Economía

Y yo que pensaba que eras de izquierdas

«Y yo que pensaba que eras de izquierdas». Mi amigo Francisco es un socialista convencido, de los de puño en alto y rosa en la solapa, de los que crecieron al amparo de Felipe González, de Alfonso Guerra y del resto de descamisados que nos conquistaron en los años 80, y que ahora tanto añoramos.

Mi amigo Francisco, como te decía, es socialista y no me comprende cuando le digo que un despido libre debidamente ordenado y con una regulación adecuada es la medida económica más de izquierdas que se puede tomar a la hora de reformar el mercado laboral. No le culpo, los políticos no quieren que pensemos por nosotros mismos, nos venden un concepto y a él nos tenemos que supeditar. Nos han vendido que la indemnización por despido es buena para el trabajador y así nos tienen, felices y contentos con nuestros supuestos derechos adquiridos.

Pero yo me pregunto, en caso de despido, ¿qué prefiere un trabajador? ¿Una indemnización elevada o tener la posibilidad de encontrar otro trabajo en un breve período de tiempo?

Las personas honestas se decantarán por la segunda opción, sin duda. Entonces, hagamos una segunda pregunta, ¿quién encuentra trabajo antes: una persona de conocimientos obsoletos que ha trabajado toda su vida en la misma empresa o una persona actualizada que conoce diferentes metodologías de trabajo?

De nuevo, la segunda opción. Hagamos, pues, una tercera pregunta, ¿qué le sale más caro al Estado: pagar el subsidio por desempleo a un parado de larga duración o condonar parte de las cotizaciones de la empresa a cuenta del trabajador?

Evidentemente, sale más cara la primera opción.

A partir de estos tres sencillas respuestas ya me he construido el argumento para explicarle a Francisco y a todos los izquierdistas de la vieja guardia, porque la nueva guardia no es izquierdista, sino arribista, para explicarles, decía, como el despido libre puede ser una medida de izquierdas y beneficiar claramente al trabajador.

Mi propuesta es que la empresa pueda despedir libremente, sin necesidad de tener que indemnizar al trabajador. A cambio, tendrá que financiar la formación continua obligatoria del mismo, apoyada por una reducción de las cotizaciones sociales a cuenta del trabajador.

De esta forma el trabajador siempre estará en el mercado a la hora de buscar un nuevo puesto de trabajo, ya sea en el mismo sector o en otro similar. Pero no sólo éso, también se puede realizar una segunda lectura partiendo de que la empresa dudará antes de despedir a un trabajador que le aporte un valor añadido importante, y un trabajador formado claramente lo aporta.

Por otro lado, gracias a que el empresario no temerá por los costes de despido o por trabajadores enquistados en sus plantillas sin solución de continuidad, adelantará las contrataciones y eliminará la temporalidad.

En definitiva, se trata de una medida impopular, porque vivimos anclados en la demagogia izquierdista, pero una medida eficiente a todos los niveles, tanto para la empresa como para el trabajador.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.