EL CRISOL – Pascual Mogica Costa
Los españoles por aquello de ser condescendientes y sobre todo porque consideramos que todo el mundo se merece una segunda oportunidad, estamos teniendo la paciencia del santo Job con el ministro de Cultura, José Ignacio Wert, y estamos aguantando, disimulando y mirando para otro lado, las pifias del señor ministro, entre ellas las de no enterarse de que fue el Tribunal de Atlanta y no el Tribunal Supremo de los EEUU el que refrendó que el tesoro del Odyssey pertenecía España. Otra de ellas fue la de retirar la asignatura de Educación para la Ciudadanía fundamentándose en el hecho de que en la misma se contenían cuestiones de índole ideológica tales como ensalzar el socialismo en detrimento del capitalismo cuando en realidad esto pertenecía a un libro escrito por determinadas personas que nada tenían que ver con los que se utilizan en Educación para la Ciudadanía. Otra de sus “cantadas” fue la derogación de los temarios para oposiciones de los docentes porque, según él, “podías aprobar francés sin hablarlo”. Y no hay que olvidar otra frase suya muy célebre la que utilizó para decir que “España tenía un problema con el dopaje”. Esto fue a raíz de la sanción al ciclista Alberto Contador. Wert ha escrito un libro para la Fundación FAES en el que entre otras cosas halaga a su presidente, José María Aznar, criticando en dicho libro la “cerrada intolerancia”, no hay que olvidar que Wert es sociólogo, de los españoles respecto a lo que él considera comportamientos “generalizados” como conducir con unas copas. Recordemos también la indignación que en su día provocó Aznar cuando apeló a la libertad individual para beber y conducir. En fin, que por sus frases y hechos le vamos conociendo.
Después del “ajuste”, yo no se le llama “recortes”, de 3.000 millones de euros en Educación, ahora nos sale este personaje diciendo, muy en voz baja, pero con mayor intención, que hay que cerrar universidades públicas, que hay un 30% de alumnos que abandonan sin terminar la carrera y que esto supone que se estén “tirando” 2.960 millones de euros, pero esto del 30% no es lo más grave, lo más grave es la apreciación que hace Wert sobre “la escasa contribución” del sistema universitario poniendo como ejemplo el hecho de que un 21% de los graduados estén en paro, o sea que hay que cerrar universidades, públicas claro, y lo mismo se debería hacer con los centros de Formación Profesional ya que no todo aquel que consigue graduarse encuentra un trabajo, ambas instituciones según Wert no sirven para que los jóvenes encuentren un empleo. Si la excusa para cerrar universidades es la de que un 30% abandonan sin acabar la carrera, lo que debería decirnos es lo que él piensa hacer, cerrar no es la solución, para prever y evitar este abandono cosa imposible en tanto en cuanto todos los que acceden a las distintas carreras universitarias reúnen los requisitos exigidos en cada materia y por tanto están en su perfecto derecho a disponer de una plaza. Y también debería decirnos el ministro que pasaría si diera el “cerrojazo” a las públicas ya que esto provoca el que muchos universitarios y futuros universitarios tendrían que desplazarse muy lejos de sus lugares de residencia con el consiguiente quebranto económico que esto supone y que muchas familias no podrían sufragar. A esto hay que añadir la reciente “idea” de Wert de autorizar a las universidades públicas a subir un 25% el precio de la matrícula. Está claro lo que se busca desde el Gobierno es que a la Universidad solo puedan acceder los hijos de los económicamente fuertes. Ha anunciado también que el ratio de alumnos en Primaria y Secundaria aumentará en un 20% lo cual me recuerda a aquellas escuelas unitarias de antaño. Españoles, Franco ha vuelto.
Pero está visto que no se puede ser bueno con nadie, nuestro silencio ha hecho creer al ministro Wert que lo está haciendo bien y ahora se suelta diciendo que no descarta hacer una nueva ley educativa. Yo ni entro ni salgo en si es necesaria o no, aunque si considero que es necesario un pacto serio por la educación y no estar cada dos por tres cambiando directrices y contenidos que en nada benefician a los estudiantes, pero si esto se ha de hacer, pido por favor qué no lo haga este señor porque lo peligroso de este personaje no es que sea ministro de Educación, lo peligroso es si se llega a creer del todo que él es el ministro. La cosa es preocupante, muy preocupante.