26-J: Una vez más se acercan las elecciones.
- Mi pereza no puede ser mayor. Otra vez vamos a ver los a los políticos en las televisiones las 24 horas del día.
- Se amontonarán las tertulias de charlatanes que opinan de ingeniera aeronáutica cuando hay un accidente de avión, de salud cuando la noticia es el virus zika o el ébola y, por supuesto, de política.
Por si esto fuera poco, en la oficina, en las cenas con amigos, en las comidas con la familia, etc. el tema siempre saldrá antes o después. Y, ¿qué voy a decir? Estoy hasta el gorro. Antes me gustaba la política, pero es que ahora no la soporto.
Pero no quería hablar de mi rechazo a la política, sino mi sorpresa ante el enorme cambio que se ha dado en parte de la sociedad. Hasta hace unos años, hicieran lo que hicieran los políticos, no había más de un 5% de la población que cambiaba de partido a la hora de votar. Y ese porcentaje de población medianamente racional era quien decidía qué partido gobernaba. Curiosamente, a día de hoy, aunque todavía hay mucho votante fiel, tenemos un porcentaje de electores muy reactivo.
Todos conocemos el resultado de las elecciones de diciembre. Poco después de las elecciones la intención de voto a Podemos despuntó para, unas semanas después, cuando el PSOE y Ciudadanos llegaron a su pacto, hundirse. En el día de ayer, encuestas como la de El Mundo le dan como segunda, fuerza habiéndose recuperado desde mínimos a máximos en cuestión de días.
Sí, puede decirse que las encuestas están manipuladas y responden a ciertos intereses. No me cabe duda, pero la verdad es que me creo que las oscilaciones sean tan amplias en tan poco tiempo. Como comentaba, en mi entorno veo ese comportamiento psicótico o bipolar, en el que un día un elector tiene claro que va a votar a Podemos, y al día siguiente a Ciudadanos. Incluso aunque ambos sean incompatibles, no importa. A este tipo de votante sólo le importa no votar al PP y al PSOE, y es incapaz de ver que Podemos es comunista, y que Ciudadanos es, socialdemócrata o liberal (a mi no me lo parece) o lo que sea según los ojos de quien lo mire.
En mi opinión, hemos pasado de un electorado inamovible, a un electorado reactivo, y no sé cuál es peor.
Con el electorado inamovible existe la esperanza de que algún día vea la luz y sea capaz de reflexionar y cambiar su voto. Sin embargo, el electorado reactivo es mucho más fácil de manipular, pues sólo responde a impulsos poco o nada racionales («sonreid, porque se puede«). De esta manera, conociendo los impulsos básicos del ser humano, un político medianamente listo es capaz de llevarse a los votantes a su terreno, y eso es algo que me aterra.
No quisiera terminar mi primer artículo de una forma tan deseperanzadora. Sigo creyendo en las enormes capacidades del individuo, incluso de ciertas organizaciones, pero hace mucho tiempo que no tengo esperanza en la masa.