Economía

Liberados sindicales: en el centro de la polémica

Al amparo del afán destructivo de la derecha y justificada desde el inmovilismo y estructura obsoleta de los sindicatos nos ha llegado una nueva polémica, como si tuviéramos pocas, para empezar a reflexionar y discutir (aunque demasiada gente confunda el orden).

Se trata de la polémica de los trabajadores liberados, es decir, aquellos delegados sindicales que cobran de la empresa en la que trabajan, pero que no trabajan en ella sino que se dedican a realizar labor sindical, utilizando las horas sindicales de otros compañeros elegidos en el comité de empresa.

La teoría, como siempre, justifica éticamente este tipo de puesto, este tipo de responsabilidad. Es de justicia social que los trabajadores tengan un representante que les defienda ante la patronal y es lógico que esta persona no tenga que compaginar su actuación sindical con su rutina diaria. Ahora bien, como en muchas cosas en esta vida, la teoría no concuerda con la realidad.

La realidad es que el liberado sindical es una persona ociosa que aprovecha su estatus para desarrollar una vida placentera, ocupándose de cuando en cuando de las necesidades que él o ella cree ver entre sus compañeros, no aquellas que son reales, en parte porque no recuerda su puesto de trabajo y en parte porque se encarga de defender su estatus más que de defender a sus compañeros.

España cuenta con un número de liberados abusivo, y cualquiera con dos dedos de frente entendería la injusticia de esta figura para la empresa, la cuál tiene que pagar el sueldo de esta persona, que no trabaja, y el de su sustituto, que sí trabaja, es decir, un mismo trabajo, dos sueldos.

Se debería de encontrar un término medio en el que las Administraciones Públicas, garantes de la justicia laboral, compensaran a las empresas por el pago a estos liberados sindicales, de la misma forma que habría que encontrar métodos de control sobre su desarrollo sindical.

Muchas veces son las propias organizaciones sindicales las que promueven a sujetos incompetentes o nocivos para los intereses de los trabajadores por el mero hecho de sumar delegados sindicales, fuente de sus ingresos públicos.

Es evidente, por tanto, que el funcionamiento de la lucha sindical en este país es deficiente, porque los sindicatos tienen demasiadas deudas pendientes y excesiva dependencia del partido en el gobierno. Sindicatos independientes y con más flexibilidad a todos los niveles ayudaría, de verdad, a defender a los trabajadores.

Pero hasta que ese momento llegue voy a estar de acuerdo, por una vez y sin que sirva de precedente, con Esperanza Aguirre, en su cruzada contra los liberados sindicales, porque no digo que alguno haya que realmente lo haga por convicción, pero pongo la mano en el fuego, y hablo por experiencia, por que la mayoría se limita a vivir del cuento, le duela a quien le duela.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.