Nuestro modelo actual para la producción de alimentos requiere convertir los ecosistemas biodiversos de los bosques en terrenos para la agricultura, simplificando nuestro régimen alimenticio de tal forma que 98 por ciento de los alimentos del mundo se obtienen de sólo 12 cultivos de plantas y 14 especies animales. Los expertos están preocupados porque este régimen alimenticio está dañando nuestra salud y la de nuestro medio ambiente.
“Para alimentar a la creciente población del mundo en forma eficiente y equitativa, necesitamos una ‘nueva agricultura’ que no sea a expensas de la diversidad de la Tierra”, dijo el científico de CIFOR Terry Sunderland, autor de un reciente trabajo sobre la importancia de la biodiversidad para la seguridad alimentaria.
“Si queremos alimentar a la creciente población del mundo sin comprometer el capital natural que proporcionará los recursos futuros, necesitamos imitar a los pequeños agricultores alrededor del mundo que mantienen la diversidad en sus sistemas de cultivo. Necesitamos maneras innovadoras y aceptables para combinar la conservación de la biodiversidad y la producción de alimentos.”
El ‘capital natural’ del que Sunderland habla está formado por las muchas pero poco comprendidas formas en que la biodiversidad y los bosques apoyan a la agricultura moderna, incluyendo la regulación del flujo de agua y su calidad, servicios de polinización y germoplasma para la mejora de cultivos, mantenimiento del ciclo de nutrientes y fertilidad del suelo, mitigación de los extremos climáticos y control de plagas y enfermedades agrícolas – para empezar.
“A pesar de que la biodiversidad da vida a la agricultura moderna, insistimos en abordar a la agricultura y a la conservación de la biodiversidad como cosas mutuamente excluyentes”, dijo Sunderland. Y esto nos perjudica. Antes, nuestro régimen alimenticio incluía hasta siete mil especies de plantas y varios miles de especies animales. Ahora, aún entre aquellos que contamos con acceso a los alimentos, muchas personas en el mundo en desarrollo y el desarrollado están sufriendo de ‘hambre oculta’: deficiencia de micronutrientes tales como vitaminas y minerales. Un estudio reciente del Centro Mundial de Agroforestería encontró que estos micronutrientes son abundantes en las frutas y vegetales autóctonos que la macro-producción tiende a ignorar.
La seguridad alimentaria es un tema candente, especialmente ahora que la población mundial alcanzó los siete mil millones en 2011, y los líderes del mundo están buscando maneras de incrementar la producción de alimentos para satisfacer las crecientes demandas. Ya producimos suficiente comida para alimentar al mundo, sin embargo, alrededor de mil millones de personas todavía fueron clasificadas como ‘con hambre’ en 2009, al mismo tiempo que hay un número similar de personas con sobrepeso u obesidad.
“Claramente algo está mal en nuestros medios de producción agrícola si al mismo tiempo pueden existir la nutrición deficiente y el consumo en exceso, con efectos negativos para la salud humana en ambos extremos del espectro de la seguridad alimentaria,” explicó Sunderland, quien coeditó una publicación especial reciente del International Forestry Review sobre bosques, biodiversidad y seguridad alimentaria.
El reducir la base genética de nuestros alimentos nos hace más vulnerables a las malas cosechas y, en última instancia, a la hambruna – si consideramos los extremos climáticos que se presentarán con mayor frecuencia como consecuencia del cambio climático, la resistencia de estos monocultivos empieza a parecer aún más frágil.
El sistema también es altamente ineficiente. A nivel mundial, cerca de 1.3 mil millones de toneladas de alimentos se desperdician anualmente – un tercio de los alimentos producidos para el consumo humano. Con cada tonelada de alimentos descompuestos que produce emisiones de metano equivalentes a 3.8 toneladas de carbono, el desperdicio de alimentos a nivel mundial contribuye con el equivalente a unos cinco mil millones de toneladas de dióxido al año, más del doble de la cantidad producida por el ganado del mundo.
Si bien los avances tecnológicos y metodológicos nos han permitido llevar los cultivos caseros al actual nivel industrial, esto ha sucedido generalmente a expensas de la biodiversidad, los bosques, los servicios que los ecosistemas brindan y finalmente, del bienestar humano.
Un informe reciente de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) estima que la pérdida de los beneficios de la biodiversidad y de los servicios del ecosistema asociada con la deforestación de los bosques a nivel mundial nos está costando entre dos y cinco trillones de dólares por año.
La Secretaríade la Convención sobre Diversidad Biológica estima que todavía descubriremos alrededor de 6,200 especies cada año (excluyendo microbios) y aún estamos averiguando cómo nos pueden ayudar estas especies. El descubrimiento reciente de hongos que se alimentan de plástico en la selva amazónica es un ejemplo de ello.
Estamos perdiendo todo este potencial —pero el artículo de Sunderland también trae algunas buenas noticias: una nueva agricultura que combine la producción de alimentos y la conservación de la biodiversidad es una opción viable, con la que muchos agricultores ya están utilizando eficazmente la increíble biodiversidad que ofrece nuestro planeta.
“Los sistemas agrícolas más diversos no solamente aumentan los rendimientos, también pueden elevar la resistencia contra los eventos de clima extremo. Muchos pequeños agricultores han estado practicando medidas amigables con la biodiversidad por varias generaciones, y están usando la agro-biodiversidad contra incertidumbres climáticas y ambientales”, dijo Sunderland.
Por ejemplo, en una encuesta de las Naciones Unidas en 2011 sobre proyectos de eco-agricultura en 57 países se encontró que integrando el control natural de plagas y mejorando la fertilidad del suelo se obtenían aumentos en el rendimiento de hasta 80 por ciento. Una revisión de enfoques agro-ecológicos en África mostró que los rendimientos mejoraron entre 50 y 100 por ciento cuando se emplearon métodos de producción integrados.
“Estos resultados muestran que la gestión de las tierras en una base multifuncional, en formas que combinen la producción de alimentos, la conservación de la biodiversidad y el mantenimiento de los servicios de los ecosistemas, debería estar en el primer plano de los esfuerzos para lograr la seguridad alimentaria.”
Para asegurarnos de que Rio+20 envíe un mensaje al mundo sobre la importancia de los bosques para el desarrollo sustentable, CIFOR coordinará una de las conferencias más importantes sobre bosques el 19 de Junio de 2012. La Octava Mesa Redonda en Río+20 debatirá nuevos resultados de investigaciones, las lagunas en el conocimiento, y las consecuencias en las políticas públicas de la integración de los bosques en la solución de los cuatro retos clave para avanzar hacia una economía verde: Energía, alimentos e ingresos, agua, y clima. El cupo es limitado, regístrate aquí para que no te quedes sin participar.
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Escrito por: Karin Holzknecht
from Cifor.org