Esta investigación ha sido realizada en un Centro de Educación Secundaria de la provincia de Granada. Para llevarla a cabo, su autora trabajó directamente con el profesorado y con alumado de origen gitano, de 1º ESO, con calificaciones muy bajas, absentismo escolar, numerosos partes disciplinarios y episodios conflictivos.
Investigadores de la Universidad de Granada y de la Universidad Nacional del Comahue (Argentina) han diseñado un programa de intervención educativa que ha permitido integrar al 100% a la población gitana en las aulas de un Centro de Educación Secundaria de la provincia de Granada.
Este plan, que se ha desarrollado durante dos cursos académicos, ha servido para mejorar el rendimiento escolar de los niños de etnia gitana y normalizar completamente la relación con sus compañeros.
Este trabajo ha sido elaborado por Sonia Cristina Iguacel y dirigido por Leonor Buendía Eisman, del departamento de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación de la Universidad de Granada.
Para llevarlo a cabo, su autora trabajó directamente con el profesorado y con alumnos de origen gitano, de 1º ESO, con calificaciones muy bajas, absentismo escolar, numerosos partes disciplinarios y episodios conflictivos, y con un nivel de competencia curricular propio de un 2º y 3º de primaria, destinatarios del Plan de Compensación Educativa del centro escolar.
Iguacel utilizó diferentes estrategias de recogida de información durante todo el proceso de su investigación: un diario de campo, entrevistas en profundidad, registros fotográficos y en vídeo, un estudio de documentación producida en el centro, etc.
Aulas más inclusivas
El objetivo general de la investigación ha sido la construcción de aulas más inclusivas en un Centro de Educación Secundaria de la provincia de Granada. Para lograrlo, siguieron un proceso de investigación-acción durante dos cursos académicos. Comenzaron con un diagnóstico y evaluación de la situación del plan de compensatoria en el Centro y posteriormente procedieron a la elaboración, ejecución y evaluación de un programa de intervención en dichas aulas. Las investigadoras encontraron que todo el alumnado asignado a la clase de compensatoria pertenecía al pueblo gitano, por lo que todo el trabajo del primer año se realizó con estos alumnos.
Este trabajo se posiciona dentro del modelo de “educación inclusiva”, por lo que su pretensión básica es el logro de un centro educativo que no excluya a una parte de su alumnado por su pertenencia cultural y étnica, ni promueva como respuesta a esas peculiaridades la creación de aulas específicas y el diseño de prácticas docentes segregadoras que perpetúen así situaciones de desigualdad escolar y social y que dificulten la inclusión de este alumnado en la sociedad en condiciones de equidad con respecto al resto de la población no gitana.
Posicionamiento activo
Gracias a esta experiencia piloto, el alumnado de Compensatoria de 1º de ESO que participó obtuvo un posicionamiento muy activo y participativo en la dinámica del aula y del centro; disminuyó casi por completo el desfase curricular en el Ámbito Socio-lingÁ¼ístico; disminuyeron mucho los episodios conflictivos y sanciones disciplinarias, se logró una mayor regulación de la asistencia a clases, y varias familias se implicaron en el proceso de aprendizaje de sus hijos y en las actividades del centro.
La labor del equipo directivo y de la profesora de compensatoria fue decisiva para integrar a este alumnado en clases regulares.
La experta cree que es absolutamente necesario “generar otra escuela pública, más respetuosa y atenta a la diversidad de su alumnado, no sólo desde declaraciones políticamente correctas sino también desde cada una de las prácticas que allí se realizan”.
Uno de los aspectos más originales de este trabajo es que ha demostrado que una práctica docente integradora no se agota con la “inclusión” de los alumnos y alumnas de diferentes procedencias y condiciones en una misma clase, “sino de que se debe apostar por la construcción conjunta del conocimiento, por el aprendizaje de competencias que les permitan una vida escolar y social activa, y eso sólo se puede lograr si, desde pequeños, los niños y las niñas se educan en un ambiente plural y democrático”.
Los resultados de esta investigación darán lugar a varios artículos científicos, e incluso una monografía que será publicada próximamente.