Sociopolítica

Vísperas del cambio

crack

La tensión social creciente  que estalla aquí y allá- no solo en España, sino en Europa y en el Planeta- evidencia que nos hallamos en los albores de un nuevo tiempo semejante al de la caída de cada uno  de los viejos sistemas de dominación.  Nuevas ideas y fuerzas  que defienden la verdad y la ética emergen para cambiar la faz de un mundo hipócrita y corrupto sostenido por un Sistema  tan decrépito en ideas como peligroso sin excepción  para una vida decente de los habitantes del Planeta. Y como sucede siempre en las épocas de transición, lo viejo  no termina de morir…aún.

Siglo tras siglo  se renueva  ese pacto de profundas raíces históricas   entre ricos, gobiernos y clero, que es un pacto de colaboración  contra la Verdad que la Inquisición Vaticana tomó como paradigma durante milenios. Y aunque la persecución a la Verdad y la ética consecuente con ella es tan antigua como la mentira  misma- ahí tenemos, los ejemplos  sangrantes de Jesús de Nazaret y de Sócrates- el acabado organizativo perfecto fue en el siglo 13, con la invención del cínicamente llamado “Santo Oficio” o “Santa Inquisición”, ese engendro demoniaco de la hipócrita Iglesia Católica y anticristiana.

Desde  entonces la “santa” Inquisición vino conspirando, persiguiendo, denunciando, procesando y condenando a muerte a quien defendiera cualquiera de esos cinco principios de la revolución cristiana  (libertad, igualdad, fraternidad, justicia y unidad)  que aguardan pacientemente a que la humanidad los asuma. No parece fácil; no solo por parte de cada uno, que tiene que vencerse a sí mismo y superar las personales debilidades de lo demasiado humano contrarias  a todo eso,  sino porque esta sociedad que hemos puesto en marcha entre todos gira al revés, o sea, contra esos principios, y finalmente en contra nuestra, pues a la siembra sigue la cosecha. Esa es la razón por la  el mundo viene siendo  liderado por  los  mencionados   peores enemigos de la Verdad, la ética y la  moral  a los  que  millones – sin embargo-  admiran, idolatran, imitan en cuanto pueden y  les votan como a sus representantes, porque  son de su misma cuerda. Las consecuencias de ese liderazgo  bien a la vista están: sufrimiento, pobreza, dolor, violencia y todo el largo cortejo de miserias de un verdadero Estado global de los demonios, cuyos delegados se sientan en los sillones de poder de este mundo alimentados por los que piensan como ellos.

Se puede decir  que  entre todos hemos puesto en marcha una máquina que no solo amenaza con aplastarnos, sino que nos devora. En su gran estómago, cuyos principales centros de digestión son la Bolsa, los parlamentos, los bancos y los palacios religiosos y civiles, anidan  y programan nuestra nuestras vidas los representantes de los peores vicios  y degradaciones que podemos imaginar. Y ese gran estómago no descansa. Día tras día, año tras año, digiere cuanto  necesita digerir para lanzar al mundo  lo que no es otra cosa  que  el resultado de su digestión: suciedad, horror. Y  toda idea, organización, o proyecto alternativo  que  ponga en peligro sus programas diabólicos es atacado por sus anticuerpos uniformados  del mismo modo que una célula  en peligro responde a la invasión de un cuerpo extraño.

Ecologistas, movimientos  espirituales libres, organizaciones sociales por  la justicia, la participación política y social y  contra la corrupción y  los desmanes de los ricos, de sus  gobiernos  y  del fariseísmo   religioso de las Iglesias  son –para el Sistema- los cuerpos extraños que   sin embargo forman parte de  esa savia nueva de la primavera de los pueblos. Con  inmenso dolor y sacrificio se abre paso  esa savia por los siglos hasta emerger en las calles, las aulas  y los centros de trabajo desde las cloacas del conformismo y la pasividad y  contra la pestilencia de la corrupción y los abusos de la gran máquina antisocial que siempre tiende a integrarlos, digerirlos y convertidos en sucedáneos de lo que pretendían ser. Todos sabemos cómo se les trata: primero se les ningunea, se les ignora, luego se les desacredita, y por último se les persigue. Para ello, el sistema cuenta  – como siempre- con el apoyo, la indiferencia o el  silencio de sus hipnotizados: las mayorías inconscientes que por su pasividad actúan como cómplices. Esta pasividad  es para el Sistema su auténtico colchón de seguridad. Más que sus propios uniformados.

La gente de la mayoría – que duerme en las praderas de la vida  una secular modorra- no se da por aludida hasta que no los dejan sin trabajo, les empujan fuera de su casa, les expropian, les secuestran sus ahorros o les suben los impuestos hasta dejarle sin recursos. Entonces protestan, pero el gran estómago  de la gran máquina está preparado para  neutralizar, tragar  y digerir sus pancartas contando con ese  su doble apoyo de uniformados y conformistas, que siempre exceden en  número a los renovadores y a los que protestan al ser agredidos.

Con  una tenacidad ejemplar a pesar de todo, se levantan una y otra vez las voces de  profetas, herejes,  disidentes políticos, dirigentes populares, movimientos alternativos, todos  ellos altavoces de los valores que dignifican a los seres humanos  y les pueden ayudar a superarse como personas hasta ser capaces de crear una nueva sociedad a base de eliminar los restos de esta en su propio corazón. Invariablemente,  son acusados  por Iglesias o gobiernos de pertenecer a sectas, ser falsos populistas, extremistas y  terroristas o afines. No es que Iglesias o gobiernos crean que lo son: tienen sobrada información de sus anticuerpos sociales para saber la Verdad, pero su objetivo  es justamente  el contrario: convertir la Verdad en un asunto sospechoso y presentarla como peligrosa. Entonces ponen en marcha todos sus órganos- judiciales incluidos-  para criminalizar lo que les molesta.

Y ahora mismo lo que más le molesta son las verdades y  los que  están dispuestos a manifestarlas públicamente.  La nueva inquisición no es ya únicamente religiosa. Es religiosa y es política. Tanto una como otra  tiene  esbirros  especializados en buscar disidentes y  calificarlos de sospechosos o peligrosos. El poder civil recoge la información, les somete a vigilancia o les detiene como siempre se hizo. Y si los disidentes se organizan en defensa de la Naturaleza y  los derechos de la ciudadanía  o de  los animales  y se les oye demasiado, se les intenta anular empezando por colocarles  el rótulo de “sectarios” o “anti-sistemas”. Lo son, desde luego, para ellos, que  intentan perpetuar este  sistema corrupto y sin futuro, pero no para un distinto y nuevo  sistema de  regeneración de la vida económica, política, social y espiritual  del Planeta, que es justo lo  que hoy necesitamos con urgencia. No son conscientes los inquisidores que criminalizar la Verdad es algo que tiene mucho pasado, es cierto, pero cada vez menos futuro. No hay más que ver cómo los enemigos de la Verdad son cada vez más contestados y desautorizados por las nuevas generaciones, que ven amenazado su porvenir  y el de este Planeta envenado que van a heredar en las peores circunstancias de toda su historia. La de hoy es el  proceso recién abierto hacia la Nueva Era, la Era de la Paz, un mundo nuevo donde los egocéntricos,  siempre enemigos de la vida, no tendrán cabida.

A diario , periodistas y tertulianos que viven del pesebre del Sistema  se rasgan las vestiduras mientras arremeten contra los que llaman  despectivamente “antisistema”; a diario estamos  viendo  con qué unanimidad descalifican a  quienes se definen como  anticapitalistas, o anticatólicos, siendo que el catolicismo les atonta y miente- y el  capitalismo- además-  les explota, les despide impunemente o  les rebaja los salarios. En nuestros días no cesan los ataques contra quienes  defienden la democracia real cuando la que padecemos es ficticia, de risa y llanto;  se descalifica a quienes  intentan evitar que se desahucie  a familias amparadas por la Constitución y por los tribunales europeos – que reconocen  su derecho a la vivienda- y cosas por el estilo. Se  intenta demonizar y aislar del conjunto social a los que disienten del pensamiento único,  y si eso no se consigue a pesar de todo, siempre están los recursos de siempre que el Sistema aplica de la misma manera vistiendo su traje  democracia o su traje de  dictadura: represión, represión, represión. Descalificación, descalificación, descalificación: asesinato moral. La imaginación nunca fue su fuerte.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.