“Un secreto. – Un secreto, a voces: estas crisis mundiales son crisis de santos. – Dios quiere un puñado de hombres “suyos” en cada actividad humana”. Josemaría Escrivá de Balaguer, en Caminos número 301.
Y en la Política – deseo escribirla siempre con mayúscula – es donde más se impone la santidad, porque siempre las sociedades estarán regidas por gobernantes. Y un gobernante es político, así lo nieguen sus ejecutorias o la negación que esgrima de no ser político.
Para “rescatar a los políticos y a la política del “contexto sospechoso” y a la política del contexto sospechoso”, de “fondo sospechoso”.
Y en unión con lo expuesto en el anterior párrafo, “hay que regenerar a los partidos políticos y revisar su relación con el poder económico”.
“En la actualidad y a nivel mundial, parece que la economía y la industria financiera se imponen a los políticos y no viceversa”.
“Un político debe regir el comportamiento de la economía y las finanzas. Un buen político debe imponer, debe influir en la sociedad, liderarla, proponer las prioridades y, si los ciudadanos le votan, ejecutarlas con responsabilidad”; pero un político debe anteponer sus intereses personales a los de los ciudadanos.
Hay “decenas de personalidades, en muchos países, que podrían ser políticos excelentes. Pero los partidos no les apoyan porque prefieren a sus propios cuadros, aunque no sean los más aptos”.
“Faltan los Helmut Kohl, Francois Mitterrand, sugiero. Es más faltan…, verdaderas personalidades. Winston Churchill, Charles de Gaulle, que seguían su idea aunque esta no fuera popular a corto plazo. Estos políticos llegaron a tener autoridad y respeto, y, al final, incluso apoyo. Eso es lo que falta hoy”. No que estén pensando en popularidad y en próximas elecciones.
Políticos “que rechacen la dictadura de los medios de comunicación, cada vez menos serios”. Y que aborden el por qué del “abismo que se abre entre los políticos y el pueblo”. Capaces de actuar contra “la presión del poder económico y financiero”. Que “no toleren dictaduras de ningún tipo”.
Un hombre que no ansió “ser político profesional”, que siempre actuó políticamente como ciudadano hasta tener que aceptar ser presidente, para evitar que quienes creían en él no se desilucionaran. Que como presidente comprendió que cometió “un error enorme”: el haber entregado la economía a los economistas.
Se trata de un hombre que acaba de fallecer: Václav Havel.
Un intelectual abocado a la política y a la historia, consciente de lo absolutamente increíble de su destino. Que creyó que su vida era “como una especie de error de la historia”, que le llevó a estar casi 14 años en la presidencia de su patria checa, tras la caída del comunismo.
Las notas de este trabajo, las que aparecen entre comillas, las he tomado prestadas de Un político debe regir la economía, de la periodista Monika Zgustova, publicado en El País, del 18-12-11, de declaraciones emitidas por Havel en 1989.
De Zgustova es este criterio: “Sin un presidente de la talla ética de Havel, la escala de valores del pueblo checo hubiera sido, sin duda, mucho más indefinida y desdibujada”.
Václav Havel fue uno de los dirigentes europeos más respetados por su defensa de la libertad y de los derechos humanos.