Podemos decir sin temor a equivocarnos, que existen en la actualidad una serie de indicios que nos llevan a pensar, en la posibilidad cierta, que para diciembre del 2012 o quizás antes, vamos a tener un nuevo Presidente en la República de Venezuela. Los analistas políticos serios – no los gobierneros – han venido destacando, entre otras, las siguientes señales:
El desgaste de Hugo Chávez durante trece años de mandato, donde no pudo cumplirle al pueblo sus promesas de salubridad, vivienda, trabajo; el no haber podido, o tal vez querido, enfrentar el problema de la inseguridad y la criminalidad que han convertido a Venezuela en un verdadero camposanto; donde los índices de muertos y heridos por el hampa superan con creces a los acaecidos en naciones con verdaderos conflictos bélicos, como Irak y Afganistán, donde explota uno o dos carros bombas casi todos los días, o el caso de Siria donde el tirano gobernante de ese país, arremete en forma sangrienta contra el pueblo disidente.
En Venezuela, el grueso de su población dejó de creer en revoluciones fracasadas y en trasnochados socialismos del siglo XXI que no han resuelto, ni resolverán los problemas de la infancia abandonada; la carencia de alimentos y la corrupción desmedida que ubican al país entre uno de los más corruptos en el mundo. Dicen que el mejor contrincante que tiene el Presidente en la campaña electoral, es la caótica situación que se vive por la crisis energética, donde la gran mayoría de las poblaciones del país sufren recortes del suministro eléctrico todos los días durante varias horas; pero lo más absurdo de todo esto, es que después de tantos años en el gobierno, ahora es cuando vienen a darse cuenta que hubo fallas en la planificación del sistema y comienzan los mea culpa -como dice por allí un refrán criollo: “tarde piasteis pajarito”
Otro indicativo que da sensación de triunfo para la oposición, es la actitud asumida por uno que otro oficial de alta graduación en las Fuerzas Armadas, quienes parecen haber llegado a la conclusión que el triunfo electoral del actual Presidente de la República en la elecciones del 2012, se encuentra en “pico de zamuro”. De otra manera, uno no puede explicarse la seguidilla de declaraciones absurdas y grotescas que vienen dando de manera sostenida y sistemática, cuando tienen una cámara de televisión o un micrófono a su alcance, para balbucear y decir pistoladas sobre el desconocimiento de un nuevo comandante en Jefe diferente a Hugo Chávez, en clara violación a la Constitución Nacional y un grosero desafío en desconocer la voluntad popular de llevar a la Presidencia de la República a un candidato salido de las fuerzas opositoras.
Afortunadamente, quienes piensan de esa manera son una ínfima minoría que no representan a la totalidad de las Fuerzas Armadas. Con sus gestos destemplados y su verborrea cuartelaría, estos señorones pretenden: confundir a la población disidente, infundir temor en los electores, meterles miedo a la gente, tratar de imponer la bota militar sobre los votos del pueblo; pero en el fondo, los asustadizos y confundidos son ellos mismos, por el temor de ver mermados sus privilegios, por el miedo a perder el poder, y que algún día se haga justicia y paguen por los delitos de lesa humanidad cometidos en contra de sus conciudadanos.
Esa estrategia del miedo ya no surte efectos entre los venezolanos; este pueblo hace mucho tiempo que lo perdió y ahora no se deja intimidar por unos señores que, groseramente, ostentan un grado militar superior al que tenía nuestro Libertador Simón Bolívar, quien solamente llegó a ser General en Jefe – No. Que va. A la gente no las deslumbran los soles que llevan en las hombreras, ni se dejan impresionar por esas chaquetas militares llenas de “chapas” al estilo de las vidrieras donde venden bisutería barata.
Otro indicativo que nos lleva a creer en un cambio de rumbo en el país es el siguiente: Antes que el Dr. Fidel Castro, padre, guía espiritual y médico de cabecera del mandatario venezolano, le diagnosticara un cáncer, su popularidad había descendido a niveles alarmantes – por supuesto, para sus seguidores – Este mal le trajo un bien, aunque decirlo resulte una contradicción; ya conocemos que el factor “lastima” despierta sentimientos de solidaridad entre los seres humanos, y ha logrado (según ciertas encuestadoras) remontar algunos numeritos en las mediciones.
Muchas personas se muestran recelosas ante la enfermedad del “líder” y parten del supuesto de que todo esto pueda ser el resultado de una estrategia diseñada y dirigida por su mentor cubano; bueno, eso es lo que piensan y opinan algunos. En lo particular, si paso a creer en la enfermedad del hombre y que en verdad se ha sometido a los tratamientos anti cancerígenos; lo que a uno si pone receloso y a la defensiva es esa recuperación milagrosa, ocurrida prácticamente de la noche a la mañana: cuándo se ha visto que un individuo en esas condiciones ande saltando de aquí para allá, contando chistes, cantando y haciendo shows televisivos en cadena nacional.
Tengo amigos, familiares que han sido sometidos a diversas sesiones de “quimioterapia” y al salir de la sala de tratamientos, se podía observar su estado físico deplorable, su capacidad mental disminuida, su debilidad manifiesta; pero en el caso del Presidente de Venezuela ocurre todo lo contrario: no pareciera haber salido de una sala clínica, expuesto a radiaciones o algo por el estilo, sino de un salón de masajes.
El gobierno sabe que no las tiene todas consigo en este proceso electoral, por eso recurre a las siguientes estrategias: infundir temor en la población, despertar conmiseración ante la salud del mandatario, despertar en los seguidores del Presidente un sentimiento de religiosidad ante el “líder” porque en eso se ha convertido el “chavismo”, en una pseudo religión, donde Hugo es el Gran Gurú, el Sumo Sacerdote y el Mesías todo poderoso. No sé si será motivo de risa o de tristeza, ver a un nutrido grupo de venezolanos – porque la verdad sea dicha, tiene muchos seguidores – contemplar embelesados, con cara de carneros a medio morir, cuando el hombre se dirige a ellos desde una tribuna, comportándose como si estuviesen en presencia del Santo Nazareno. Si ya hasta lo tienen en los altares y le prenden velas.
Como dice la conseja popular: “amanecerá y veremos”