propio papel sin decirte nada ni pintarte ni un trocito de rayita pequeñito por haber dispuesto de ellas…
Adicionalmente, todo esto se hace a gran escala y entre todos los que vivimos en Europa, entre personas, empresas, instituciones, bancos… las rayitas están siempre pintándose y tachándose en papeles continuamente. Todo esto es lo que se llama dinero en circulación.
¿Qué estamos viviendo durante esta crisis? Pues sencillamente que los gobiernos, empresas y personas, no quieren tacharse rayitas en su papel para que otro se las pinte a cambio de que dentro de un tiempo, se pueda pintar algunas más. Todo el mundo quiere tener las rayitas que son realmente suyas pintadas en su papel, y no quiere saber nada más de nadie. Esto es lo que se llama escasez de crédito.
Por eso los gobiernos tienen que prometer a los bancos e inversores más rayitas a cambio de que se las presten. Y como éstos desconfían, los gobiernos acaban prometiendo muchísimas más rayitas de las razonables para dentro de 1 ó 2 ó 10 ó 20 años. Y por ello, la deuda soberana sigue creciendo y creciendo, y a los tipos de interés altísimos que estamos viendo.
Pero el problema se hace mucho más complejo, además, cuando los bancos ya no quieren prestarle a los gobiernos. Entonces los gobiernos le dicen al BCE que «haga más dinero», es decir, que pinte muchísimas rayitas más en un papel. Y entonces el BCE va a ver a los bancos y les dice: de éste papel me tacho unas cuantas rayitas, y ahora anótatelas tú para que vayas a prestárselas a los gobiernos. Y a esto le llaman rescate bancario.
Llegados a este punto, como los gobiernos tienen que devolver muchas rayitas más de lo que esperaban, deciden tacharles a sus ciudadanos algunas rayitas de sus papeles, quieran éstos o no, para devolver los préstamos a los bancos e inversores. Y a esto se llama subir los impuestos.
Y por otro lado, dado que los gobiernos acaparan casi todas las rayitas en circulación para su deuda soberana, cuando las empresas y las personas van al banco a que les presten rayitas, éstos les dicen que no. Y por eso, a las empresas no les dan crédito.
En definitiva: esto es lo que estamos viendo repetirse una y otra vez en estos años de crisis… de manera que la economía, en vez de ir a mejor, va a peor.
Pero claro, este tinglado es muy difícil de desmontar, y por tanto los gobiernos prefieren emprender la huída hacia adelante. ¿Qué es lo que los gobiernos no quieren que pase? ¿Qué están tratando de evitar a toda costa, con tantas reuniones y tantas declaraciones públicas de ministros y gente importante?
En primer lugar, están tratando de evitar que la gente se dé cuenta que su dinero son sólo rayitas en un papel.
En segundo lugar, están tratando de evitar que la gente se entere que esas rayitas de su papel que les tachó el banco sin que ellos lo supieran, ha sido prestado.
Y en tercer lugar, evitar que la gente se entere que son los gobiernos los destinatarios finales de sus rayitas, en forma de préstamos.
Y para evitar el colapso del sistema financiero que supondría no evitar estas tres cosas, a los políticos que nos gobiernan y dado que no quieren perder el poder, no tienen vergÁ¼enza en hacer lo siguiente: primero, no decir la verdad a los ciudadanos, es decir, decirles que este sistema de papeles y rayitas que se pintan y se tachan, es sólido, solvente y viable.
Y lo peor y más terrible, que el BCE «haga más dinero», es decir, coger otra hoja de papel en blanco y pintar más y más y más rayitas… ¡y de nuevo volver a empezar…!