Quiero iniciar este escrito con un preámbulo, para que no haya equivocaciones, ni malas interpretaciones (que las habrá, debido a la desafección de los tiempos que vivimos). Mi padre hizo la guerra con el ejército Republicano, y decía que una de sus mayores alegrías había sido llegar al pueblo, una semana después de terminar la guerra, y encontrar ondeando en la Casa del Pueblo la bandera Republicana. Se tuvo que marchar a Francia, donde pasó la mayor parte de su vida y yo con él. Soy militante socialista desde muy joven y, cuando escucho el himno Republicano Francés (La Marsellesa), se me ponen los bellos de punta.
Dicho esto, me explico: nuestro país mantuvo en el poder a un dictador durante 40 años. Gracias a la fortaleza y devoción de su ejército, murió en su cama.
Una vez que el actual Jefe del Estado asumió el poder, empezó a realizar contactos con los Partidos que hasta ese momento eran malditos en nuestro país, como PSOE y PCE, para llevarnos a la democracia.
La terna que le nombró el Parlamento Franquista para la Jefatura del Gobierno fue: Arias Navarro (que todos conocemos porque anunció la muerte del Generalísimo llorando), Fraga (Ministro de Interior) y Suarez (un joven Ministro con ideas renovadoras, quien fue nombrado Presidente del Gobierno para la Transición democrática).
Se inició el proceso Constituyente con unas elecciones democráticas, y en aquel proceso estuvieron todos los Partidos con representación Parlamentaria, dándole forma a la Constitución del 78. Los grupos parlamentarios presentaron 3200 enmiendas al texto hasta el 17 de abril, fecha en la que se publica el informe de la Ponencia sobre las enmiendas presentadas. Entre estas enmiendas había una, presentada por el PSOE, para dejar constancia del proceso democrático que se estaba llevando acabo, simple y clara: La Jefatura del Estado será Monarquía o República, que fue rechazada por el plenario de las cortes. La Constitución fue aprobada por el 87,78% de los españoles.
No voy hablar del 23F, y el dominio que mantenía el ejército sobre la población, eso está en las hemerotecas y la Historia solo la reinventan los intereses de cada grupo.
En mi largo caminar por el mundo he conocido Presidentes de Repúblicas poco dignos, como uno Italiano que cedía terrenos a su hijo para hacer casas populares con dinero de los contribuyentes y que luego vendía como viviendas de lujo, con el consiguiente beneficio personal; y Presidentes de Repúblicas democráticas que dejan como sucesores a sus hijos, tan dictadores como ellos.
Vuelvo al título de mi escrito: Yo respeto la Jefatura del Estado, por varias cosas. En un momento de desafección de la ciudadanía hacia la clase política, si no respetamos el símbolo de la unidad de todos los españoles caemos en la anarquía, que podría llevarnos a un desorden sin precedentes, en el que el primer iluminado que se levante por la mañana, gritando consignas destructoras contra los odios acumulados, nos puede llevar a los desastres del inicio del siglo pasado.
El Jefe del Estado español es una de las personas más respetadas en el mundo actual, y realiza un enorme trabajo diplomático, tanto él como su esposa y heredero.
Debemos respetar la presunción de inocencia. Un presunto garbanzo negro puede caer en cualquier familia.
Termino manifestando algo para mi importante: las personas se conocen por sus actuaciones. Una buena Monarquía Parlamentaria puede ser tan democrática, y a veces más, que una mala República, y yo vengo de tradición republicana.