Resulta como mínimo sospechoso que los mismos medios de comunicación que miraron para otro lado o criminalizaron las protestas y manifestaciones españolas se involucren tanto y tan a favor de la oposición venezolana y de las protestas ucranianas.
Bien sabido es que una imagen impactante vale más que mil palabras y razones, y de esta verdad se benefician los grandes medios que – que curioso – tienen intereses económicos en el derrocamiento del gobierno venezolano (como siempre que Estados Unidos los tiene).
Para esta manipulación sacan todo el arsenal de artimañas de que disponen: desde omitir las imágenes de crímenes perpretados por los opositores y la relación que muchos de ellos tienen con los Estados Unidos, hasta incluso (y no es la primera vez que pasa) acompañar la información con imágenes pertenecientes a otro país o grabar escenas teatrales (otra vez USA) presentándolas como verídicas. Todo dirigido al espectador con el fin de ganar por vía visual lo que no pueden por la vía argumental y razonable.
Creo que cualquiera que se considere librepensador debe tener en cuenta, al recibir una información, de si el informante es imparcial o si por el contario tiene intereses directos o indirectos en la credulidad del informado para justificar cuantitativamente el proceso de su beneficio.
Cuando la calle hervía a borbotones en las calles de España pidiendo responsabilidades a los bancos, los grandes medios, que maman de ellos, no mostraron ni mucho menos el interés (y si lo hicieron fue para desprestigiar el movimiento) ni la jactancia moral que hoy muestran para causas extranjeras. ¿Solidaridad? Sí, para con sus bolsillos.
En algunos periódicos (y cualquiera que se sepa el abc o tenga uso de la razón sabrá de cuales hablo) el distinto trato que se da a similares acciones, legitimando sólo las que le reportan algún beneficio, alcanzan cuotas de desfachatez que moverían a la risa si no estuviéramos hablando de asuntos tan serios.
Los miembros del partido que hoy nos malgobierna, y que hace poco apelaba a la mayoría silenciosa para restar importancia al descontento general, hoy aplauden el arrojo y la valentía de las protestas y mitifican a los opositores envolviéndolos en una aura de heroicidad (ojo, estamos hablando del mismo partido que aún no ha condenado el franquismo). +
Lo que algunos medios omiten emitir, es que algunos (como en Ucrania) están envueltos, en realidad, en banderas nazis, y ya circulan fotos en las redes donde se puede ver a algunos manifestantes saludando fascistamente en plazas muy conocidas que no dejan lugar a la manipulación.
Es curioso, insisto, que haya quien se precie librepensador sin tener en cuenta lo fácil que es para los medios hacer pasar por libres nuestros pensamientos, pintando los barrotes de su esclavitud de un azul tan intenso que confundimos con el cielo.
También resulta curioso que tantos artistas (de dudosa catadura intelectual ) que no se suelen posicionar ni » mojar » en otros procesos, hoy apoyen con fervor a los opositores, mientras los grandes intelectuales, como Noam Chomsky, Ignacio Ramonet, Eduardo Galeano y muchos otros, con más razones y argumentos, pero con menos repercusión, hagan lo contrario.
Pero como toda creencia que está arraigada a golpe de efectos visuales y que alcanza nuestro beneplácito sin pagar antes en la aduana del razonamiento, para todo aquel que esté entusiasmadamente a favor de los opositores, ninguna razón le será suficiente, y habrán negado con la cabeza, si han leído esto, desde la primera palabra.