La transmisión de una actitud positiva del voluntario social empieza por su auto-aceptación y una serie de actitudes que han de observarse.
Como punto de partida, el voluntario tendrá mayor facilidad para la comunicación si posee el suficiente autocontrol emocional para saber hasta dónde o hasta cuándo implicarse. Cuando su misión alcanza su límite, será preciso derivar la situación hacia otro servicio o hacia un profesional.
También son importantes la autoestima y la autoaceptación, que facilitarán la aceptación de los otros hacia nosotros. Como voluntarios, debemos aprender que debemos respetarnos y reírnos de nosotros mismos si queremos transmitir autoestima al otro.
Tener clara nuestra motivación como voluntarios transmite seguridad y puede ayudar a dar continuidad a nuestro servicio.
La empatía y una actitud positiva dotarán de autenticidad y de credibilidad a nuestro voluntariado.
La confianza en el ‘ayudado’ y una actitud positiva facilitan la constancia y la intensidad de nuestra motivación. Es necesario creer en la potencialidad de la otra persona para cambiar su situación. La tremenda capacidad de superación del ser humano ha quedado demostrada a lo largo de la historia.
La ausencia de juicios moralizante es fundamental, pues somos voluntarios, no jueces. Y como tal aceptaremos a la otra persona tal como es, no «a pesar» de cómo es.
No hay que abusar de frases que inviten a no sentir: «No importa, no te preocupes, no pasa nada, todo se arreglará…». Más bien hay que ayudar a asumir dentro de la realidad y en el contexto de cada persona las situaciones desagradables para encontrar soluciones particulares. Si el voluntario usa un «No te preocupes», tendrá que argumentarlo porque, si no, queda como una frase hueca.
Tampoco es bueno recurrir a generalizaciones extremas que nos hagan construir todo un mundo a partir de un pequeño detalle que nos muestre una persona. El tono de voz y el aspecto físico de una persona nos puede llevar a deducir que es toxicómano, probablemente inculto, casi con seguridad habrá robado y, por lo tanto, debe haber estado en la cárcel y posiblemente esté infectado de SIDA, características que le hacen ser no muy fiable para un tratamiento de reinserción… y todo por un aspecto físico que perfectamente puede no coincidir con la realidad de esa persona.
Esto tiene mucho que ver con los prejuicios infundados y, como antes dijimos, nadie posee enteramente las características de ningún grupo; cada uno poseemos particularidades y diferencias que nos hacen únicos y como tales ha de tratar el voluntario a los beneficiarios del programa en el que actúe.
La cordialidad, cualidad del corazón, la honestidad y el calor humano nos permitirán ganarnos la confianza de los otros, de manera que nos resultará más fácil corregir errores, ser firmes o decir verdades si llega la ocasión.
J.C.G.F.
Solidarios para el Desarrollo