A lo largo de la breve pero intensa historia de UPN como formación política, han sido continuas las turbulencias internas y luchas soterradas por el control del aparato del partido, encontrándonos en estos momentos en la antesala de una nueva crisis endógena que tendría su plasmación en el reciente artículo publicado en Diario de Navarra y suscrito por Miguel Sanz, Marcotegui, Pegenaute, Arbide y León bajo el título “UPN y las elecciones europeas”.
Recordar que tras la escenificación de la ceremonia del desencuentro UPN-PSN plasmado en el “divorcio político” Barcina-Jiménez, asistimos al finiquito de la doctrina navarrista UPN-PSN que habría convertido a la Comunidad Foral durante una década en un coto privado del establishment navarro (Teoría del quesito de Miguel Sanz), quedando además el Gobierno de Barcina huérfano de apoyos en el Parlamento foral.
Con el actual Gobierno navarrista de Yolanda Barcina, se habría producido una clara sumisión de UPN a los dictados del Gobierno del PP, pues debido a su minoría parlamentaria en la Cámara navarra habría llegado a un acuerdo tácito con el Gobierno central para frenar las leyes que apruebe el díscolo Parlamento navarro mediante el recurso sistemático ante el Tribunal Consitucional, basándose en el artículo 161.2 de la vigente Constitución que señala que “ el Ejecutivo central podrá impugnar ante el Tribunal Constitucional las disposiciones y resoluciones adoptadas por los órganos de las CCAA” ( de lo que sería paradigma el recurso de la ley foral que otorga al Parlamento la potestad de aprobar los ERE de empresas públicas), lo que “de facto” ha supuesto el vaciar de contenido las competencias legislativas de una Cámara foral navarra devenida en barco amotinado que navegará sin rumbo fijo hasta las próximas Elecciones Forales del 2015.
En consecuencia, harto de presenciar los toros desde la barrera, el ex-Presidente Sanz habría bajado a la arena política y habría llegado a un acuerdo logístico con el Secretario General del PSOE Rubalcaba con la intención inequívoca de lograr la reimplantación de la Doctrina del quesito que condujo durante el mandato de Sanz a la esquilmación de las arcas forales y a la entrada en números rojos de la Hacienda foral (una deuda estimada de 3.500 millones € para finales del 2014), apareciendo Barcina ( bestia negra del PSN). como el único obstáculo para lograr un nuevo Gobierno de Coalición UPN-PSN tras las elecciones forales del 2015.
En un primer momento y siguiendo el guión esbozado de antemano para lograr la defenestración de Barcina como Presidenta del Gobierno Foral, el PSN recurrió a la llamada “vía institucional” consistente en la implementación en el Parlamento Navarro de la estrategia de “acoso y derribo” del Gobierno minoritario de Barcina y la difusión de la tesis de la implementación de un hipotético “Gobierno de Progreso” PSN-Nafarroa Bai-IU que daría prioridad a la regeneración de la clase política y a la revitalización del llamado “Estado social y democrático de Derecho” tras las celebración de nuevas elecciones forales.
Así, ante la implosión del “affaire Goicoechea”, el PSN por medio de Jiménez planteó a Barcina la disyuntiva de dimitir y convocar elecciones o ser defenestrada mediante la presentación por los socialistas de una moción de censura contra ella, con el resultado de todos conocido (Marzazo), iniciativa que tan sólo fue una maniobra de despiste consistente en insuflar en el electorado navarro la ilusión de la irrupción en el escenario político navarro de la posibilidad real de una alternativa a la derecha navarrista, quedando el PSN como adalid del cambio progresista en Navarra.
Mientras, Barcina habría acudido buscando ayuda a Mariano Rajoy en la certeza de que Navarra es considerada “cuestión de Estado” tras el Tejerazo de 1.981 y que cualquier cambio institucional que se pueda producir en el viejo Reyno foral deberá contar con el visto bueno del establishment del Estado español quien valiéndose del endemismo recurrente de la existencia de ETA y su filiación ideológica con Bildu, hará imposible cualquier intento de instaurar un Gobierno progresista en Navarra, imposibilidad refrendada por el Ministro del Interior, Jorge Fernández Días, al declarar que “Navarra es estratégica para España porque ETA siempre ha tenido como objetivo la anexión a la CAV, por lo que todo lo que sea poner en cuestión o en riesgo la singularidad de Navarra, es de alguna manera, contribuir al objetivo que perseguía ETA”.
En consecuencia, el sector crítico de UPN procederá a la aplicación de la “segunda vía” , consistente en segar la hierba bajo los pies de Barcina. Así, en los sótanos de UPN se estaría produciendo una maniobra soterrada por parte del sector crítico para recabar los votos necesarios para convocar de modo urgente el Congreso Extraordinario de UPN y que tendría a Amelia Salanueva como pieza de repuesto de Barcina una vez lograda su defenestración política.
Según los estatutos de UPN, para convocar una asamblea extraordinaria es necesario que lo soliciten el 25 % de los afiliados con derecho a voto mediante una firma y teniendo en cuenta que UPN contaría con unos 3.000 afiliados, serían necesarios un mínimo de 700 firmas para que prospere dicha iniciativa y dado que en el anterior Congreso Extraordinario de UPN celebrado en el 2013, la candidatura de Barcina venció por un ajustado margen (51,1 % de los votos), no es descartable que el llamado sector crítico liderado por Miguel Sanz logre recuperar el timón de la nave de UPN , recibiendo la actual Presidenta Barcina como premio a sus inestimables servicios prestados en “defensa de la identidad unitaria de Navarra” un escaño en el Congreso de Madrid y quedando de paso la futura Cámara Foral dividida en dos bloques antagónicos e irreconciliables que tendrá como efecto colateral una fractura social de resultados imprevisibles.