Ángel María Villar y otras muchas personas relevantes del Real Federación Española de Fútbol y de otras federaciones fueron detenidas. Además, se acordó el ingreso en la prisión provisional de muchos de los que están siendo investigados por una trama en la que se mezcla el análisis de diversos hechos que pueden ser constitutivos de delitos de falsedad documental y corrupción entre particulares, junto con otros.
Todo se ha destapado por distintas operaciones vinculadas con partidos de la selección y con el intercambio de favores y de cargos federativos. Varios indicios sirvieron para solicitar la intervención de las comunicaciones de Ángel María Villar y de otros dirigentes federativos.
El problema va más allá de los delitos que se hayan podido cometer. El tiempo que Ángel Villar ha estado en su cargo ha sido suficiente para garantizar la existencia de una estructura en la que todavía hay muchos defensores del Villarato. Los intereses creados han sido diversos y todos han resultado útiles para enriquecer a unos pocos, que, como Gorka Villar, hijo del presidente del la Real Federación Española de Fútbol, han disfrutado de las ventajas de tener una buena red de contactos.
En un momento dado, el Villarato, que ha llegado a asemejarse a una pequeña dictadura a nivel corporativo, parecía tener finalidades esencialmente deportivas, pero, realmente, tenía objetivos propios de una gran ambición, como los económicos. Mucho dinero se ha conseguido manejar con la pequeña fiesta orquestada por una verdadera mafia del fútbol, que se sirvió de medios públicos para perseguir fines de naturaleza privada con la tranquilidad que da la sensación de impunidad.
Muchas entidades tienen una configuración jurídica que permite que suceda lo mismo que ha pasado en la Real Federación Española de Fútbol, existiendo pocos deseos de vigilancia y control. Puede pensarse en los entes que forman la Administración Institucional, pero también en las universidades públicas o en las fundaciones públicas. En todos esos entramados organizativos pueden emplearse mecanismos para conseguir que todo dependa de la voluntad de algunas personas, que pueden hacer y deshacer conforme a sus deseos, que pueden tener una escasa vinculación con los intereses de los ciudadanos.
Como ocurre tantas veces, no se harán cambios importantes para evitar que vuelvan a suceder hechos como los acaecidos con la trama organizada por Ángel María Villar. La razón es que habría que alterar todo el sistema para evitar la corrupción vinculada al fútbol y, frente a esa posibilidad, siempre se va a preferir el mantenimiento del orden establecido realizando algunas modificaciones poco relevantes para mostrar un aparente esfuerzo.
Diego Fierro Rodríguez