A veces tengo la impresión de vivir en un mundo completamente desquiciado, en el que apenas existe un mínimo de coherencia, de consonancia con la realidad. El último ejemplo lo hemos tenido con la manifestación del sábado 17 de octubre de 2009 contra el Proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, en la que al grito de “¡Sí a la vida!” participaban, además de las distintas asociaciones pro vida y público en general, miembros del Partido Popular encabezados por el ex- Presidente José María Aznar. Viendo estas imágenes me preguntaba cómo era posible que esta persona encabezara la manifestación si durante su mandato no derogó la citada ley ni tomó medidas siquiera para que el aborto se practicara dentro de los casos previstos. ¿Responde ahora su presencia en la manifestación a sus convicciones morales o a sus necesidades políticas? “¡Sí a la vida!” Por supuesto, claro que sí. ¿Pero dónde, en qué momento se oyó ese grito a favor de la vida durante todo su gobierno en el que se produjeron en España 511.429 abortos sin que se hiciera nada por impedirlo? ¿En qué momento se oyó ese grito a favor de la vida cuando el número de abortos se incrementó en un 152% con respecto al último año del PSOE sin que se llegara a realizar ninguna campaña de prevención y sensibilización contra el aborto? En su mandato, además, se aprobó la legalización y distribución de la píldora abortiva RU-486. Por lo cual, ¿hasta qué punto les importa a los políticos más la vida del no nacido que la lucha por el poder? La intencionalidad política que compone siempre este tipo de actos se pone de manifiesto al enfrentar a la sociedad en torno al eje derecha-izquierda, progresismo-conservadurismo, religioso-laico, cuando obviamente la defensa de la vida del no nacido no es monopolio de la iglesia católica ni de ningún partido conservador o progresista. Es de todo aquel que lo considere, sea de la ideología que sea.
Con respecto a la actual reforma de la ley del aborto que contempla la posibilidad de que se pueda interrumpir el embarazo sin consentimiento paterno a partir de los 16 años, observo que nadie parece saber o recordar la de miles de adolescentes que precisamente se han visto coaccionadas por sus progenitores a abortar sin que existiese una ley que las amparase. Dicho esto, nos encontramos que, según la legislación española vigente, una persona a los 16 años es inmadura para conducir, beber alcohol, votar a sus representantes políticos, comprar tabaco y bebidas alcohólicas, hacerse un piercing o un tatuaje, abrir una cuenta bancaria o entrar en discotecas de mayores, ya que estos derechos se adquieren con la mayoría de edad, a los 18 años. Igualmente —por ley— una joven de 16 años es lo suficientemente madura como para mantener relaciones sexuales consentidas desde los 13 años; hacer testamento y casarse a partir de los 14; conducir un ciclomotor a partir de los 15, o, cumplidos los 16, someterse sin necesidad del consentimiento de sus padres o tutores a cualquier intervención quirúrgica y decidir si quiere o no seguir un tratamiento oncológico. Por lo cual es lógico pensar que también esté en su pleno derecho para decidir si quiere o no abortar.
Ante el sinsentido de que una joven de 16 años pueda hacerse un aumento de mama sin consentimiento paterno pero no así un piercing, o que pueda contraer matrimonio pero no así brindar con cava en su boda, ¡señores, por favor, un poco más de coherencia jurídico-legal porque esta ley vuelve loco a cualquiera!
Maite García Romero
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