Las noticias económicas se agolpan en la bandeja de entrada de mi correo electrónico, pero yo sigo perdiendo el tiempo navegando por otras páginas, viendo algún que otro vídeo y repasando ese capítulo de la novela que estoy leyendo que me ha dejado perplejo.
Y es que hoy es un día que debería ser declarado de asueto general, un día festivo discrecional, por las circunstancias del momento, sin ningún significado santoral o sueño sacro, día festivo por razones del calor, del tórrido calor, y porque juega España las semifinales del Mundial (menos mal que a mí sí me gusta el fútbol, porque me imagino lo mal que lo tiene que pasar en estos momentos alguien a quién no le guste).
Sin embargo, tengo que hacer de tripas corazón y cubrir el expediente repasando alguna noticia que merezca la pena. Veamos, la primera, «la edad de jubilación se retrasará hasta los 70 años«, vaya, empezamos bien. Mi primera reacción, la visceral, es de escándalo, pero la segunda, la reflexiva, me lleva a la comprensión.
La esperanza de vida de nuestras sociedades es cada vez más elevada y mantener, en esas circunstancias, la edad de jubilación en los 65 años es, en primer lugar, ineficiente, y en segundo lugar contraproducente para el jubilado, ya que una persona de 65 años está en perfectas condiciones de seguir trabajando (evidentemente, depende de la labor desarrollada, que no quiero que nadie se me eche encima).
Seguimos, la ley de Morosidad, «se obliga a las empresas a pagar en un máximo de 60 días», bien, pero habrá que hacer especial hincapié en las administraciones públicas, las grandes deudoras en estos momentos. Si los ayuntamientos hubieran pagado sus facturas muchas empresas seguirían hoy a flote. Paradojas de nuestro sistema económico, la administración pública que deja sin trabajo luego tiene que abonar el subsidio de desempleo de esos trabajadores desempleados, ¿no hubiera sido más fácil y más rentable haber pagado la factura? ¡Ay, si la política fuera tan sencilla como la vida!
Bueno, ya no leo más, mi gato está ronroneando a mi lado, mirándome con una sonrisa sarcástica, «¿cuál es la especie más avanzada? ¿Qué te hace pensar que los seres humanos estáis más avanzados que nosotros los gatos?», parece estar pensando. Así que le haré caso y daré por concluido este artículo para levantarme bajar la persiana, a ver si consigo que no haga tanto calor aquí dentro.