Llega un momento en la vida en la que la acción se antepone a los dilemas éticos, porque dejar pasar el tiempo supone un riesgo innecesario para todos aquellos que dependen de los que manejan el poder, una ingente cantidad de personas si se trata del Presidente de Estados Unidos.
El Equipo Ejecutivo, de James Nava
Brady, el recientemente elegido como Presidente de Estados Unidos, se enfrenta a una crisis de dimensiones al entrar en la Casa Blanca tras su toma de posesión, una crisis terrorista que debe de atajar de manera inmediata antes de que vaya a más, y para ello decide reunir un equipo especial, El Equipo Ejecutivo, que deambule entre los vericuetos de la legalidad y la clandestinidad, un mal necesario para conseguir una sociedad mejor.
Para ello cuenta con Chuck, un mito de la CIA en retiro voluntario, que comienza a formar su equipo empezando por Shania, una ejecutiva de éxito de la que acaba perdidamente enamorado.
Ese es el punto de partida de este excelente libro de James Nava que nos vuelve a subyugar con su prosa ágil e inteligente, trasladándonos a velocidad de vértigo de una sensación a otra a la vez que la amenaza terrorista cobra fuerza y peligrosidad.
Una vez más, Nava muestra toda su pericia narrativa y sus amplios conocimientos del submundo que navega en las procelosas aguas de la clandestinidad más legal. Exhaustivo en el detalle y dejando que el sentido del humor sedimente la narración, Nava conquista al lector desde la primera hasta la última página sin posibilidad de escape.
Complementa la historia principal con tramas alternativas que dan empaque a la novela e incrementan su interés, sin caer en el exceso y siempre sirviendo de apoyo al hilo narrativo principal porque juntas crecen, pero separadas acabarían por caerse.
“El Equipo Ejecutivo” huye del tópico de este tipo de historias sirviéndose de sus arquetipos y haciendo al lector partícipe de las idas y venidas de los protagonistas consiguiendo que no se conviertan en seres ajenos a nuestra propia vida.
En definitiva, James Nava vuelve a lograr hacer malabares en el aire con la historia que nos cuenta concluyendo en un número de prestidigitación verosímil que logra atraparnos absolutamente y con ganas de poder leer su próxima novela.
