Karma

¿Vacaciones? No gracias

En numerosas ocasiones los sistemas mediáticos y telemáticos nos van vendiendo la necesidad imperiosa de coger vacaciones, da igual dónde, no importa para qué, el hecho claro y puntual es que hay que cogerlas, y esto es algo que se ha convertido en una práctica habitual que ya hemos estandarizado como lo normal después de un año de… «trabajo».

¿Trabajo? Ah sí, nos referimos a ese espacio de tiempo que invertimos contra nuestros gustos y voluntades a cambio de que nos den una remuneración económica,  por lo general insuficiente a nuestras necesidades y después de la cual gastamos sin conocimiento ni necesidad.

Eso es lo que viene siendo un trabajo, y eso, es mi opinión, es la madre de todos los problemas.

Imagínate que tienes una… actividad, que no trabajo, donde haces aquello en lo que eres bueno y no sólo eso, sino que además disfrutas haciéndolo; no importa que sea pescar, hacer barquitos con juncos o hacer punto de cruz, aquello que realmente disfrutass.

Esa actividad te reporta una satisfacción personal que después bien puedes compartir, invertir o vender llegado el punto, pero lo fundamental es que has conseguido invertir tiempo en tu felicidad y ahora coges y te vas de vacaciones… ¿Por qué habrías de abandonar una actividad que es tu pasión, tu afición y tu entretenimiento? Sencillamente las vacaciones comienzan a tener menos efecto. Sí, puedes seguir haciendo punto de cruz de viaje, y jugar al mus, y todo eso, pero entonces estás  teniendo una misma actividad, sigues activando-te en vacaciones, luego no son vacaciones…

Hemos conseguido ver como necesarias e imprescindibles las vacaciones cuando, en realidad lo que hay que hacer es convertir el trabajo en una ocupación placentera, y si no lo es, cambiarla en la medida en que ello sea posible… Esto que parece la verdad del perogrullo -que a la mano cerrada le llamaba puño – es uno de los principales tormentos que indirectamente nos hemos montado, tal vez para seguir con el «quejío», práctica muy habitual como valvular de escape en situaciones de estrés y desasosiego.

Evidentemente se dice, por los grandes egos de la sociedad, médicos y psicólogos, que un descanso al año es beneficioso… Evidentemente, pero cuando la actividad es placentera, no hay necesidad de descanso, porque no se acumula cansancio. Así pues, acabamos matando dos pájaros de un tiro, ya que si hay placer, no hay tristeza y si hay placer, tampoco hay cansancio. Hemos finiquitado, en consecuencia, la fatiga crónica, la ansiedad y la depresión, mejorando así la sanidad social.

¿Utopía? Sin duda, si seguimos marcando ritmos de trabajo con un fin produccionista; ahora, si buscamos una sociedad más humanamente válida, donde el futbol y la salsa rosa no sean los pilares de la vida, entonces tal vez éste sea un punto de inflexión para arrancar en una dirección… diferente, que seguro que nos traerá como consecuencia resultados distintos.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.