“Mi Señor, ayúdame a decir la verdad delante de los fuertes”.
Mahatma Gandhi
El Artículo primero de la UNESCO, Organización de las Naciones Unidas que tuve el honor de dirigir durante varios años, dice que se garantizará “la libre circulación de las ideas por la palabra y por la imagen”. Libertad de expresión, de información, de acceso.
De los cientos de miles de documentos “clasificados” que han sido difundidos por Wikileaks, unos revelan datos sobre el ejército de Estados Unidos, procedentes de comunicaciones dirigidas al Pentágono. Otros se refieren a “filtraciones” de mensajes enviados por distintos Embajadores al Departamento de Estado norteamericano. Y sólo este conocimiento tiene un valor incalculable para, entre otras cosas, mejorar el servicio diplomático y de información militar. A partir de ahora, muchos se lo pensarán dos veces antes de enviar semejantes informaciones. Los “poderes” se darán cuenta de que deben actuar de otro modo y de que la “transparencia de Estado” es mucho mejor que los “secretos de Estado”. Las buenas acciones políticas no se van a desestabilizar. Las malas, sí. Y eso es positivo. Los medios de comunicación pueden ayudar a evitar dislates, a cooperar en la dirección adecuada. La Política, en mayúscula, lo agradecerá.
Pero lo que nadie puede deducir es que todos estos mensajes sean ciertos. No sabemos si responden a la realidad, sobre todo algunos que, de modo evidente, transmiten impresiones muy personales, superficiales, anecdóticas.
Sería absurdo que, siempre tan cautelosos en calificar de “presuntos” incluso a los que de manera fehaciente han transgredido o se hallan inculpados, nos apresurásemos a sacar conclusiones de estos documentos sin verificarlos rigurosamente.
En la medida en que se comprueben, no cabe duda de que deberán tomarse medidas, en ocasiones muy severas, por parte de las autoridades competentes, vigiladas desde ahora más directamente por el “pueblo consciente”.
Lo realmente importante es fomentar el buen periodismo, el que describe fidedignamente lo que acontece y lo que sabe, con total independencia de criterio. Y el que escribe y defiende libremente su opinión.
Por otra parte, tenemos que tener en cuenta que la “noticia” trata siempre de algo insólito, extraordinario. Debemos procurar ver los grandes espacios de la realidad que no contienen las informaciones… porque son “normales”, son “lo ordinario”, lo habitual. Ver los invisibles y no sólo lo que “iluminan” los focos de los medios de comunicación es muy importante porque, no me canso de repetirlo, sólo si conocemos la realidad profundamente podremos transformarla profundamente.
En resumen: muy bien difundir las informaciones de Wikileaks. Muy mal creer a pies puntillas lo que dicen, sin comprobarlo, especialmente por quienes en los medios “adictos” emiten sólo lo que les conviene, de forma, con frecuencia deformada según la ideología de las empresas propietarias; por los que con tantos aspavientos van en contra de la transparencia periodística, con “pecados” de omisión y tergiversación…
Necesitamos con urgencia más medios fiables. Hay progresivamente menos, por concentración en unas cuantas “manos”.
Abajo los que se apresuran, desde la óptica de un partidismo “inquebrantable”, a extraer las conclusiones que mejor se adaptan a sus fines, con la misma ligereza con que se alejan de la objetividad.
Conocer. Confirmar. Poner en su contexto. Saberes y buen criterio. Ya lo escribió T. S. Elliot hace más de un siglo: “¿Dónde está la sabiduría / que hemos perdido en el conocimiento? / ¿Dónde está el conocimiento / que hemos perdido en la información?”.
Pues eso.
Federico Mayor Zaragoza
Ex director General de la Unesco y Presidente de la Fundación Cultura de Paz