Por FREDRICK ALBERTO HIGGS, Ph. D. / Profesor de Filosofía
En las notas biográficas que se leen sobre Carlos López Dzur, poeta y narrador, historiador y educador puertorriqueño, se informa además que es filósofo, que ejerce el periodismo a través de sus blogs personales, que ideológicamente es ecléctico, librepensador y pacifista. Su interés social, político y por los temas comunitarios, son obvios cuando uno visita La Naranja de Orange County, que es la bitácora donde él da cabida a los temas noticiosos que le interesan. López Dzur no es un hombre metido en un mundo exclusivo de poesía y creación espiritual, o intimista.
Casi todos sus libros son vínculos vigentes de su realidad concreta, social e histórica. No es un autor viviendo en una torre de marfil ni en mundos intrasubjetivos. Se nota que le interesa el pasado en cuanto afecta el presente y el prójimo, demasiada gente y personajes que no son él, como para evitar dar muchos relatos en torno a su individualidad.
Es menos intimista en su poesía que lo esperable en una persona confesamente introvertida. Su obra es una ventana social, aún en libros como «Las zonas del carácter» o «Tantralia», que parecen sus libros más personales, siendo que tratan el tema de su crecimiento sicológico, espiritual y místico.
López Dzur dice que sus libros son públicos, gratuitos y largamente accesables para quien quiere leer, pues, como poeta y narrador virtual los ha compartido por más de quince años. Se ha dicho que es un pionero «en la Teta de Vidrio» (Extor H. Martínez), en la tarea de dejar libros enteros en las redes de internet. A mí me han interesado particularmente sus libros filosóficos, su tratamiento poético heideggeriano, en adición a sus ensayos. Todavía, centrado en el aspecto filosófico de su obra, que ha sido mi prioridad, inicié la lectura de sus Estéticas mostrencas y vitales y, por seguir el tipo de las reflexiones que ahí nos provee, propongo la siguiente conversación, entendiendo que es un filósofo existencial más que de otra índole. No es, en su caso, el término estética una forma de nombrar la belleza como fenómeno formal, o captación de proporciones, volúmenes espaciales, colores y simetrías, sino más bien una
investigación de tipo existencial de conductas, cosas difícilmente estáticas y hermosas, formalmente y visualmente dicho.
Y antes de tocar el tema de la estética y lo que es mostrenco y lo que es vital, insistiría en oír que comente sobre lo que entiende por filosofía, el origen de su preocupación por lo filosófico y si el concepto de filosofía es aplicable a toda obra, o autor.
Pregunta: Carlos, se dice que «de músico, poeta y loco, todos tenemos un poco». Sin embargo, rara vez escucharás que se diga que todos tenemos «un poco» del quehacer que se impone el filósofo ¿Qué crees de ese dicho popular?
Respuesta: El dicho es interesante y, aunque no en forma muy obvia, porque ese enunciado guarda y acusa una mesura y humildad, lo de filósofo está implícito. Uno reconoce talentos en gente no eficaz o plenamente entrenada en esas disciplinas, la música, la poesía o la invención ocurrente, en quien recibe esa frase, o la admite para sí para no parecer menos talentoso; pero, lo que me gusta de ser «músico, poeta y loco», es la admisión de locura. Ahí está el quid de ese dicho. La filosofía es una locura, o para decirlo, de otro modo, la verdadera invención ocurrente. Un cierto genio… Todos somos músicos porque en la vida hay alegría, canto, identificación con la sonoridad. Todo el mundo, hasta el tartamudo, canta en la ducha, busca un ritmo sonoro, una tonada, palmea la canción que le gusta, o agita el pie marcando compases. Yo he visto bailar a los cojos y canturrear a los gangosos.
La música es como el más agradable de los instintos y, en segundo, todos somos poetas porque componemos unas letrillas, las descomponemos; pero, ante lindas emociones o circunstancias, buscamos una intensidad nueva para el habla cotidiana; nos ponemos solemnes, o exquisitos, y así hasta el menos educado, se torna poeta. El lenguaje colonial está lleno de poesía y, a veces somos más sensitivos, para estar conscientes de ello y atrevernos a jugar con las palabras. Todavía no conozco a nadie que no haya sentido la tentación de componer unos versos, cuando está enamorado, o en luto, o pasa por una intensa congoja. A todos nos da, en algún momento de nuestars vidas, ese follón de ser poeta, o querer recitar algo, o por lo menos sacar las palabras dormingueras para un brindis o una Navidad o lo que sea… y, finalmente, en ser loco, se asoma la ocurrencia más extravagante, inesperada y muchas veces la más temeraria o lúcida…
Cuando me identifico con la frase, «de músico, poeta y loco», lo de loco es por el desafío que serlo implica a la normalidad cotidiana, que es precisamente sujetarse a lo canónico, a los rituales que neutralizan toda la creatividad y poder de energía y acción que tiene el pensamiento. Si nos igualamos a la conducta diseñada, a los hábitos de no pensar, no atreverse, no iniciar algo nuevo, nunca seremos locos; seremos normales, iguales, la gente del montón y cortada por la misma tijera en su forma de pensar… Y el filósofo no puede ser así. Tiene que ser el que piense, organizando un nuevo pensar, sacándolo a flote.
Pregunta: Entonces, se vale sustituir el dicho: «De músico, poeta y filósofo, todos tenemos un poco».
Respuesta: Claro. Lo que pasa es que, por humildad y miedo, decimos que el filósofo es cosa de índole. Un loco de atar, un extravagante patológico, puede ser cualquiera; pero un filósofo suponemos que tiene que ser alguien muy inteligente… Yo lo primero que pongo en una nota biográfica, o le digo a un entrevistador, es que ponga que soy filósofo. O loco, si quiere. Un loco con Ph D, si le parece, pero loco en el mismo sentido del refrán. Loco porque nacimos para pensar libremente y, si no se reconoce como filosofía, mi pensar, vuelvo y advierto a quien me entrevista, ‘pues pongo librepensador que es lo mismo’; pero yo no tengo que ser una copia de Aristóteles, o Rush Limbaugh, o cualquiera que dicte pautas y defina absolutamente lo que es filosofía, lo que es pensar, lo que es normalidad. Cuando uno deja de creer en los pontificadores ex cathedra, se inicia un pensar filosófico… Se comienza a pensar y se deja de seguir la corriente, el
rebaño que lo instruye a obedecer a lo pendejo, a que no piense ni sea filósofo…
Pregunta: ¿Quién fue el primer filósofo que leíste o el primer texto del que aprendíste algo?
Respuesta: Ya que hablaste, o iniciaste con refranes, recuerdo uno que decía mi mamá, que tenía unas salidas muy ocurrentes, de filósofa nata, y ella recitaba ésto. No sabía de dónde lo sacó, pero me lo decía cuando el tema de la filosofía o la búsqueda de la verdad salía a la luz. Este texto anónimo texto, mera estrofita, fue mi primera lección de filosofía y texto al que siempre doy vueltas para descifrar su riqueza:
En este mundo traidor
nada es verdad ni mentira
Se depende del color
del cristal con que se mira..
Pregunta: ¿Cómo lo explicas?
Respuesta: Mi primera pregunta es por qué el mundo es traidor. ¿Por qué sentmos que el mundo nos traiciona? Mamá decía que el mundo se siente como traición cuando no nos hace felices. La gente suele estar peleada hasta con el vecino, con la vida, consigo mismo a veces. Un mundo que no es solidario y perpetúa violencia y pobreza merece ser llamado ‘mundo traidor’. Por eso, heideggerianamente, yo digo que el mundo es la vivencia del ser-en… y el «ser-ahí», el hombre, tiene una responsabilidad ante el mundo y todos los entes, esto es, comprender las propiedades y esencia del ser, porque el ser-ahí se comprende en su ser. La verdad, el ser-verdad, es lo que ya ha descubierto su esencia, lo que ha sacado al ente de su ocultamiento… De lo que una, al parecer tonta estrofita, nos habla al mentar el mundo inmediato es de las preocupaciones e intereses del «Sein-in-der-welt», no sólo en cotidianidad ante los objetos, o lo que está ante los ojos
de modo circundante, sino en un ser-ahí fáctico, que vive y que procura… Tú estás familiarizado con el concepto heideggeriano de procuración; por eso recordarás que los modos posibles de la procuración incluyen: ser uno contra el otro, ser uno para el otro, uno contra otro, uno sin otro, pasar de largo junto al otro y, peor aún, dejarle de importar uno al otro.
En la procuración cotidiana y el primer existencial de «encontrarse», el mundo se percibe traidor por lo ya dicho. Si somos unos para otros, podemos decir que somos relativamente felices; pero, en la mayoría de los casos del ser-ahí-con, el mundo es traidor y hasta se dificulta el conocernos a nosotros mismos, en cuanto somos conformación de un sujeto de la cotidianidad, se nos diculta hasta ser-si-mismo(s), partcularmente, cuando se teme a la muerte, al Ser-para-la-muerte…
La filosofía es importante porque es un ejercicio para comprender y conocer nuestro poder y asumir el proyectarse en posibilidades. Cuando no comprendemos, no sentimos sin poder y, por tanto, parece más doloroso, el sentimiento de que el mundo nos traiciona. Entonces, es mucho más fácil que perdamos el temple, «la serena ecuanimidad». Si el hombre, en su ser-ahí, tiene una responsabilidad de responder y analizar sus relaciones con el mundo y los entes inertes, sin comprender, el verse arrojado al mundo, se vuelve un mal nidaje. Desagradece el ser-ahí que es la fuente del sentido del ser y el poder-ser que es lo que hizo al ser-posible.
Pregunta: ¿Cómo explicas el segundo verso: «nada es verdad ni mentira»?
Respuesta: La mentira es la ausencia de interrelaciones. Es la noción de que no se tiene la plenitud de las partes de la Verdad. Una cosa es verdad en relación a otra cosa o componente. La verdad es como un Todo que da certidumbre. La Nada es no tener la verdad, sentirse en el vacio de lo inconexo… La mentira es, en el ser-ahí de la existencia subjetiva saberse y lamentarse de carecer de existencia compartida. El ser tiene que habilitar la coexistencia con otros yos, de modo que haya desarrollo social e instituciones. Pero un ser-ahí que vive falseado, en mentira, no ama ni ríe. El temor le hace exagerar su noción del Mundo Traidor y la deuda que él tenga que pagar….
Pregunta: ¿Y cuál es esa deuda, Carlos?
Respuesta: Esa deuda es volver a pensar, volver a comprender. Volver a ser filósofos o buenos locos. Lo triste del mundo de hoy es que ya la gente no piensa, obedece. Se ha perdido el gusto por la dyada y la mayeutica. La sociedad de hoy diseña a los egos / o yoes / para obedecer, para el mimetismo, como a perros pavlovianos… De eso es que trata mi libro Estéticas mostrencas y vitales.
Pregunta: ¿Habla el cristall de las perspectivas?
Respuesta: Sí, como en Heidegger y Ortega y Gasset. Se depende del color / del cristal con que se mira… El cristal es el método del discernimiento. O el proceso del comprender mismo. El color es la multiplicidad de la verdad porque la Verdad está en todo y escapa al que desespera. Por eso hay que buscar en interrelaciones, no en un solo lugar… Comenzar a pensar es sentirse un poco el cristal que absorbe un reflejo de lo real y concreto, lo mismo que absorbe la mentira de lo espectral… Lo hermoso de ser un cristal filosófico es que la luz de la verdad entra, se transluce.
Pregunta: Coméntame sobre los textos de la «Estética». Dále un vistazo a la manera en que has organizado estos poemas, la estructura… Dividste el libro en cuatro partes: (1) en la primera, sin título, hablas del «El padre y el hacha» / «El sacrificador y la ofrenda»; en fin, como dices en una nota presentas el «reino referencial y bíblico de Abram, el padre que, por un mandato de fe, levanta un hacha para sacrificar a su primogénito Isaak en las alturas del Monte Moriah». Ese es el arquetipo. En la segunda parte, (2) «Nos cayó la macacoa»; en la tercera, hay un «(3) Tránsito entre hienas» y, en la cuarta, están las «Consolaciones de Agar». Infiero un final feliz en el contexto de toda esa estética mostrenca. Al final, veo ese lado platónico, o místico, con que solucionas tus obras. Concluyo que tienes un concepto de lo Bello-en-sí y lo Bueno-en-sí, que conforme a Platón es «aquello que es». Como dice Platón la
«República», a «todas aquellas cosas que postulábamos como múltiples, las postulamos como siendo una unidad, de acuerdo con una Idea única, y llamamos a cada una lo que es» [ VI, 507b].
Respuesta: Sí. Todo ese temario inicial sobre el sacrificio y la angustia de la primera parte y las hienas, en su tránsito de inautenticidad, también es muy heideggeriano y representan la historia como vivencias del ser-ahí y la totalidad de la existencia; pero, si bien el fundamento oculto de la historicidad del ser-ahí es la finitud, el ser-para-la muerte, un complemento a lo que Heidegger llamara la existencia auténtica es la resolución de la finitud de la existencia al poder-ser, no sólo como libertad, sino un poder-ser platónico, en que verse libre de trivialidades o brutalidades de la vida cotidiana, es ese ideal de lo Bello-en-sí y lo Bueno-en-sí, como lo verdadero, lo que es. Mas, como no hay nada gratis en la vida cotidiana, hay que pasar por la angustia, a veces el peor de los maestros, pero maestro al fin pues instruye en la tarea de aceptar la condición implicada por temple de animo radical que es la angustia… Hay que beber
copas de amargura antes que de la dicha si es que se quiere futuro.
Pregunta: Este libro es menos kabbalístico que tu «Teth, mi serpiente»; pero se nota tu judaísmo. Valoras mucho la figura patriarcal de Abram.
Respuesta: … porque Abram, para mí, representa el futuro de la existencia auténtica, superada la tensión y lo que preocupa, condenando a rutinas y desasosiego. Mi Carlos-Abram no vive engañado ni se reniega a aceptar su destino irremediable como ser finito, cautivo en la inautenticidad y el miedo. Como ser auténtico aprende el proceso de su historicidad. Es su tarea filosófica en el presente para que el pasado como la facticidad de lo ya sido engloba el futuro y lo viva ya sin angustia. Para tal comprensión, el presente tiene que volverse el punto de concurrencia entre el pasado y el futuro.
Pregunta: ¿Cómo se procesa eso en el libro? ¿Qué poemas?
Respuesta: Revisa ésto… Creo que en una versión de esa primera parte, puse un título: «Memorias de la carverna». Lo que pensé al retitular esta parte es explicar el paso de lo mágico-estético a lo político-eunómico, a una comprensión de la ética. El hombre natural, en ciertos entornos y situaciones, que podríamos llamar «primitivas», fue capaz de sacrificios inhumanos, aún inconcebibles en las bestias. Las memorias cavernarias de este bruto lo que realmente reflejan es la ausencia de belleza en la percepción de las relaciones, o el momento de su indeterminación. No hay una comprensión de unidad, o como escribía Diderot en sus «Investigaciones sobre el Origen y la Naturaleza de lo Bello», de que el alma puede unir las ideas que ha recibido separadamente.
Lo bello existe en relación con uno; pero puede estar fuera y en quien ha de percibirlo no evocar su entendimiento. Diderot habla de dos manaras de existencia de lo bello: una la Belleza real, otra la belleza percibida, tras una evocación… ¿Puede el salvaje entender la relación entre las dos y tener placer? La belleza real es, pues, un asunto racional de percepción de relaciones. No de sentimientos. No es una cuestión de gustos… No hay belleza absoluta, pero, hay una belleza objetiva, o entitativa, cuyo placer se cultiva o progresa saliendo de las cavernas de la oscuridad… El ignorante se acostumbra y acondiciona a espectros, a fantasmagorías de impresiones incompletas de esa belleza real…
Desde esta perspectiva, que es la materialista de Diderot, podemos considerar la idea de los entes de Heidegger. Si el ser (sentido) es relación de los entes en el tiempo, hay peligro de ocultar o no desvelar de forma adecuada el ente (lo físico) del ser. Si la belleza tiene una objetividad para disfrutarla, para que nos produzca placer o algún sentimiento empático, el entendmiento debe ser capaz de diferenciar entre ente y ser… ¿Recuerdas cuando Heidegger llama a la palabra «el más peligroso de los bienes», su herramienta para dirigirse a los entes e instalarlos en el ser? Pues bien, el hombre con el lenguaje puede dar mal testimonio de ambas cosas, de su ser (Dasein) como hombre y de los entes circunvecinos… Este es el principal problema estético. El hombre puede perderse entre los entes mismos y los entes ocultarle el ser. De ésto es lo que trata la Caverna platónica y de lo que trata la primera parte de mi libro «Estéticas mostrencas
y vitales».
Pregunta: En términos heideggerianos, ¿cuál es la implicación de que Abram se vea dispuesto a sacrificar a Isaak, su hijo, con un hacha?
Respuesta: Para contestarte, reutilizaría los versitos del poema de mamá: «En este mundo traidor…», en que el mundo de la traición es la caverna, o lugar donde lo permanente y duradero se traiciona, para que pueda crearse orden, certidumbre, en medio de la complejidad correspondiente… Hay que comenzar aislando lo simple, a partir de lo complejo. Casi todas las ideas estéticas sobre lo Bello, cualquiera sea el ente, un animal o cualquier otra cosa compuesta de múltiples elementos, coinciden en que las partes deben estar ordenadas — porque la belleza consiste en magnitud y orden; sólo así la memoria retiene lo que se evoca, lo que se percibe, sin miedo y, por tanto, es placentero… Dicho ésto, podría decir, que en el constante devenir de lo histórico, de las cavernas de la inseguridad y las apetencias, o las necesidades, Abram es el liberador. El que rescata lo Bello-en-sí y el Bien-en-sí, lo que Platón llamara «aquello que es».
Te diría que todo Liberador funciona, o ejercita su procuración cotidiana, en dos frentes: Ser uno para el otro, la convivencia (con ser uno contra el otro, o el pasar de largo junto al otro, o dejarle de importar) y, en segundo lugar, ser-sí-mismo, sin perder el carácter de.existencia compartida… Tenemos que ser-nosotros-mismos, porque cada alma tiene una esencia peculiar, una idiosincracia, cosas muy propias y potenciales intransferibles. Convivencia no es igualar y hacer copias del yo o del otro, o clones espirituales al prójimo… pero se requiere un compartir. Los Liberadores son armonizadores y protectores. La idea que yo plasmo con mi Abram es la de un padre arquetípico que procura para su hijo fortuna, orden y bendición, la plentud del «ser-con» heideggeriano… ¿En qué poema se ilustra ésto?… Pues hay uno que da el título a to el libro, Estéticas monstrencas que dice:
Si usted, por amor al arte,
por ejercicio imitativo con recursos eróticos,
embellece la vida y recuerda motivos de Platón
en «El banquete», yo digo SI al simposio…
Si por amor a la teatralidad de los egos
provoca purificaciones, catarsis pública
del prójimo, yo estaré AHI
como Aristóteles, aún cuando difiera
por amor a la estética socrática…
Si usted se entretiene con fantasmas
que portan algo de la belleza trascendental,
que retrotraen a catedrales medievales,
o al mito del Grial, o a las extrañas
cosas de la pintura de Giotto,
yo digo: NO ES MALO,
me entretengo, pero si acaso
me construye cuentos de hadas,
mundos color de rosa, para que viva
el hombre submitido en la inacción y el miedo,
abocado a sus monstruos,
vampiros interiores que no tienen sentido,
que prohijan el hermetismo traicionero, evasivo,
mi pregunta será:
¿dónde quedó la bondad y el consuelo?
¿Qué circula como sangre para una profunda estética
que me sirva para imaginar lo necesario,
aunque haya que ir a escarbarla
en lo oculto, proveyendo esfuerzo y amor
en el trayecto?
Seguramente, no querré
estar ahí, ni hablarle, ni ser cómplice.
… porque hay gente que construye esos mundos
con ilusiones insensatas, gente que está
vacía, o tal vez harta y ni siquiera
se aman a ellas mismas,
se sepultan en sus mundos sutiles
para que el vecindario externo se siga jodiendo
y nadie vaya y se atreva a pedirles socorro,
«dáme una mano, amigo, consuélame».
06-07-2000 / Estéticas mostrencas
Y, como es un libro sobre estéticas, hay homenajes especiales como mi texto «A Pitágoras y Orfeo», que casi panteísta y un elogio a la música, como esencia arquetípica de:
la armonía del mundo
y del amor sonoro como las propias fuerzas
que mantienen en equilibrio el Sistema Solar,
todos sus hijos-ondas, porque todo es energía,
todos sus hijos, como salmos, todos nacidos
para el mismo abrazo que armoniza
aunque en geometrías parezcan divididos,
en colores y voces que son la misma cosa
que sustenta el Universo.
Pregunta: En resumidas cuentas, tu Abram es compasivo. Es el Liberador. Es el mismo que, en el poema El secreto de la fortuna, aparece diciendo:
Serás afortunado. Beberás de la memoria
de mi Gran Vasija, del Cuerno de Abundancia.
* * *
Tú sabrás que todo es mío, cosa
es que otros no saben; tú sí sabrás decirlo.
A tí fue a quien hice, poeta. A tí pediré
más cuenta que a ninguno.
* * *
Nunca estarás solo, hijo mío,
aunque seas mortal y miserable y te sujete
el Karma, con su guadaña oscura y los ciclos
de Saturno y la tristeza que muerde
y la injusticia que faja con su macharrería.
Respuesta: Sí. Es un poema dedicado a A Tykhé / o la diosa Fortuna, que es en alguna versiones mitológicas la hija de Zeus Eleutherios (que signfica el Zeus Liberador), a quienes llaman también la diosa salvadora… Del pedacito que leíste observo lo siguiente: en la historicidad, aludida como «memoria de mi Gran Vasija», se destaca el hecho de que el pasado sólo lo temen los ignorantes. Se asigna una dura misión al poeta: «A tí fue a quien hice, poeta. A tí pediré / más cuenta que a ninguno». Como Heidegger, dispongo que sea el poeta quien cumpla la misión de nombrar las cosas en lo que las cosas realmente son, abriendo los entes para que se muestren en su verdad. No se trata de un nombrar deductivo o meramente nominativo, sino de un acto fundador. Dice Heidegger que «la Poesía es la fundamentación del Ser por la palabra».
Y, en el poema, también se dice que hay karma, tristeza que muerde y que, pese a que hay muerte, hay que asumirla como irremediable.
Pregunta: En la tercera parte del poema, Eleutherio / el Liberador / que imagino imagino que es Zeus, es el Padre masculino, mas dice una nota sobre el poema que Tiké puede ser el Padre, o la Voz que prueba la obediencia de Abram… Haces en el poema a Tiké un símbolo de salvación, o aspecto del propio Zeus.
Yo, Eleutherio el Liberador, te daré fortuna.
Hijo de la promesa, entonces, elabora pues
la palabra persuasiva.
Defiende la Eunomía cuando vayas a tierra
porque hay demonios duros y siniestros,
hombres bestiales, a donde vas llegando.
Respuesta: Esa tercera parte («3. Busca a tus hermanos») del poema es una exhortación a la convivencia o existencia compartida. Es el drama de la historicidad y su carácter heroico. Defender la Eunomía es asunto de ética y política y en lo que realmente Tiké consiste como Buena Fortuna no es en que te ayudará a sacarte la Lotería, sino que te hará bien querido. Dará su compañía y, si pierdes al hijo, te dará otro. La mejor de las lotería es que se tenga su consuelo cuando el mundo es muy bestial… Siempre he tenido la impresión de que las mujeres tienen más fe que el hombre. Son más persistentes y armoniosas porque son más intuitivas. Los judíos decimos que la mujer es la corona del hombre.
Pregunta: Ahora, como en la nota, pregunto: «¿Qué es realmente lo que hay que matar, si algo? ¿Al niño Isaak, que tan amado ha sido de su padre?»
Respuesta: El que no es salvaje ni tenebroso, el que no tiene miedo, sabe en qué consiste el heroísmo y no es violencia.
Tú sé heroico en cuanto puedas.
No te pido que cortes cabezas,
que seas la guillotina, cámara ardente,
horca, cadalso, silla eléctrica.
No inventes otros aparatos represivos
ni el policía, el soldado, el vengador milico.
No urdas violencia contra el prójimo.
No seas falange ni tortura ni guerrilla.
Solamente, sé eunómico porque existe el Orden.
Y todo tiene una hora en que retoña y secuencia.
Todo va, al fin de cuentas, a mi teleología.
Lo que la persona debe decapitar de sí, sacrificar, es la noción de su impermenencia, su erranza y su extravío, lo que se hace buscando a los hermanos y creando proyectos. Aún en el frente del ser-con-otros, se debe actuar como el poeta que, según Heidegger, es quienda funda lo que permanece. Si el poeta, con su lenguaje fundador, funda lo que el ente es, también se funda a sí mismo. El hombre es estético y poético (homo simbolicus) y puede crear realidades verdaderas en lugar las ficticias ambiciones antihumanas que tiene hoy y que lo conducen a mayor precariedad.
Hoy por hoy, hay gente dizque civilizada o potencialmente inteligente pero son las que yo digo que se comportan como hienas. Mucha gente no quiere pensar y sí obedecer a sistemas de explotación, confort e inautencidad, que no dan felicidad a la postre. O si dan algún placer es en base de que a otros se los lleve la chingada… Hoy, cuando más civilizados, nos creemos mucha se gente educa para la mediocridad voluntaria, el vicio y la perpetuación de la crueldad y la violencia, no sólo institucionales, sino privadas… Problamente, la sociedad posmoderna es más autodestructiva, hipócrita, lasciva y codiciosa que nunca antes…
Pregunta: Cuando tus hablantes poéticos se expresan desde la historicidad y los textos «El padre y el hacha» y «El sacrificador y la ofrenda» son ejemplos, hay enunciados como el siguiente: «El bien no es un valor absoluto» (sic). ¿Es ésto lo que crees e instruyes filosóficamente? ¿Que no hay ni verdad ni belleza ni ética absolutas?
Respuesta: Correcto. Entiendo que las leyes de la naturaleza existen y que es posible una teoría de los universales, pero cada relación de semejanza es un particular. El poder físico, el poder causal, no siempre es una cosa obvia o manifiesta como los diversos grados de semejanza en el plano macroeconómico o de los útiles «a la mano» como diría Heidegger. Hay, pues, también realidades veladas, lo oculto, que es lo tras la gran pantalla de la indiscernibilidad causal, se explica por los diversos grados de similitud en el nivel micro… Mas si hablante realista en el poema dice:
«Yo no puedo orar
en las tinieblas, quiero la luz
más alta que la llama».
A mi dolor lo acostaré
sobre el pedrejón duro y ardiente
donde soy yo mismo el padre
y mi dolor, el hacha
que gritará este mandato descorazonante:
¡mátalo a cuchilladas con tu mala sombra,
sean sin condición las cosas ofrecidas y sagradas!
Este «padre» que dice que no puede orar en las tinieblas, en la caverna de los engaños, o los juegos nomimalistas, está en dolor, con alternativa de desafío… Es un realista, creyente empero en los universales, no sólo en los meros entes, o una vida sensual y logrera; pero, procura que lo exisstente sea manifestado en el espacio y el tiempo como su condición para ser cognoscible y él tomarlo en cuenta . Eso es lo que significa orar en la luz, y querer lo que está más allá del ámbito de la percepción sensorial. El quiere un conocimiento de los universales.
Por otra parte, su desafío está representado por el hacha. Un hacha que dice «mátalo a cuchlladas». Y si él obedeciera es porque cree que trascenderá por la obediencia y ese dolor vale la pena, de modo que cuando habla a su hijo (la ofrenda de holocausto), como para despedirse, le dice, transformándose él mismo en el hacha:
El hacha incondicional dijo
de pronto a la ofrenda de holocausto:
no es igualdad absoluta que te ultraje;
yo sufro y no lo sabes; soy humano,
pero voy a fundar la libertad
más allá de tu muerte, construída
por rudo y vil nominalismo.
Voy a darte el placer eterno
de la obediencia que trasciende,
el amor de los dioses
fuera de la cueva
egoica, vocinglera;
así la mala sombra
de lo humano
no será ya
capricho.
Sibrayo del fragmento la perspectiva: no es igualdad absoluta que te ultraje. En la hilación de los poemas, la víctima del hacha es Isaac como ofrenda. La misma hilación revela que este Isaac es el nominalismo. Este degollamiento es, más bien, una verdadera oración ritual «fuera de la cueva», las cavernas de la ignorancia humana y las malas sombras.
El poema «El sacrificador y la ofrenda», que es consistente con lo aprendido de Heidegger, es una crítica al vil nomalismo. El hablante filosófico, el poeta fundador, por decir alguien, romperá con el nominalismo que, en rigor, niega la «existencia experimentalmente cognoscible de principios físicos universales». Ciertamente, existen los universales o entidades abstractas. En la historicidad, en lo social y manifiesto de la historia, nos corresponde ser realistas filosóficos, dígase al atenernos-con o solvernos —dentro de los particulares y fuera de ellos, en cuanto se quiera el reconocimiento de lo trascendente.. El nominalismo dice que todo lo que existe son particulares. Hay nomalismos extremos… pero la verdad de un ente no es nombrar la realidad de algo por los atributos de similitud entre objetos. O nombrar lo que ni existe ni puede existir.
El nombrar —con el bien de la palabra — se haría peligroso con el nominalismo de semejanza. O, a la hora de explicar entidades problemáticas como los universales o los conceptos (entidades mentales). Otra vez, como se ha advertido, podemos extraviarnos en los entes y olvidar el ser… El mundo, o ser-en, está lleno de hachas dispuestas a arrancarnos el cogote. Esto es lo que yo planteo con la figura de Abram como sacrificador.
Pregunta: Mas para ti Abram sigue siendo el arquetipo del Padre Sagrado, compasivo, el poeta findador, quien como dijíste en este sacrificio está litando fuera de la cueva y la fantasmagoría…
Respuesta: Lo pongo a sufrir antes de darle su atributo de compasivo y lo pongo a aprender antes de que sea el poeta-filósofo. Cuando se mienta la compasión, la pregunta es: ¿compasivo ante qué? y si se mienta que es sabio, ¿ante cuál situación de caos e ignorancia tuvo ventajas? ¿Qué proceso lo llevó a discernir las indiscernibilidades causales y tomar una conducta sabia? Si miento que es Padre, ¿habrá una signifcación especial para este estatus o rol de padre?
Abram va siendo muchas cosas a través de mis textos, lo que siempre es la consciencia que piensa. El Dasein. Un ser ontológico.
Pregunta: Veamos ésto con detenimiento. En la filosofía nominalista, hay una teoría de los trópos o los casos de propiedad, en que todos los trópos aparentemente se construyen a partir de los trópos más primitivos y que los trópos más primitivos son las entidades de la física. ¿Cómo se puede conciliar esa teoría nominalista de los trópos con el quehacer poético, si consideramos que, en la estética o la retórica, hay tropos…
Respuesta: Como hay realidades veladas, o lo oculto, el poeta (en cuanto fundador por la palabra) utiliza el trópos, o «dirección». En este sentido, el trópos es la redireccionalización de una expresión o de su contenido original para adoptar otro contenido. Este proceso es válido en el lenguaje, en las ciencias y en la existencia. Abram es un trópos viviente. Una vez estuvo en la cueva, ya festeja fuera de ella, porque los trópos implican movimiento, cambio, recombinaciones y adopciones de contenidos nuevos que no eran los originales, como cuando los elementos más primitivos la química se transmutan para darse entidad nueva en la física… Y, cuando hablamos de existencialidad y de seres humanos, este proceso de recurrencia troplógica no se da sin dolor y sin anulación de otra cosa… Acuérdate que el hombre es un ser mixto. Su mente es un cristal que recibe muchas luces e imágenes. El hombre siente miedo de entrar en lo oculto y dejar
la seguridad de lo conocido.
En la alquimia del poema, que tiene que ver con esa capacidad de ejecitarse en los tropos, sólo unos pocos son afortunados. Piensa, por ejemplo, en ésto. Vuelvo y recuerdo aquello de que «de músico, poeta y loco, todos tenemos un poco», y te llevo al hecho innegable de que la mayoría de la versificación popular e instintiva es metafóricamente pobre. Es ingenua, conmemorativa, repetitiva, carente de metonimias e ironías… Reflexiona sobre las canciones que abundan en radio, en las letras de los hoy raperos, u otros ídolos que hoy se festejaban como celebridades y estrellas. ¿Qué ha pasado con tanta producción en masa, repetitiva de clichés?
Entre el lenguaje coloquial y lo poético se ha escamoteado la capacidad del auténtico trópos… la palabra se vuelve prosaica, incapaz de fundar nada. Hablo sobre una miseria de la poesía, porque queremos ser músicos y poetas de manera inauténtica, sin dolor, en el peor sentido del término, por arte de magia, asumiendo que ya se trae debido a que, por oídas, cualquier fulano confunde el trópos con el oficio del cultivo del ornatus retórico, o las cualidades de la elocutio. Mas eso muy poco tiene que ver con una sensibilidad para sustituir una expresión por otra nueva e iluminadora, conservando un sentido figurado. Poco que ver con la metáfora, la alegoría, la hipérbole, la metonimia, la sinécdoque, la ironía, o el buen uso del énfasis poético… Hay mucha hipérbole en la poesía de hoy y símiles arbitrarias, pero mucho más el deseo de ornato repetitivo y de adornar la porquería. Hace falta más locura filosófica, más genio y menos
improvisación… Hace falta volver a estudiar aquel viejo tratado clásico De tropis para que se vuelva a aprender el uso de las palabras en un sentido distinto del habitual. La poesía ha ido perdiendo el arte del trópos, en manos de charlatanes por ausencia de filosofía y del lirismo de la autenticidad humana…
CONTINUA
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Bibliografía
F. Alberto Higgs: Textos de «Heideggerianas» y aproximación de Carlos López Dzur a Martin Heidegger
F. Alberto Higgs: Larga conversación sobre serpientes y luces [«Teth cumplió 33 años»: Carlos López Dzur]