Ya está aquí, ya llegó, pasadas las hogueras de San Juan, la llegada del verano es inminente, a la vuelta de la esquina, ya no hay escapatoria, no nos queda otra que sufrir la tortura del verano, como cada año, sin solución de continuidad, uno tras otro, y al siguiente también.
El verano aparece y el sentido común desaparece, el buen gusto se ausenta y la educación se marcha de viaje, de veraneo supongo, que también tiene derecho, la austeridad se busca un acomodo ajeno y el despilfarro comienza a cobrar protagonismo, aunque este año menor, por razones obvias.
Comprendo la necesidad de descansar de la rutina diaria, pero se me escapa el hecho de que ese descanso lleve asociada la obscenidad social y el exceso vital, debe de ser cosa del calor que achicharra los cerebros, cancela el funcionamiento intelectual y golpea con crueldad el entendimiento.
El verano, si fuera bien entendido, ofrecería un amplio abanico de opciones de ocio creativo y respetuoso, con los demás y con uno mismo, sin necesidad de gastar todo el dinero que tan trabajosamente se ganó durante el año, porque aunque a mucha gente le cueste entenderlo, mayor gasto de dinero no es igual a mayor diversión, esa ecuación rara vez se cumple.
El período estival debería de ser aprovechado para apurar esas novelas que todos tenemos a medias, unos por leer y otros por escribir, para disfrutar del tiempo en pareja y en familia que nunca se tiene durante el resto del año, para conocer nuestras propias ciudades, tan desconocidas para los oriundos, y para disfrutar de algo tan hermoso como uno mismo.
Desde estas líneas hago un canto a la introspección, al dejar de mirar hacia fuera y realizar un cambio de perspectiva para comenzar a mirar hacia dentro, hacia uno mismo. No hay nada más hermoso que conocerse a uno mismo y comprender las virtudes y los defectos, las filias y las fobias, los amores y los odios, y crecer, desde ahí, hacia una felicidad plena, plagada de conocimiento.
Entonces, ya no importará la crisis económica, que seguirá azotando, no importará que el banco no te conceda la hipoteca, porque el grifo está cerrado, no importará que te rebajen el sueldo, no es más rico el que más tiene sino el que menos necesita, sólo importará que tú eres feliz.
Llega el verano, aprovéchalo de verdad, y olvídate de las cosas que no importan.