Hace tiempo que vengo apreciando cosas iguales o parecidas a las que más adelante relato. No resto -nunca lo hago- protagonismo a aquellos que en justicia les corresponde.
Ciertamente que suelo huir de los protagonismos y de esto pueden dar fe aquellos que me conocen o me tratan. Lo que pasa es que a veces, sería cobardía y no modestia el no poner tu nombre junto a lo que expresas o publicas; entiendo que se debe dar la cara y si, públicamente dices u opinas algo, justo es que te responsabilices de ello y recojas las consecuencia que se pudieran derivar; comentarios, opiniones, etc.
He de admitir que siento una especial repugnancia por aquellos que siempre están montados en la primera persona del presente del indicativo.
No se les cae el yo de la boca. No sé si la egolatría es una enfermedad, puede que haya una natural tendencia a ser ególatras; pero no puedo dejar de pensar que cuando se cae en el «yoismo», se está entrando en el terreno de lo patológico.Si alguien se preocupa de ver los amigos que tengo en Facebook, podrá sin duda observar que crecen muy despacio o, incluso muchas veces, bajan de número y esto se debe a que aun de forma virtual no me viene bien cualquier cosa – recuerdo una frase que se me repetía en una ocasión, «poquito y bueno»; ya sabemos aquello de que lo bueno si breve, dos veces bueno, etc.
Siguiendo yo con mi disertación, observo la grandísima cantidad de personas que necesitan una especie de sombra protectora bajo la cual cobijarse. Les importa poco que el árbol sea de noble madera o de la más endeble, tambaleante y vulgar caña; ellos se cobijan agavillados bajo cualquier sombra y hacen pastor de esa grey al primer charlillas que se erija en tal.
El pastor de la grey , abre cada mañana su ventana y , cuasi de forma mesiánica dice la estupidez del día y todos entonan el consabido mantra de obediencia y exaltación.
Voy a transcribir algo que el insigne psiquiatra Castilla del Pino decía: «He llamado metafóricamente barrera diacrítica a aquella que virtualmente construye el sujeto para delimitar ambos mundos contiguos. La barrera diacrítica permite ubicar el acontecimiento, el objeto en términos genéricos en el mundo real o el mundo imaginario, y adecuar las reglas de actuación con él al espacio percibido o representado».
En esto debieran profundizar líderes de masas y plantearse la verdad o no que encierra el viejo dicho: «Ni están todos los que son, ni son todos los que están».
Yo termino diciendo que las consultas de salud mental están a tope, y que estas fechas son peores para la sesera que los «idus de marzo» lo fueron para Cesar.