Zapatero había pecado de muchas cosas, pero hasta ahora, hasta ayer, o hasta el momento en el que concedió la entrevista que publica hoy el Financial Times, nunca había pecado de liberal, siempre se había mantenido a cierto discurso socialista, no real, sino obsoleto y anacrónico, pero de reminiscencias socialistas, al fin y al cabo.
Sin embargo, parece que el cargo, rotativo, de Presidente de la Unión Europea, le ha afectado a sus principios sociales y ahora anda lanzando comentarios liberales a diestro y siniestro, con el objetivo, loable, de calmar a los mercados internacionales y seguir haciendo amigos entre los periodistas británicos.
Zapatero dice que España reducirá el déficit «al coste que sea». ¿Qué significa eso? ¿Qué está dispuesto a hacer el Presidente español para reducir el déficit? Porque hasta ahora poco o nada ha hecho, limitándose tan sólo a una política de prestaciones insostenible en el largo plazo, aunque necesaria como medida de urgencia.
Una vez más, Zapatero incurre en una clara incoherencia entre su discurso y sus hechos. Habla de incremento de la productividad, cuando ha reducido la partida de I+D+i en sus presupuestos, habla de flexibilización del mercado laboral, cuando lleva más de un año enfrascado en un diálogo social que no avanza, y habla de no bajar a la segunda división económica, cuando no existe un plan para evitarlo.
Lo más llamativo es escuchar a Zapatero hablar de flexibilización del mercado laboral, cuando hasta hace unos meses hablar de ello era poco menos que herejía a los ojos del socialismo más anacrónico. Pues bien, si el mercado laboral se hubiera flexibilizado de verdad hace un par de años, sin aguardar a que sindicatos y Patronal lleguen a un acuerdo, que nunca van a alcanzar, ya estaríamos recuperando empleo.
Poca credibilidad se puede tener en un político que modifica su discurso en función de su audiencia. Poco podemos creer en Zapatero si en España nos cuenta algo que luego tergiversa cuando habla con el Financial Times, o viceversa. Poco o nada podemos confiar en un tipo que niega sus verdades absolutas con el paso del tiempo.
Ya hace demasiado tiempo que Zapatero perdió el rumbo y anda dando tumbos en función del sol que más calienta, lo que ahora es blanco mañana será negro. El problema que tenemos es que lo que viene detrás no es mejor. Rajoy está corriendo el peligro de pasar a la historia como el político más mediocre de la historia de nuestro país. ¡Qué Dios, o quien sea, nos pille confesados, o pecando que es más divertido!