No puedo por menos que empezar este artículo alabando el gran ejercicio de autocrítica que ha realizado el Fondo Monetario Internacional con la publicación de un informe externo en el que se analizan los principales errores del organismo durante los años en los que se gestó la actual crisis económica.
De todos los errores los principales medios de comunicación se están fijando en la consecuencia, que no fue otra que su incapacidad para prevenir la crisis que se nos venía encima, pero se olvidan de la causa, que, como el propio informe remarca, fue el seguidismo al pensamiento único y el castigo de las opiniones divergentes en el seno del propio organismo.
Porque se puede aceptar un error de diagnóstico pero la censura es absolutamente intolerable, porque una de las bases del progreso intelectual de un organismo de supervisión como el FMI debería de ser el cruce de ideas y el desarrollo de diferentes modelos económicos que puedan llevar a aportar nuevos conceptos a la sociedad.
Sin embargo, el FMI se dedicó durante tres años, del 2004 al 2007 (los años que recoge el informe) a ensalzar el liberalismo atroz de los países ricos, como eran Estados Unidos o Reino Unido, y a criticar posiciones financieras más conservadoras como la de Canadá, y todo ello porque el objetivo era la protección del pensamiento ortodoxo que venía de las posiciones más neoliberales y censurar cualquier atisbo de heterodoxia.
Si el FMI quiere tener cierta importancia real en la economía actual, que debería, necesita una reconversión en nido de ideas económicas y supervisión financiera, sin decantarse por ninguna opción intelectual por el mero hecho de que ésta venga de los países dominantes.
Unos países que han sido, por cierto, los que más han sufrido la crisis debido a su nula regulación financiera, y que fueron puestos como ejemplo por el FMI hasta el mismo momento de su quiebra, como fue el caso de Islandia.
Para la anécdota nacional queda el hecho de que Rodrigo Rato fuera el Director del FMI durante esos años porque los errores de la institución no llegaron con él sino que se encuentran anquilosados en su seno desde su fundación.