Sociopolítica

Vaticano: del secreto de confesión a los secretos inconfesables

Ahora ya no es ningún secreto: el Departamento de Estado norteamericano hizo público hace poco que el Vaticano es un sitio donde se blanquea dinero.

Los católicos honrados deben estar desolados ante el cúmulo de fechorías que tienen su epicentro en el Vaticano. Y es que al Papado  le crecen los enanos. Y no me refiero solo al número de monaguillos asaltados por curas  a los que es imposible no referirse aunque sea de pasada. Sexo sucio y dinero sucio parecen ser marca de fábrica de esa negra Institución llamada Iglesia Católica.

Hace tiempo que un grupo de abogados norteamericanos recopilan datos sobre los abusos sexuales contra niños por curas de todo el mundo (desde  Estados Unidos a Irlanda y hasta Australia, pasando por otros países europeos)  para llevar a las más altas jerarquías de la Iglesia ante los tribunales por  encubrir esos crímenes contra la infancia. Durante decenios las familias de muchos de los niños abusados, y ellos mismos, fueron amenazadas o sobornadas para obligarles a guardar silencio, pero parece que eso está llegando a su fin. El secreto de confesión no ha bastado para que estalle el escándalo en varios  continentes. No solo son niños y niñas los abusados: también se cuenta de  monjas en las misiones. Cuando estas se rebelan son expulsadas de su Orden y abandonadas a su suerte. (Silencio del Vaticano al respecto).

Procesar a un Papa que durante años fue el máximo representante de la versión moderna del Santo Oficio en forma de Doctrina para la Congregación de la Fe, sería un hecho sin precedentes en la historia de esta Iglesia disfrazada de cristiana y una buena ocasión para mostrar ante el mundo su verdadero rostro sin máscara, pues estamos en un periodo histórico donde la verdad es cada vez más manifiesta,  caracterizado por los escándalos  que proceden del  Poder en cualquiera de sus versiones. Bien raro sería que la Iglesia rica, poderosa, encubridora  y  mundana, conservara su disfraz. El Vaticano es pródigo en escándalos, y eso que es bien conocido su hermetismo y su capacidad camaleónica para camuflar sus maldades y disimular sus silencios , pero la verdad  siempre acaba por resplandecer sobre la mentira que pretende ocultarla.

Todo el mundo conoce el amor a las riquezas que caracterizan a los monseñores, cuya vida principesca se asienta sobre pilares tan sólidos como los miles de millones del Estado, las jugadas financieras del Banco Vaticano y sus inversiones en negocios lucrativos al margen de sus propios principios morales (Viagra, preservativos) las ventas o rentas   de bienes inmuebles o rústicos,  los ingresos por visitar  edificios religiosos de renombre, sin olvidar  las donaciones de herencias de ancianos que creen ayudar con ello a la salvación de su alma. Tal vez haya aún más fuentes de ingresos que el que escribe desconoce, pero estas  parecen suficientes en todo caso para poner en evidencia que nos hallamos ante una Institución enormemente rica y  privilegiada exenta de pagar impuestos sobre sus numerosos bienes e ingresos, hasta  el extremo de que cuando se trata de reparar sus templos se hace a cargo de nuestros impuestos vía Estado o autonomías, lo que es ya el colmo de los colmos. Pero ya se sabe lo que pasa con el dinero que se obtiene sin trabajar: que se tiende a jugar con él y a perderlo fácilmente por el poco sudor que costó. Ya tuvimos hace años el escándalo del Banco Ambrosiano que reveló las relaciones entre la banca vaticana, dirigida por el  obispo Marcinkus  y una logia masónica (P-2) y que acabó con la sospechosa muerte del  banquero Calvi , presidente del Banco Ambrosiano y tesorero de la  Logia, cuyo aparente suicidio fue, según su viuda, una ejecución a manos de  oscuros  agentes que ella relacionó  con  la Iglesia, los cuales le confesaron cínicamente  que para ellos la muerte “ era un simple operación quirúrgica: separar el alma del cuerpo” El del banquero, que acudió a una logia de Londres en busca de ayuda, apareció colgado de un puente con piedras en los bolsillos.

En el trabajo del periodista  Enrique de Vicente sobre la corrupción en el Vaticano podemos leer: “El Banco Vaticano lava más blanco. Según se desprende de las investigaciones realizadas por yallop, Gurwin, Sisti, Modolo,Di Fonzo, Piazzessi ,Bonsanti, Doménech y Rupert Cornweil, la mafia italo-norteamericana utilizó las instituciones financieras del Vaticano para blanquear dinero procedente del tráfico de drogas y otras actividades delictivas” .(*).

Cuando todavía tenemos ese recuerdo, venimos a enterarnos  hace unos días de un nuevo  “affaire” donde parece llover sobre mojado. En esta ocasión se trata, al parecer, de que en el Vaticano existen dos corrientes digamos políticas : una a favor del Secretario de Estado,  monseñor Bertone, responsable  actual de las finanzas vaticanas,  y otra en contra, porque lo consideran con demasiado poder sobre un Papa demasiado débil para controlar lo que pasa en su Banco. Los que quieren desbancarlo  -nunca mejor dicho- cuentan entre sus filas al mismísimo ayuda de cámara del Papa, que se ha atrevido a hablar de blanqueo de dinero en la supuestamente impoluta banca del Estado, y convertido así en el chivo expiatorio  de una corriente de cardenales que no dan la cara, excepto en un caso: el del actual nuncio del Vaticano en Estados Unidos, desterrado a ese país por ser el primero en dirigirse al Papa a propósito de las irregularidades financieras vaticanistas. Eso es muy serio, porque parece que  se repite la historia, y  hace trizas la honradez del Banco y  la  honradez del entorno del Papa, poniendo en cuestión su propio proceder, a la vez que revela la falta de unidad entre los monseñores que al menos debieran dar ejemplo de caridad cristiana en lugar de andar en banderías.  Pero la caridad no parece ser la virtud dominante en la Institución, y menos la verdad. De momento, el ayuda de cámara del pontífice  ha sido fulminantemente destituido, detenido por la guardia pretoriana del Papa  y con la misma celeridad condenado a treinta años de prisión por el tribunal papal. Motivo: poner al descubierto asuntos inconfesables relacionados con el blanqueo de dinero.  Uno se pregunta entonces: ¿Puede alguien  que se considera cristiano asociar cualquiera de   estos asuntos con Jesús de Nazaret?

Tal vez, como siempre, se arrojen cortinas de humo color púrpura, naturalmente,  sobre este caso, porque ¿cómo puede la Iglesia permitirse esta imagen pública que la descubre? Pero ahí quedan los hechos, y esos no pueden ser borrados de la memoria. Por estas y otras, se explica uno que las iglesias se vacíen de generación en generación, de lo que no podemos hacer otra cosa que alegrarnos visto lo visto, porque muchos empiezan al fin a comprender que catolicismo es una cosa y cristianismo algo bien distinto. Como decía el profeta según el sentido: “sal de ella, pueblo mío, antes de hacerte cómplice de sus pecados”.

Hace muchos años  que me sumé a los que se fueron y cada día me alegro más de mi decisión.

(*) Se puede ampliar la información sobre este tema en  “Misterios en el Vaticano”, por Enrique de Vicente (en Internet)

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.