«I will tell you it was the longest ten seconds or sixteen seconds of my life. I got a brain freeze for whatever the reason»: Arizona Gov. Jan Brewer
Me quedo con la boca abierta,
con el cerebro en la miasma,
ida, en babia, apendejada,
atrapada en «10-plus seconds of dead air»
frente a ese que me debate y me quiere sacar
las confesiones como si yo fuera
la inmigrante, intrusa, sin documentos
de identidad, una «mula» que carga
en servicio del narcotráfico toneladas
de sustancias ilícitas y le estrujan nuestra ley
a la cara para que quede
diez o 16 silencios en ristra por segundo
ante la pregunta y permita que le pongan las esposas:
«Where are your papers, son of a bitch?»
No. Cualquiera se queda en babia
con ese interrogatorio policíaco
ante un procurador mañoso, Terry Goddard,
que me dice racista frente a todos
(a mí que llevo 28 años en la vida pública
y hablo hasta por los codos
y sonrío y no pierdo el temple,
pero él me llamó homofóbica.
racista de marca mayor, insensible,
malagradecida y una es humana…
se me olvidó hasta el inglés que hablo
desde mi nacimiento,
hasta la fecha en que tomé
el mandato gubernativo de Arizona.
No. no, no me hable sobre Goddard,
y no daré razones por todo lo que dije:
Undocumented immigrants are ‘Drug Mules’.
Ellos sí matan a sus policías,
a sus periodistas, a los niños inocentes
que juegan en los patios, a miles de mujeres
en Ciudad Juárez, ellos sí sirven a los carteles
y compran a policías, jueces, carceleros
y no ha pasado nada, siguen felices y contentos,
yéndose al turismo, en Norteamérica.
Y yo tengo mucho coraje contra todos ellos
(aunque se hagan los pendejos en la pizca,
o en sus ventorrillos, a este lado de la frontera).
Les han dejado su país a los mafiosos
y vienen a cantar en la Tierrra
del Star’s Splangler Banner
tierra que no les pertenece, sus Mañanitas
y corridos rancheros y a pedir beneficencia
por cada hijo, calculado, cualquiera sea el marido
para que éstos nazcan by birth ‘americanos’.
Yo estuve revisando
en mi mente esta verdad, me pasó la película
mientras estuve en babia y no me atreví a decirla
(quizás porque fui cobarde y la ley AB 1070
a mí me la impusieron.
Culpe a las promesas dell Pledge to America
y al GOP / republicano. Al Tea Party Movement, si le place.
Ellos me piden estas cosas que yo,
desde mi alma, no diría porque no soy racista
y muchos de los mexicanos que conozco,
si bien son «drug mules», ni siquiera lo saben.
(Lo que son, a mi juicio, son cómplices,
pueblo del silencio y la cobardía, pueblo
de la ventaja chapucera de escaparse y filtrarse
como ratas que huyen
de su responsabilidad y, en rigor, no la darán
ni por América porque ni la dieron en su suelo… )
Hijos de falsa patria, mantenidos.
No me pregunte por Goddard otra vez
ni por los mexicanos, el pueblo chantajeado
por los criminales; no me pregunta
por la ley de Arizona, ya dije
lo que dije: «I believe the law is constitutional,
and we’ll take it all the way to the Supreme Court
if necessary». El pueblo me da sus donativos:
El fondo apelativo de combate ya ascendió a $3.7 millones.
¿Que yo soy racista? No. No yo. Culpe a ese pueblo
que recauda 3.7 millones para que yo me oponga
al mexicano que viene y que se esparza
con ellos la droga a más de 100 ciudades
y que comience en Tucson y se reimpulse
por Phoenix… No me pregunte por DREAM.
«It’s not something I want to deal with.
I’m on a mission to get our borders secure now.
I want illegal immigration to be stopped,
and I think the American people agree with me».
¿Que yo soy racista porque me opongo
a que el hijo del ilegal vaya a colegios y universitarios?
Pues no yo. Culpe a América, a la gente que me elije,
culpe a las uniones que quieren demícratas registrados
y los reclutan, posando de amistad y no son
amigos sino de sus ventajas.
Boicoteando mis leyes y mi Estado.
Han hecho un agujero de un billón de dólares
en mi presupuesto («$8 billion budget»)
«And we simply don’t have the money»
para tantas ofertas de ObamaCare
y DreamCare; yo tengo encima un electorado
(que son barrabases y escariotes,
republicanos judaicos,
que si vieran a Cristo por las calles de Phoenix
le pedirían ‘documentos migratorios’.
Lo llevarán junto a Pilatos-Arpaio
y gritarían, al final ante la venia
en mis estrado: «Sacrifíquenlo. Suelten
a Barrabás. Muerte con el foráneo».
Del libro inédito EL LIBRO DE ANARQUISTAS
de Carlos López Dzur