¿Se están produciendo presiones a librerías, distribuidoras, superficies comerciales… para evitar que los ciudadanos conozcan la cara oculta de Letizia?
¿Existe una censura encubierta que pretende proteger a la Corona, y más aun a sus herederos, para perpetuarla en España?
En un momento como el actual, crítico para la Monarquía, en el que esta Institución que heredamos del franquismo se enfrenta a escandalosos y bochornosos episodios (…el empleo de Cristina en La Caixa; las cacerías de Juan Carlos; el caso Nóos; Corinna…) que ponen en tela de juicio su ‘supuesto’ buen hacer por este país, que un libro como Adiós, Princesa vea la luz y sea devorado por lectores ávidos de conocer quiénes representarán en breve la Jefatura del Estado, resulta muy contraproducente… y se hace necesario acallarlo.
Ramón Akal, el editor, es un viejo conocido: editor de los que quedan pocos, quizás ninguno más como él… Gracias a su valentía, su compromiso, su honestidad, manuscritos rechazados por centenares de editoriales, por osar plasmar negro sobre blanco verdades incómodas, han sido leídos por miles y miles de librepensadores, que no se someten a la borreguez de la masa o a los mandatos de Gobiernos y sus castas parásitas.
Reconozco que ha sido tarde cuando he descubierto a Ramón y a sus libros, y que lo hice gracias a la lectura de uno de sus esclarecedores textos, Traficantes de Información, de Pascual Serrano… pero no por ello aguardo con menos impaciencia, que quien gozara del privilegio de su lectura antaño, cada una de sus incursiones en el manipulable terrreno de ‘la verdad’.
Por eso creo que Adiós, Princesa debe ser leído también.